Si no estás en el mapa, no existes. Así ayuda el GPS a los pueblos indígenas
El País.- Localizar a las comunidades nativas de la selva amazónica, registrar sus terrenos y recursos hídricos sería una tarea casi imposible si no fuera por los avances tecnológicos y el empeño de sus pobladores
El ingeniero forestal Omar Cárdenas dibuja en la pizarra un polígono que simula el territorio de una comunidad. A su lado, va anotando coordenadas mientras manipula un dispositivo GPS. Atentamente, los asistentes escuchan y anotan las instrucciones en sus libretas. Los alumnos oscilan entre los 26 y los 60 años, y han llegado hasta esta parroquia de Yurimaguas desde diferentes puntos del Amazonas peruano para aprender a manejar los GPS y proteger así sus territorios.
“En este taller estamos formando un equipo de monitores ambientales en la defensa de los recursos hídricos. Quieren registrar las fuentes de agua ante la autoridad Nacional de Aguas del Estado y para ello tienen que localizarlas. Por eso, el manejo de la tecnología les puede ayudar”, explica Cárdenas, ingeniero forestal de la Pastoral de la Tierra, la ONG que está al frente del proyecto.
En la Amazonía peruana, la continua expansión de empresas agroindustriales amenaza a las comunidades y ejerce una fuerte presión contra sus recursos naturales. La desaparición y contaminación de ríos y arroyos es una de las consecuencias. Al establecer las inmensas plantaciones, modifican el terreno de tal forma que, o bien los hacen desaparecer o drenan los residuos de los fertilizantes en los ríos cercanos. Así, las fuentes de agua de las cuales viven las comunidades desaparecen o se contaminan.
“Cuando es verano, prácticamente nos quedamos sin agua y la que hay tiene olor y otro sabor cuando la tomas. Para identificar la destrucción que ha habido, nos estamos preparando para manejar los GPS para identificar las zonas que nos faltan y luego pedir a la autoridad nacional del agua su protección”, explica.
En realidad, el Estado debería encargarse de identificar todos los recursos naturales con los que cuenta el país. Sin embargo, ya sea por falta de presupuesto o de interés, esto no es así. Por eso, la Pastoral de la Tierra orienta sus acciones a poner la pelota sobre el tejado del gobierno o como dice Omar, “darle la comida al estado en la boca” para que no pongan excusas y resuelvan esta situación.
Megáfono en mano para registrar territorios
A la comunidad nativa de Reforma se llega navegando el río Huallaga en un trayecto que dura poco más de media hora. El alcalde, Luis Chujandama está convocando con un megáfono a todos los vecinos a una reunión de emergencia para tratar el tema que más preocupa actualmente, la titulación de sus territorios.
“Hay empresas deforestando que no están muy lejos ya y en nuestros territorios hay caucho y también tres pozos petroleros y ya nos están invadiendo los terrenos otras comunidades donde hay peces y madera. Nos falta hacer esto de la titulación, es como un ser humano sin partida de nacimiento, que no vale nada. Así estamos nosotros con nuestro territorio”, señala Luis Chujandama.
Sin el título de propiedad comunal, las comunidades están totalmente desprotegidas. Según un informe de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), existen más de 1.100 comunidades nativas de la Amazonía que no tienen títulos de propiedad comunal. Además, el estudio realizado por el World Resources Institute, demuestra que el proceso de legalizar un territorio indígena es extremadamente complejo, costoso y lento. En los casos más extremos, puede llegar a demorarse treinta años.
Durante la reunión en la comunidad de Reforma, el joven de 29 años Frander Herrera pide tomar la palabra. Él es uno de los encargados de llevar a cabo una de las fases más complicadas de todo el proceso de titulación, mapear los territorios de la comunidad.
“Las rutas nos llevan de diez a 15 días por el bosque y vamos marcando en el GPS cada mil metros, pero tenemos que circular unas 35.000 hectáreas y nos acaban escaseando los alimentos porque no podemos cargar mucho”, cuenta Frander. «Es muy peligroso, también nos enfrentamos a los animales; las víboras y otorongos (jaguares); esos son los más peligrosos».
El proceso de titulación de sus territorios les hace exponer hasta sus propias vidas por culpa del abandono del estado pues en realidad, las instituciones si poseen recursos para mapear los territorios, solo que los emplean para otros intereses. En su libro, Guerras del interior, el periodista Joseph Zárate argumenta el por qué de esta situación: «Desde hace casi medio siglo toda la Amazonia peruana está dividida en decenas de rectángulos llamados lotes, que son cedidos a empresas madereras, petroleras y mineras para ser explorados y, eventualmente, explotados. Mientras que en algunos mapas de concesiones las empresas son polígonos, las comunidades nativas están representadas por puntos, como pequeños archipiélagos dispersos. El estado las dibuja con puntos para que todo lo que esté fuera de ese punto se considere libre para explotarse».
Una lógica que, gracias a los avances tecnológicos y al esfuerzo de ONG y las comunidades nativas puede combatirse. Un importante paso para la protección de los bosques amazónicos es el reconocimiento de los territorios a las comunidades indígenas pues al situarlos en el mapa, se reconoce su existencia, sus derechos y se impide la entrada de proyectos perjudiciales para ellos, el medio ambiente y el planeta en su conjunto.