El talento afrodescendiente saca pecho en Tarifa
Fuente: El País
Fecha: 28/04/2018
Arranca la XV edición del Festival de Cine Africano, que se celebra simultaneamente en Tarifa y Tánger hasta el 5 de mayo, con el afán de visibilizar a los artistas españoles con origen africano
«Pues si los demás nacieron, ¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás?» Algunos de los versos más importantes del Siglo de Oro de la literatura española han sido el reclamo contra los estereotipos y el racismo con los que se ha inaugurado este viernes la XV edición del Festival de Cine Africano Tarifa-Tánger (FCAT). Son los del poeta Calderón de la Barca, de su obra La vida es sueño, recitados por los y las cineastas Astrid Jones, Silvia Albert, Marius Makkon, Armando Buika, Will Shepard y Angelo Torres. Los cinco han subido al escenario del teatro Alameda de Tarifa para dar el pistoletazo de salida a un certamen que se celebra de manera simultánea en esta ciudad gaditana y en la marroquí Tánger, y que este año se ha dedicado al talento afrodescendiente. Al mando de la gala, otra hija de dos continentes: la periodista española de origen guineano Lucía Mbomío. «Es muy bonito escuchar estos versos de sus bocas, de sus teces, de sus orígenes diversos», dice la presentadora sobre los artistas.
Los últimos días de abril son perfectos para visitar Tarifa: el tiempo es bueno y la ciudad aún no está colapsada por los turistas de la época vacacional. Aún se puede pasear por la medina sin agobios, sentarse en una terraza, disfrutar del silencio. En Tarifa, de 18.000 habitantes, en el verano de 2017 llegaron hasta los 150.000, se quintuplicó su población porque este es un destino de moda para los amantes de los deportes náuticos. Pero este enclave andaluz quiere identificarse también con la cultura y por eso acoge este FCAT, que aquí nació y, salvo una breve temporada que se trasladó a Córdoba, aquí sigue. «Entendemos que la promoción y el fomento de la cultura está también en el desarrollo de una sociedad que se precia por sus valores de convivencia y entendimiento», defiende el alcalde, Francisco Ruiz.
Durante la última semana de abril y la primera de mayo, hay revuelo. En las playas, lo habitual: los primeros bañistas del año y algún que otro practicante de kite surf con todo el mar para él. Pero muralla adentro se desarrolla toda la acción: por las estrechas callejuelas es fácil encontrar paredes forradas con el póster oficial del festival y a forasteros arrastrando maletas en busca de su hotel, cada uno con su acreditación correspondiente colgada del cuello.
El festival es un evento transfronterizo que pertenece a varias ciudades, a varios países y a varios continentes: Tarifa y Tánger, España y Marruecos, Europa y África. A partir de las siete de la tarde, bulle el interior del Alameda, donde Mbomío presenta la nueva sección que desde este año será permanente, Afrodescendencias, y recuerda por qué es importante visibilizar a este colectivo. «Que nosotros mismos contemos nuestras historias, y no otros», exige. «Estamos reclamando nuestro lugar y nuestra sociedad; los cineastas y actores piden justicia e igualdad de oportunidades porque tenemos el mismo derecho que el resto de personas a tener papeles, no un papel».
A continuación, desgrana todos los detalles de lo que se espera en la próxima semana a un lado y otro del Estrecho: una sección oficial, Hipermetropía, con 15 películas. «En ficción hay muchas proyecciones árabes, y el África negra se ha centrado más en los documentales, en la situación política y la relación de la población de distintos países con sus Gobiernos y de los movimientos activistas que han seguido los pasos de las primaveras árabes».
Tánger y Tarifa son dos ciudades que amanecen a diario mirándose una a la otra y, sin embargo, no siempre se dan la mano. Por eso hacen falta actividades que permitan el acercamiento de ambas orillas, opina Miguel Ángel Vázquez, consejero de cultura de la Junta de Andalucía. «Es un festival necesario porque apuesta por la cultura comprometida y ayuda a derribar fronteras y a acercar a los pueblos. Para combatir el rechazo a lo distinto», reivindica. «El FCAT permite dar voz a los que tienen más dificultad para hacerse escuchar». Y gracias a esa voluntad y a ese espíritu de cohesión del festival se da la circunstancia de que estas comprometidas palabras de un representante político son escuchadas desde las butacas del teatro por Frank Tutu y sus compañeros del Centro de Acogida a Refugiados de la Cruz Roja. Llegaron hace apenas unas semanas en patera y se han animado a asistir. Impensable reunir a un político y a un inmigrante sin papeles en la misma sala. En el FCAT pasa.
Y Tutu, que viene de Ghana, se queda muy sorprendido cuando tras las palabras de Vázquez hacen acto de aparición la actriz Silvia Albert y la bailarina de danza flamenca contemporánea Yinka Esi Graves, porque su origen es, precisamente, ghanés. Su espectáculo conjunto, las dos solemnes, rotundas en la danza y en la declamación, poniendo movimiento y literatura a la reivindicación del orgullo de ser mujer y negra, arranca los mayores aplausos del público. La guinda del pastel es la proyección de la película No soy una bruja, opera prima de la directora zambiana Rungano Nyoni que trata sobre una niña huérfana que, tras ser acusada de brujería, es expulsada de su pueblo. Y de todo lo que le pasa después. «Era muy esperada, ha sido una de las revelaciones del año en Cannes», adelanta el crítico de cine Javier Estrada para presentarla.
Anochece en Tarifa y desde esta orilla del mundo pueden verse las luces de África. A 14 kilómetros, en Marruecos, la Cinematèque de Tánger acoge una proyección subtitulada al francés. Y a las puertas del Alameda, los invitados del FCAT se retiran para descansar, pues les esperan unas intensas jornadas de teatro, música, literatura, relaciones públicas y mucho, mucho cine.
Jamás pensaría Calderón de la Barca, allá en su siglo XVII, que su poesía sería estandarte del colectivo afrodescendiente para reclamar su visibilidad y el reconocimiento a su trabajo. Pero no existen poesía ni crónica que valga para demostrar el talento de la afrodescendencia, ya solo viendo a Yinka y Silvia sobre las tablas, se comprende todo.