El ministro de Educación israelí causa un revuelo al apoyar terapias de conversión para homosexuales

La Vanguardia.- El ministro de Educación israelí causa un revuelo al apoyar terapias de conversión para homosexuales

Desde que fue nombrado ministro israelí de Educación en funciones, la polémica acompaña a Rafi Peretz, exrabino en jefe del Ejército, antiguo colono en Gaza y líder del partido ultranacionalista Hogar Judío, que este sábado afirmó estar a favor de las terapias de conversión para homosexuales.

En una entrevista en el Canal 12 de Noticias israelí, Peretz había señalado que “es posible” realizar terapias de conversión en casos de homosexualidad y hasta confesó haberlas ejercido. Poco después, tras el revuelo generado, tuvo que salir al paso y publicó en su Facebook que él “no apoya” tal práctica y que sus palabras se habían malinterpretado y utilizado por sus adversarios para desprestigiarlo.

Conocido líder del sionismo religioso, destaca por sus posiciones ultraconservadoras, su retórica anti-árabe y su línea favorable a la colonización de los territorios palestinos ocupados. En el pasado fue general de brigada del Ejército, así como piloto de helicóptero en las Fuerzas Aéreas, y ejerció como rabino en jefe castrense entre 2010 y 2016. De 63 años, casado, con doce hijos y de ascendencia judía marroquí, vivió en la colonia israelí de Gush Katif, en la Franja de Gaza, hasta que fue evacuada en 2005, señala el diario local Jerusalem Post.

Para Yair Sheleg, investigador del Instituto para la Democracia de Israel, el actual titular de Educación integra “un sector ultraortodoxo del sionismo religioso” que interpreta con rigidez los mandamientos de la Torá (Pentateuco), “donde está escrito que el sexo entre hombres está prohibido”.

Ruth Gofen, de la Asociación Médica de Israel, aseguró hoy que “hay consenso entre los profesionales” sobre la peligrosidad de la terapia de conversión, que pretende cambiar la inclinación sexual o la identidad de género de las personas. Las investigaciones, indica la experta, muestran que esta terapia “solo aumenta el sufrimiento de los pacientes”, y agrava su depresión y pensamientos suicidas.

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