Jóvenes bisexuales: Sufrimos vacío y burlas en clase por falta de educación
La Vanguardia.- Cuando despertaron a su bisexualidad, cursaban ESO, se sintieron «desorientados» y sufrieron el rechazo, vacío y burlas de sus compañeros, porque, «pese a las múltiples imágenes sobre sexo que tenemos al alcance, no recibimos ninguna formación afectivo-sexual».
Así se han pronunciado tres jóvenes de 17 años que cursan segundo de bachillerato y han querido opinar, en una entrevista con Efe, sobre la introducción de actividades afectivo-sexuales en los centros educativos, a partir de su experiencia.
María Martínez, Juanjo Fernández y Mireia Heredia han pedido que en los centros escolares «se hable más sobre el cuerpo y la sexualidad» para «evitar la confusión y normalizar la aceptación de la diversidad desde el respeto».
«Casi el resto de mi clase era homófobo, y en un debate colectivo sobre bisexualidad hice un comentario de aceptación hacia cualquier tipo de inclinación sexual» y «ahí empezaron los problemas», ha afirmado con rotundidad María Martínez.
«Tras reconocer abiertamente mi bisexualidad, cuando hacíamos educación física en ESO, las chicas no se cambiaban de ropa en el vestuario delante de mí porque temían que me excitase al verlas desnudas, me dejaban de lado y me insultaban» y «aunque por suerte nunca me llegaron a pegar», «sí me hicieron mucho daño psicológico», se ha lamentado la joven.
«Debido a mi inclinación sexual -ha denunciado María-, siempre he sido un blanco fácil para mis compañeros de colegio», a los que «creo que les faltó información para aceptarme y a quienes ofendía incluso mi presencia y me insultaban llamándome viciosa, tortillera, come coños».
Todo aquello «fue durísimo y muy triste», se ha lamentado la joven, que ha añadido: «Mis compañeros se divirtieron mucho mientras yo sufría y me preguntaba qué debía estar pasando por su mente para actuar de aquel modo».
«¿Qué podían haber oído en casa o qué escuchaban en los medios de comunicación en pleno siglo XXI aquellos jóvenes para ser tan intolerantes?», se ha interrogado María.
Pese a las dificultades, la joven se considera «afortunada» porque contó con el apoyo de la familia y siente agradecimiento hacia todos los médicos que la atendieron, «porque le ayudaron a aceptarse», ha afirmado.
Por su parte, Juanjo Fernández ha denunciado abiertamente que «no haya ninguna educación sexual» cuando es «tan necesaria» y cree que los padres «no deben decidir si sus hijos asisten o no actividades sobre educación afectivo-sexual».
Juanjo se basa en su experiencia personal, ya que, cuando sus inclinaciones sexuales despertaron, se sintió «perdido y solo». «Me hubiese ayudado a aceptarme si en el colegio me hubiesen formado en este sentido», asegura.
El joven reclama una buena educación afectiva y sexual «para ayudar a entender lo que ocurre cuando tu inclinación no es heterosexual, cuando te identificas con un género diferente al de nacimiento» o para aceptar que «las condiciones sexuales del resto son diversas».
Del mismo modo se ha pronunciado Mireia Heredia, que ha reconocido no haber sufrido acoso directo en su entorno escolar, pero «sí haber escuchado comentarios homófobos».
«Al intuir mi inclinación sexual no tuve ningún tipo de información», coincide la joven, que recuerda: «Me encontré con algo que nunca había pensado y ahí me di cuenta de que las cosas llegan cuando llegan» y que, «homosexual o heterosexual, el sentimiento es el mismo».
Muchos jóvenes «tienen un muro interior que les imposibilita salir del armario y aceptar que sienten atracción por las personas del mismo sexo», lo que «es una tortura», ha asegurado Mireia.
Entre los jóvenes, la sexualidad es aún hoy «un tema un poco tabú», en el instituto «apenas se trata», y cómo se aborde «depende de la ideología del profesor», algo que «debería cambiar y generalizarse para normalizarlo», ha reivindicado.
Viendo la educación sexual desde el ángulo de los abusos y coincidiendo con los tres jóvenes, la psicóloga de la Fundación Vicky Bernadet Pilar Polo, ha reclamado que en los centros educativos se imparta educación afectivo-sexual como «fundamental para prevenir los abusos» y ha exigido introducirla en los currículums.
En materia de sexualidad, los niños y los jóvenes «deben poder poner palabras a lo que ocurre» o de lo contrario «el abusador lo tiene más fácil para confundirlos», ha advertido la experta.
«Hablar del cuerpo no es nada malo, los niños tienen que saber que tenemos terminaciones nerviosas que provocan sensibilidad» y «conocer cómo es una sexualidad sana para no ser vulnerables», ha sentenciado Pilar Polo.
Según la psicóloga, la educación afectivo-sexual «no es en absoluto apología de la pedofilia», como defienden algunos partidos políticos y entidades, sino que, «al contrario, conocer el cuerpo y una sexualidad sana da herramientas para poder identificar una sexualidad insana».
En el entorno familiar se producen el 70 % de los casos de abusos a menores, ha recordado la psicóloga de la fundación Vicky Bernadet, que desde 1997 trabaja en la atención integral, prevención, formación y sensibilización de los abusos sexuales infantiles. EFE