Ropa sin género: ni Víctor ni Victoria
El Periódico.- La edición norteamericana del ‘Vogue’ provocó tiempo atrás una de esos episodios que empiezan con suspiros y ojos en blanco y acaban con comunicado de disculpas cuando se le ocurrió acomodar en su portada a la modelo Gigi Hadid y a su entonces novio, Zayn Malik, diciendo chaladuras como que ellos tambien abrazaban la fluidez de género -ese desafío al andamiaje de normas que tradicionalmente han dividido lo masculino de lo femenino- porque ¿sabes? entre las cosas sin duda maravillosas que se intercambiaban también figuraba la ropa.
Ay. Al escritor Jacob Tobia le faltó tiempo para lanzar una llamarada recordando que -a diferencia de aquella sesión en la que lo más rupturista era que ella llevaba chándal y él, un traje estampado con plumas de pavo real- la experiencia de quienes transgreden las normas de género «rara vez es tan divertida y glamurosa». Y por desgracia llevaba razón: las estadísticas recuerdan con tozudería que, por ejemplo, más de la mitad de los menores LGTBI sufren acoso escolar.
Hastío frente a estigmas milenarios
Aun así, está claro que hay un cambio cultural en marcha que también está cortocircuitando desde abajo la indumentaria. Un estudio reciente de la Universidad de California apuntaba a que casi el 30% de adolescentes entre 12 y 17 años no se sienten dentro de los parámetros de lo que toca en cuanto a sexualidad e identidades. Y es precisamente este hastío frente a estigmas milenarios -la androginia, por ejemplo, tiene una documentada historia en el inframundo de lo respetable- uno de los pálpitos que laten con fuerza en la calle y la pasarela, que sin duda ha mordido este hueso y de momento no piensa soltarlo.
Ahí están, por ejemplo, las líneas de H&M o las colecciones de Maison Margiela y de MCM, que ha colocado en lo alto de su paso a la cantante Billie Eilish, superfenómeno generacional que luce chándals peludos y suele decir que a ella los mandatos de género -que modelan desde cómo vestimos hasta lo que deseamos- le suenan a ‘ancien régime’.
Aun así, habrá que ver qué recorrido tiene el proclamado ‘genderless‘ sobre todo en la indumentaria masculina, donde, a pesar de la enmienda general que en su día lanzaron David Bowie o Boy George, todo lo que suena a femenino es aún tabú por aquella idea tan tóxica y extendida por la que ser hombre significa básicamente a) no ser gay y b) no ser mujer.