Jóvenes y radicales, pero formados: así es la cantera de Marine Le Pen
Fuente: El Confidencial
Fecha: 20/04/2017
“Buenos días, ¿con Marine?”, propone Nicolas sonriendo a una mujer que sale del metro. Son las nueve de la mañana y los militantes del Frente Nacional (FN) apuran los últimos días de campaña para convencer a los indecisos. El mercado semanal de la plaza de Monge, en el quinto distrito de París, pleno centro de la capital, empieza a llenarse. Decir su apellido, Le Pen, no ayuda porque “recuerda al padre”.
“Espero que mi nombre sea una señal”, dice Nicolas, 23 años, estudiante en el Instituto de Estudios Políticos de París (popularmente conocido como Science Po, abreviación de Ciencias Políticas). “No fui yo quien llegó al FN, sino el FN quien llegó a mí”, asegura orgulloso este joven procedente de Saint-Omer, en la región de Nord-Pas-de-Calais, norte de Francia. “El ultraliberalismo, que es una violencia social sin nombre, el mundialismo, que debilita la cultura, los valores espirituales y el sentido ético de los individuos: ese es el verdadero extremismo”, afirma explicando los principales motivos de su militancia. Su nombre, en griego, se traduce como ‘la victoria del pueblo’.
Los sondeos demuestran desde hace tiempo que el Frente Nacional es el primer partido entre los jóvenes de 18 a 25 años. Jóvenes que normalmente son representados como procedentes de zonas rurales, con escasa formación y trabajos precarios. Entre los jóvenes universitarios de París, donde candidatos como Melénchon, Hamon o Macron se hacen más fuertes, el perfil del votante del FN cambia. Se pone traje, tiene un discurso muy bien construido y está presente en los debates de las altas escuelas de ciencias sociales.
“La presencia del FN en Science Po París es simbólica, pero muy significativa”, explica Frederic Farah, estudiante de Science Po hace 20 años y actualmente profesor de Sociología en la Sorbona de París. “Hoy supone una ruptura en una escuela abiertamente conocida como elitista, favorable a la Unión Europea y a la globalización. Antes era algo impensable, imposible”, continúa Farah.
“Todo se explica cuando en 2011 Marine Le Pen es elegida presidenta del Frente Nacional. La diferencia entre ella y su padre es que mientras Jean Marie Le Pen se bastaba con la contestación, ella quiere gobernar, quiere el poder. Y para gobernar se necesitan altos funcionarios y parecer un partido normal. Marine ha hecho todo lo posible para que eso ocurra”.
“Es interesante ver que las nuevas generaciones se atreven a expresarse a través del FN. El cerrojo de una cierta élite se ha abierto”, advierte Farah. “En estas últimas décadas, los temas favorables al FN han ganado centralidad, han cogido cuerpo, así es, la contestación a la UE, el miedo a la disolución de Francia en la mundialización, la presión migratoria, la crisis de refugiados, el aumento del terrorismo. Ese es el caldo de cultivo del Frente Nacional hoy en Francia”.
“La presencia del FN en Science Po París es simbólica, pero muy significativa”, explica Frederic Farah, estudiante de Science Po hace 20 años y actualmente profesor de Sociología en la Sorbona de París. “Hoy supone una ruptura en una escuela abiertamente conocida como elitista, favorable a la Unión Europea y a la globalización. Antes era algo impensable, imposible”, continúa Farah.
“Todo se explica cuando en 2011 Marine Le Pen es elegida presidenta del Frente Nacional. La diferencia entre ella y su padre es que mientras Jean Marie Le Pen se bastaba con la contestación, ella quiere gobernar, quiere el poder. Y para gobernar se necesitan altos funcionarios y parecer un partido normal. Marine ha hecho todo lo posible para que eso ocurra”.
“Es interesante ver que las nuevas generaciones se atreven a expresarse a través del FN. El cerrojo de una cierta élite se ha abierto”, advierte Farah. “En estas últimas décadas, los temas favorables al FN han ganado centralidad, han cogido cuerpo, así es, la contestación a la UE, el miedo a la disolución de Francia en la mundialización, la presión migratoria, la crisis de refugiados, el aumento del terrorismo. Ese es el caldo de cultivo del Frente Nacional hoy en Francia”.
Es ese desfase entre las formas de los militantes más adultos y los más jóvenes lo que representa el proceso de normalización que quiere conseguir el Frente Nacional. Explicado por politólogos y periodistas como “desdiabolización”. Davy es consciente de esto y procura dejarlo claro a los militantes en cada intervención.
