La desescalada destapa un aluvión de abandonos de animales en Barbanza
La Voz de Galicia.- Las protectoras alertan de que están desbordadas y no tienen hogares de adopción
La pandemia del coronavirus ha dejado por el camino una lista negra de personas que no han podido con la enfermedad, a otros que se han quedado sin trabajo y a muchos que no saben si podrán seguir al frente de sus negocios en los próximos meses. Pero, entre las víctimas de esta crisis sanitaria, también están centenares de animales que, aprovechando el confinamiento, han sido abandonados a su suerte en las calles. Las protectoras que trabajan en la comarca de Barbanza están desbordadas desde que comenzó la desescalada, y algunas acumulan más de 150 gatos y perros esperando un hogar.
«Estamos sobrepasados. En todo o día non para de soar o teléfono, é unha barbaridade a cantidade de animais abandonados que están aparecendo», afirma Rosa Gómez Crujeiras, que se encarga de Callejeros Barbanza en Ribeira. En la capital barbanzana cuentan con un local cedido por el Concello donde pueden cuidar a todas las mascotas que reciben, pero el problema es que la gran mayoría son crías y necesitan numerosos cuidados, «porque hai que darlles o biberón co leite cada poucas horas».
En este sentido, critica la actitud de muchas personas, sobre todo de los particulares que quieren deshacerse de nuevas camadas y llaman para que se las vayan a recoger. «A xente aprovéitase moito de nós, deben de pensar que as persoas das protectoras estamos a saldo, e só somos voluntarios que temos que atender os nosos traballos», destacó Gómez Crujeiras.
Su compañero en Boiro, Juan Blanco, reconoce que la actividad se ha disparado en estas últimas semanas, «porque a xente comezou a saír das casas e a atoparse animais abandonados. Ademais, as gatas están na época de celo e tamén temos que facernos cargo das colonias das rúas, onde temos moitos problemas coa xente que lles bota comida aos animais, algo que está prohibido». A esto se une que, cuando comenzó el estado de alarma, decidieron paralizar las adopciones, ya que temían que muchos quisieran llevarse a perros para poder salir a la calle con la excusa de pasearlos.
En prueba
«Ata que pasou todo isto levábamos 67 adopcións. Nestes momentos xa as reactivamos e temos algúns cans e gatos que están en proba», explica Blanco, que recuerda que antes de irse a vivir a una nueva casa, las mascotas se desparasitan, se les coloca un chip y algunas se castran, lo que supone un gran trabajo y muchos gastos.
En la protectora Anajata de Muros gestionan en la actualidad unos 200 animales, la mayoría colonias que se controlan en las calles, pero también un buen número de otros que han sido abandonados. «É unha situación que se incrementou nestes meses e non sabemos moi ben a que se debe, porque esta é unha zona rural e non precisas un can para escaquearse e saír á rúa», reconoce Fabiana Vilar
«Estamos desbordados y desesperados. Nos salen los gatos por las orejas», confiesa Lyra Sierra de la protectora Arca de Noia. A este aluvión de animales abandonados se une otro problema, ya que durante el estado de alarma no han podido salir a mercadillos para recoger donativos, «y estamos en números rojos».
«Existe una gran falta de apego por las mascotas. Si se pierde, ya no se busca»
Desde que hace dos años la Xunta aprobó la Lei de Benestar Animal, se exige a los concellos que contraten servicios para gestionar la retirada y adopción de perros que están en las calles, o bien lo hagan a través de protectoras que dispongan de refugios homologados. La empresa XEA (Xestión Ética do Abandono), que dirige Óscar Villar, se encarga de las mascotas que no tienen hogar en los municipios de Outes, Muros, Carnota y Mazaricos, y considera que en la actualidad se ha generado un problema importante en este sentido. «Existe una gran falta de apego por las mascotas. Si se pierde, ya no se busca. Yo creo que, hoy en día, hay más extravíos que abandonos y la gente no sale a buscarlos», destaca.
A esto se une que muchos dueños aún no han chipeado a los animales, un requisito obligatorio, ya que de lo contrario, además de exponerse a una multa, si el perro provoca un accidente el seguro no lo cubre. «Nosotros vamos dando charlas por las aldeas para informar de esto y también para colocar los chips y evitar estos problemas», reconoce.