Las series españolas siguen siendo machistas: el 82% de papeles femeninos es una «mujer florero»
El Español.- Un estudio de las 18 producciones nacionales más vistas en 2018 y 2019 concluye que «continúan retroalimentando la cultura sexista».
Toda persona que haya visto La que se avecina recordará el personaje de Gregoria, interpretada por Beatriz Carvajal, por los lamentos de su marido Vicente (Ricardo Arroyo) después de su muerte y, sobre todo, por sus deliciosas croquetas. Una señora dedicada al cuidado de otros -su esposo y su hijo Leo, que vive en la misma comunidad- y que responde a un estereotipo llamado de «feminidad», es decir, caracterizado por su pasividad o por ser «mujer florero». Pero este caso no es ni mucho menos exclusivo, sino una constante de las series de televisón españolas.
Así lo revela un estudio de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) para el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (IMIO). Una de las principales conclusiones es que el 82% de los personajes femeninos aparecen desempeñando roles discriminatorios atribuidos a su género, como labores domésticas, de soporte emocional o de cuidado de sus familiares. De las 5.903 secuencias analizadas, tan solo en el 14% aparecen representadas en el ámbito laboral.
Y ya desde el primer momento se aprecia esa «cultura sexista»: en la creación y dirección de las ficciones, la participación de las mujeres es «prácticamente inexistente». De las 18 series más vistas en España durante el periodo 2018-2019, de las que se han analizado 300 horas de distintos capítulos, solo una es de autoría femenina. «Los resultados también evidencian la tendencia que nos dice que conforme es más alta la posición en la pirámide ocupacional, se observa una menor presencia de mujeres, mientras que en la base de la pirámide, en las posiciones más bajas, se constata la situación inversa: es dónde se concentran las mujeres», desgrana el estudio.
Feminidad pasiva
Además, la investigación asegura que los mensajes de las series nacionales se caracterizan por «su inequidad y por que la manifestación de los distintos tipos de violencia (de género, sexista, violencia simbólica) ocupa un lugar primordial». «La representación de las relaciones de los hombres y de las mujeres, a través de las series, llevan la marca de la diferenciación de géneros según estiman esa realidad sus creadores. Y esto significa el uso (y abuso) de estereotipos tanto de los personajes masculinos como femeninos».
El estudio pone de relieve que, en el apartado actoral, la proporción de mujeres protagonistas se ha incrementado «manteniendo proporciones semejantes» al protagonismo masculino, si bien a cambio «se reincide más en los estereotipos que se fundamentan en una feminidad pasiva que solo parece activarse ante la búsqueda del amor de la pareja o el cuidado de los hijos».
Por el contrario, el trabajo ocupa en la vida de estos personajes «un pequeño espacio», que a veces es o de «baja cualificación profesional» o en profesiones «encuadradas en los cuidados o los servicios». «Su rol familiar sigue siendo el eje central y motivacional de sus vidas», ha denunciado el estudio. También se apuntan «nuevos modelos» de mujeres, sobre todo las más jóvenes, pero la mayoría son esquematizadas con las pautas de comportamiento masculino en todos los órdenes de la vida: desde el tipo afectivo, al sexual, pasando por las relaciones de amistad o el trabajo.
En las series, el universo de la mujer «sigue girando alrededor del mundo masculino» y la cosificación de su cuerpo «buena parte de las veces es empleada para justificar su aparición en el relato». «Son pocas las mujeres que protagonizan o coprotagonizan una serie que no sean físicamente deseable, a no ser que se planteen como cuota o como contrapunto a otra protagonista -guapa- o para encarnar la maldad femenina. Por tanto, no hay novedades destacables que no pasen por la mirada patriarcal en la representación de las mujeres», ha señalado.