Su apellido no pasa desapercibido y su biografía familiar rompe todos los esquemas mentales sobre el votante del Frente Nacional, que en absoluto es uniforme. Sus abuelos maternos huyeron de la dictadura de Salazar y de la pobreza en el norte de Portugal. Su abuelo paterno, nacido en una prisión durante la posguerra española, era sindicalista en las minas de El Bierzo en León, y su padre huyó de España por motivos políticos en los años sesenta y militó en las Juventudes Comunistas de España del exterior. En su tercer año de carrera, después de pasar su Erasmus en Madrid, abandonó su militancia en el Frente de Izquierdas (Front de Gauche) para unirse al Frente Nacional.
Trasvase desde la izquierda
“Hay un gran problema de identidad en Francia. Hay una gran distancia entre los ciudadanos y eso se refleja en un grave problema de convivencia”, explica Rodríguez, uno de los principales responsables de que el FN haya llegado a Science Po. “Ser francés quiere decir que primero prefiero a mis padres, luego a mi familia, luego a mis vecinos y después a los extranjeros. Es decir, los franceses primero. Y no digo franceses blancos, católicos y heterosexuales, sino franceses de nacionalidad, que se reconozcan como tal”. Explica así uno de los puntos fuertes del discurso de Marine Le Pen: la preferencia nacional.
Después de hacer un máster en Derecho Público, ahora se prepara para entrar en la Escuela Nacional de Administración (ENA). “He parado durante la campaña electoral”, reconoce. Son tres las principales razones que le acercaron al FN en 2015, el año de los atentados: “La falta de integración de muchos migrantes, el terrorismo y la política neoliberal de la Unión Europea”. Confía en que los jóvenes de Francia expresen su voluntad de cambio, sobre todo los que votan por primera vez: según un sondeo de Ifop en el mes de marzo, un 29% de los jóvenes lo hará.
Son muchos los militantes del Frente Nacional que vienen de la izquierda. Con Florian Philipot como referente, Antoine Chudzik dejó su militancia en el Partido Socialista (PS) después de que François Hollande rompiese con la mayoría de sus promesas electorales. “Hace tiempo que el PS se olvidó de la clase obrera y centró su interés en las minorías religiosas, los debates del veloy las reivindicaciones LGBT o feministas, a veces de lo más absurdas”, afirma el joven asistente parlamentario de la eurodiputada Sophie Montel, además decandidato a las legislativas de su región.
“No nos fijamos en el color de la piel, en la religión o el origen. Por eso estamos contra el derecho de suelo, porque la nacionalidad francesa se hereda o se merece”, explica a través de una conversación por Skype. “Para mí, la identidad francesa es amar el país, su larga historia con raíces judeocristianas. Por ejemplo, llevar el velo, vestir una chilaba o la comida ‘halal’ no son compatibles con nuestro modo de vida”, afirma Chudzik con tranquilidad, ignorando que hay cinco millones de franceses que son musulmanes.
La experiencia de Chudzik demuestra que, a pesar de los intentos de normalización, reivindicarse del FN sigue siendo un problema entre muchos jóvenes. “Simplemente hay que asumir que perderás amigos. Cuando me uní al FN, pensaba que era algo perfectamente normal. Me convencí de que era un partido como los otros. Y me equivoqué. Algunos de mis amigos decidieron no volver a tener contacto conmigo”, reconoce el exmilitante del PS.
Y advierte de un problema parecido en otras escalas de la sociedad, como en el alto funcionariado. “Hay muchas personas que no expresan su afinidad al Frente Nacional por miedo a ser discriminadas. Pasa también con profesores y con artistas. Si uno de estos se declara del FN, sería inmediatamente ignorado o excluido de los platós de televisión”, explica Chudzik haciendo referencia a una “dictadura de los medios de comunicación” que rechaza “poner en cuestión los dogmas referentes a la Unión Europea y a la inmigración».
Mitin entre antifascistas, FEMEN y refugiados
No faltó nada, ni nadie, en el gran mitin del Frente Nacional en París. Además de marchas antifascistas y reivindicaciones proacogida de refugiados en las afueras del estadio Zenith, en el norte de la ciudad, hubo también una acción de FEMEN durante el discurso de la candidata frontista. Allí se reunieron las juventudes del FN al completo. Entre ellos, George Verrez, de 21 años, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en Science Po París.
“Me empecé a interesar por la política cuando tenía 14 años, simpatizaba con las ideas de derechas, pero pronto me di cuenta que mis ideas eran más cercanas al FN”, reconociendo orgulloso su afinidad a las ideas del partido, algo que diferencia al votante corriente del FN, que se decanta por puro hartazgo respecto a los partidos tradicionales o ve el voto como mal menor.
Para Verrez es muy simple encontrar una explicación a por qué el FN es el primer partido entre los jóvenes. “Es el partido que aporta más esperanza. Y los jóvenes se dejan llevar por la esperanza, por lo nuevo. Tenemos ganas de cambio, de novedad, fuerza y grandeza”, responde mientras todo el estadio grita a coro “On est chez nous!” (‘estamos en nuestra casa’), un cántico habitual en los encuentros del Frente Nacional.