Tango ‘queer’: un baile feminista y LGTBI
El Periódico.- Aquí el hombre no dirige siempre los pasos de baile sino que pueden dirigir ellas, y también bailar dos chicas o dos chicos juntos
Un hombre se pone a unos centímetros de una mujer y se abrazan con más fuerza que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Suena la sensual música del tango y, con la misma firmeza, transforman ese abrazo en un baile. El hombre dirige los pasos, conduciendo a la mujer por la pista. Pero apenas unos minutos después, ella se planta y, como si estuviera poseída por el espíritu de Simone de Beauvoir, toma las riendas. Junto a ellos, hay más de tres parejas, con mujeres dirigiendo a hombres, hombres bailando con hombres y también mujeres con mujeres.
«Las parejas de baile van intercambiándose el rol de coordinador de los pasos, independientemente del género. Por eso, pueden bailar mujeres haciendo de líderes, u hombres con hombres y mujeres con mujeres», añade Israel, también organizador, mientras señala la pista para reafirmar su tesis: una pareja de mujeres baila pegada, con una que dirige los pasos. Rápidamente, la otra empieza a tomar el rol de coordinadora, con mucha naturalidad. «Es cuestión de comunicarse y leer bien el cuerpo de tu pareja de baile para entender cuándo quieren el rol de coordinador».
La clase la dirige Dafne, la profesora. «Esta es para principiantes. Luego tenemos la de más expertos, cada una de una hora y media de duración», explica. Cada clase cuesta 7€, «aunque hay bonos», y están preparadas para todos los niveles. Tampoco hace falta que vengas acompañado, porque todos bailan con todos: llevan 15 minutos de clase, y Dafne grita que cambien de pareja. Como si fuera un ‘speed dating’, se separan entre ellos y buscan un nuevo compañero, sin importar el género, se saludan y se colocan el uno cerca del otro, listos para bailar.
«Ofrecemos libertad y baile sin prejuicios»
«Ofrecemos libertad y baile sin prejuicios y diversificar las opciones de bailar. Pero, al final, lo más importante de este baile es lo empoderador que resulta. Muchas mujeres se replantean cosas que tienen normalizadas, y cómo pueden cambiarlas». Es un trabajo que asemejan al activismo feminista y ‘queer’, ya que, a través del baile, intentan sacudir los principios del machismo social que tan interiorizado tenemos. Por supuesto, los beneficiados de este discurso no son solo mujeres. «Una vez un hombre me dijo que al principio le molestaba que una mujer le enseñase el rol del hombre en el baile, pero que con el tiempo se dio cuenta y reflexionó sobre su propio machismo y cómo no quería esos pensamientos y que lo había animado a cambiar», recuerda Dafne.
Fiestas mensuales
Va enseñando algunos pasos y corrigiéndolos con una atención casi personalizada, lo bueno de ser apenas una docena de asistentes. «Es muy importante que ambos bailarines sepan bien los movimientos porque, aunque se suela pensar que el que es ‘llevado’ es una figura pasiva, no lo es. También hace mucho trabajo y debe salir perfecto», añade Andrés.
La finalidad de aprender a bailar tango ‘queer’ es, además de como ‘hobby’, las milongas, unas fiestas mensuales donde se reúnen todos los adeptos de esta danza para, como si fuera el programa ‘¡Mira quién baila!’, sacar a relucir sus habilidades. Aunque el colectivo organiza las milongas ‘queer’ («donde se traduce este ambiente feminista e inclusivo de las clases para que todos bailen con todos sin impedimentos patriarcales», matiza Andrés), también van a milongas de otros colectivos. «Donde intentamos llevar nuestra misión, porque también es nuestro objetivo ‘queerizar’ espacios fuera de nuestra asociación y hacer la ciudad más acogedora para todas», concluye Israel.