La realidad del autismo: «Sufrimos doble ‘bullying’, acoso en la escuela y rechazo en el trabajo»

  • Cada tres minutos nace una persona con autismo en España. Un trastorno que afecta a 450.000 personas en nuestro país

  • Este 2 de abril se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo

  • Una fecha en la que este colectivo denuncia la grave discriminación que sufre

Niusdiario.- El día en que a Ignacio Pantoja le diagnosticaron autismo sintió alivio. Tenía 18 años y entendió por primera vez por qué había tenido tantas dificultades en su vida. «Se me quitó un peso enorme de encima, comprendí que tenía un problema que la gente no aceptaba. Supe que yo no era culpable de estar solo«.

Es cierto que hay niños con TEA (trastorno del espectro autista) que no sienten la necesidad de relacionarse y tienden al aislamiento, pero no es el caso de todos, no es el caso de Ignacio. «Yo siempre he querido tener amigos, pero mi paso por el colegio y por el instituto fue un infierno, la verdad», confiesa a NIUS.

Pregunta. Entiendo que te excluían por ser diferente…

Respuesta. Sí, no me relacionaba con nadie. El que se acercaba era para reírse de mi, para burlarse o para humillarme. Me llamaban anormal, subnormal, retrasado, me pegaban

R. Claro, pero entonces, en los años 90, el bullying no se tomaba como un problema. Se decía que eran cosas de chiquillos. Pero son chiquilladas que te dejan marcado de por vida. En la adolescencia la situación empeoró aún más. Se intensificó el maltrato, el acoso, la intimidación… Me hacían arrodillarme ante ellos. Me daban bofetadas. Me escupían en la comida. Me obligaban a enseñar mis partes íntimas en público. Me robaban el dinero y destrozaban mis cosas. El maltrato habitual de un niño autista.

Su testimonio lo avalan los datos. «Una de cada dos personas con autismo sufre acoso escolar en el sistema educativo«, denuncia Jesús García Lorente, director de Autismo de España. «El bullying afecta a más del 50% de nuestros estudiantes, y si no tienen discapacidad intelectual asociada llega hasta el 80%», destaca. «Es una barbaridad y es una lacra absoluta. Son cifras intolerables que no nos podemos permitir».

Cuenta Ignacio que tan harto estaba de que le acosaran que suspendía aposta para repetir, con la ilusión de que al año siguiente le tocara en una clase donde no le trataran tan mal. «Pero los profesores se daban cuenta y no me dejaban suspender, me decían que tenía capacidad para salir adelante», recuerda.

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