8 de cada 10 estudiantes con discapacidad intelectual son víctima de bullying
La Razón.- Sus dificultades en el aprendizaje son la principal razón de acoso por parte del resto de compañeros del centro educativo y ello tiene un doble impacto sobre este colectivo ya de por sí vulnerable. Para sensibilizar sobre ello, Síndrome de Down Cataluña ha puesto en marcha una campaña, en cuyo diseño han participado cinco personas con Síndrome de Down
Laia tiene ahora 41 años. Lleva cerca de dos décadas trabajando como auxiliar administrativa en una empresa, en la que ingresó tras concluir un modulo en administrativa, y vive sola en un apartamento, donde una vez a la semana recibe apoyo. Aunque nada de esto pueda parecer extraordinario, lo cierto es que es el resultado de una historia de superación, el culmen de un camino en el que no todo ha sido fácil
Y es que Laia es una persona con Síndrome de Down, una discapacidad intelectual que, sin embargo, no le ha impedido llevar una vida como el resto de personas de su edad. Ella cursó sus estudios primarios en una escuela ordinaria con total normalidad, pero su paso por el instituto no fue tan satisfactorio.
“Cuando Laia tenía 16 o 17 años sufrió bullying por parte de sus compañeros de instituto”, revela su madre, Dolors, quien explica que “le hacían comerse cosas, ir al lavabo a vomitar, en el comedor le quitaban comida, en alguna ocasión le cogían dinero o la tarjeta de transporte de la cartera…” . Sin embargo, por aquel entonces, su familia no era consciente de la situación que estaba viviendo Laia.
Un sufrimiento en silencio
Al respecto, Dolors comenta que “en ese momento, ella no verbalizaba nada”. “Sí que acudimos un par de veces al instituto por algunos episodios más graves que sufrió la niña y que ella nos contó, como cuando un compañero le acercó un mechero prendido y le dijo que le iba a quemar. Eso a ella le impactó mucho porque anteriormente había tenido una mala experiencia con el fuego y el instituto reaccionó y abordó el problema puntual”.
Sin embargo, por lo general, Laia no compartía con nadie su sufrimiento por el bullying del que estaba siendo víctima. “No sé hasta que punto ella pensaba que eso era normal”, dice su madre, quien también considera la posibilidad de que entonces “no supiera o no pudiera explicarlo”. “Ahora sé que eran sus compañeros quienes muchas veces acudían a los profesores a denunciar lo que otros estudiantes, incluso otra niña con Síndrome de Down, estaban haciéndole”.
Por aquel entonces, Dolors había llegado a proponer a su hija un cambio de escuela para seguir su formación en la educación especial, pero Laia siempre se negó. “Cuando tuvimos constancia de alguno de esos episodios más graves, le dijimos que existía la posibilidad de cambiar a una escuela especial, pero ella siempre nos decía que no y la realidad es que tenía amigas y un nivel intelectual bastante bueno, lo que quizá también motivó el acoso de otros estudiantes como más dificultades académicas”, explica Dolors.
En cualquier caso, no ha sido hasta ahora, unos 25 años después de ser víctima de bullying, que Laia ha empezado a verbalizar lo que vivió en el instituto y no es casual que haya sido en este preciso momento. Y es que, ante la intolerables cifras que el acoso escolar registra entre la población con discapacidad intelectual, Síndrome de Down Cataluña ha puesto en marcha una campaña de sensibilización y concienciación al respecto, la cual ha sido cocreada por jóvenes con Síndrome de Down, entre los que se encuentra Laia.
Una experiencia demasiado común
“A raíz de su participación en la campaña, ella ha ido sacando cosas que le pasaban. La campaña le ha servido de terapia”, asegura Dolors, mientras que Ingrid de la Rosa, directora de Síndrome de Down Cataluña, recuerda que “estos chicos tienen dificultades para detectar que están pasando por una situación de bullying, así como para comunicarlo”, razón por la cual muchas veces pasa desapercibido, pese a que “ocho de cada diez niños con discapacidad intelectual han sufrido o sufren bullying”, tal y como ha puesto de evidencia un estudio elaborado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), cuyos resultados confirman lo que ya venían observando las entidades en su día a día.
“Unos rasgos físicos específicos, sus problemas para comunicarse, pero sobre todo las dificultades que estos niños suelen tener en el aprendizaje son los principales factores que están detrás del bullying ejercido sobre los estudiantes con discapacidad intelectual”, comenta De la Rosa a partir de los datos de un informe publicado por la Fundación Cola Cao y la Universidad Complutense de Madrid, para a continuación señalar que, entre este colectivo, el acoso escolar “tiene un impacto aún más importante de lo que es habitual”.
“Se trata de un colectivo que ya vive muchas situaciones de discriminación y que es especialmente vulnerable porque es posible que no detecte que está pasando por una situación de bullying. Así. debido a sus dificultades para comunicarse y expresar sus sentimientos, así como para entender la situación, y a posibles problemáticas de salud mental añadidas, el impacto es doble”, asegura la directora de Síndrome de Down Cataluña y, en este sentido, a modo de ejemplo, Dolors recuerda que “como a mi hija en ocasiones le quitaban dinero del bolso, ahora es incapaz de separarse de él”.
Una campaña de sensibilización
Por todo ello, aprovechando la celebración del Día Mundial del Síndrome de Down, la entidad ha lanzado la campaña STOP Expertos. “Hemos elegido este lema porque, ante esta realidad, los chicos y chicas con discapacidad intelectual pueden acabar convirtiéndose en expertos en bullying, pero nadie ha de ser experto en esto, no podemos normalizarlo y queremos difundir este mensaje”, señala Ingrid de la Rosa.
“No queremos expertos en bullying y para ello hay que sensibilizar a la población para que aprenda a convivir con la diversidad, a la comunidad educativa para que luche contra este fenómeno y a la administración para que haga una apuesta clara para abordar el bullying sobre todo en la infancia con discapacidad intelectual, para lo que es necesario adaptar el protocolo de acción también para estas personas”, concluye la directora de la entidad.