Los suicidios de tres menores refugiados en Londres provocan la alarma por la responsabilidades de las autoridades
Fuente: Diario.es
Fecha: 24/06/2018
Tres adolescentes de Eritrea se han suicidado en los últimos seis meses después de viajar hasta Gran Bretaña sin sus padres
En los últimos seis meses se han suicidado al menos tres adolescentes refugiados que habían llegado a Gran Bretaña desde Calais, abriendo interrogantes sobre el trato que reciben los jóvenes y menores solicitantes de asilo, muy vulnerables, por parte de Interior y de las autoridades locales.
Los tres eran de Eritrea y se quitaron la vida en Londres. Dos de ellos tenían 18 años, y uno, 19. Habían viajado por África y Europa de adolescentes, sin la compañía de sus padres, y huyendo del conflicto en Eritrea. Todos pasaron un tiempo en el campo de refugiados de Calais. También se sabe de un cuarto joven eritreo y solicitante de asilo que se suicidó el año pasado, aunque su nombre no se hizo público.
Filmon Yemane acababa de cumplir los 18 cuando se suicidó en noviembre. Alexander Tekle, también de 18 años, se suicidó en diciembre, quince días después que Filmon y un año después de llegar a Reino Unido escondido en la carga de un camión frigorífico. Un tercer adolescente, N (cuya familia pide no revelar su nombre), se suicidó en mayo en el mismo albergue del norte de Londres que había alojado a Yemane. Tenía 19 años.
En abril se abrió una investigación por la muerte de Yemane. Gracias a las pesquisas se sabe que había entrado en crisis 24 horas antes de quitarse la vida. También, que los empleados del centro de acogida donde vivía habían informado del deterioro en su estado al personal de salud mental del Servicio Nacional de Salud. Pero sus preocupaciones no fueron «priorizadas adecuadamente dentro del equipo de crisis». En mayo se celebró la audiencia previa a la investigación sobre la muerte de Tekle. Aún no hay fecha para la audiencia completa ni para la investigación por la muerte del tercer joven.
Pendiente de nuevos hallazgos de la investigación, aún no es posible determinar qué hizo que los tres jóvenes, que se conocían entre ellos, terminaran con sus vidas. Todos habían pasado por experiencias extremadamente traumáticas, huyendo de conflictos y enfrentando múltiples peligros en su camino a Reino Unido, sobre todo en el generalmente violento entorno de Calais. Los tres arriesgaron sus vidas para entrar en Gran Bretaña de forma clandestina en camiones y trenes. Pero según las personas que les conocían, el dilatado proceso para solicitar la condición de refugiado en Reino Unido les resultó extremadamente estresante.
Hamid, otro adolescente eritreo que conocía a los tres adolescentes y también está pidiendo asilo, afirma que a Alexander Tekle y a N, el joven que se suicidó en mayo, les preocupaba mucho el tiempo que tardaba el Ministerio de Interior en decidir si les concedía o no el estatus de refugiado. Hamid pidió que no se publicara su nombre real. Tiene miedo de que pueda complicar su propia solicitud de asilo, aún sin resolver a pesar de que llegó a Reino Unido hace tres años, cuando tenía 15.
«Alex y yo éramos amigos íntimos. Era un chico excelente, pero estaba renunciando a la vida», cuenta Hamid. «Estaba tenso por los asuntos del Ministerio de Interior, todos lo estábamos. Traté de decirle que no se preocupara demasiado, pero pensaba en ello todo el rato. ‘Una vez que tengas los papeles, puedes empezar tu vida, puedes empezar la universidad’, decía. Él quería empezar a trabajar y a enviar dinero a su madre. Sin los papeles no es posible trabajar», añade.
Hamid no está seguro sobre Yemane, si a él también le preocupaba su solicitud en el Ministerio de Interior, pero sí sabe que el tercer joven, N, estaba ansioso por saber si le aceptarían como refugiado: «Le preocupaba el Ministerio de Interior y la posibilidad de que lo pudieran mandar de vuelta a su país y se ponía tenso por eso».
El Ministerio de Interior no está devolviendo a nadie a Eritrea porque se considera demasiado peligroso. Pero los niños solicitantes de asilo que cumplen 18 años sin haber conseguido el estatus de refugiado se quedan en un limbo: no pueden trabajar ni estudiar. Si no dejan el país voluntariamente, les pueden mandar a centros de detención de inmigrantes.
Benjamin Hunter conoció a Tekle trabajando como voluntario con los refugiados de Calais. Tekle acababa de cumplir 16 años en ese momento. Cuando finalmente viajó a Inglaterra, mantuvo el contacto con él. «Alex había vivido cosas profundamente traumáticas en su viaje a Reino Unido, en particular en Libia y Calais, donde pasó un año viviendo solo en una tienda de campaña, abandonado y abusado».
«¿Por qué no he recibido mis papeles?»
La edad de Tekle no fue bien evaluada a su llegada a Reino Unido y no era fácil obtener el certificado de nacimiento de Eritrea. Aunque al final llegaron los documentos, durante un tiempo le consideraron como a un adulto, enviándole a una unidad para adultos donde pasó dificultades de verdad, según Hunter. También cuenta que en ocasiones se quedó sin techo en Reino Unido, y que a veces bebía mucho para aliviar el estrés, cuenta Hunter.
«En vez de recibir el apoyo y la ayuda que necesitaba desesperadamente, cuando llegó a Reino Unido le dijeron que no le podían considerar como un niño o como un extutelado para proporcionarle ayuda estatal. Lo dejaron fuera del sistema de cuidados, en un albergue para solicitantes de asilo adultos, donde sufrió agresiones violentas», dijo. «Alex estaba muy preocupado por el bienestar de su familia, por lo incierto de su futuro y, en particular, por su solicitud de asilo y la idea de que podrían deportarlo. ‘¿Por qué no he recibido mis papeles, como mis amigos?’ Fue lo último que me dijo, el día antes de morir».
Su padre, Tecle Sium Tesfamichel, vive en Sudán, también como refugiado. «Alexander ya no va a regresar. Pero quiero saber que esto no le vuelva a ocurrir a otros niños y jóvenes. Son niños y niñas que se ven obligados a abandonar sus hogares por causas ajenas a ellos. El viaje por el desierto y el mar les traumatiza. El deber de las autoridades es cuidar y guiar a estos niños que vienen solos a Reino Unido. No deberían venir a morir».
El despacho de abogados Bhatt Murphy, a cargo del caso de la familia, quiere que el juez de instrucción revise las actuaciones de las autoridades locales responsables de Alexander. Quieren que evalúe el alojamiento que le dieron, las evaluaciones de edad que le hicieron y el acceso a los servicios de salud mental que le concedieron.
Una mujer eritrea que trabaja con jóvenes solicitantes de asilo (pide no ser identificada) dice ser testigo de las muchas presiones que sufren los adolescentes recién llegados. «El viaje, la bienvenida y la recepción que tienen aquí no es lo que esperaban», dice. «Sienten que no son deseados».
«Todo es muy diferente a la vida que tenían en sus casas. La soledad, la barrera del idioma. Les ponen en alojamientos donde no tienen a nadie con quien hablar», asegura.
Las ONGs de ayuda a los refugiados y a los niños han documentado extensamente los problemas de salud mental que sufren los niños no acompañados y solicitantes de asilo.
Según Sam Royston, director de políticas de la Children’s Society y responsable de nuevas investigaciones sobre la salud mental de los niños solicitantes de asilo no acompañados en Reino Unido, «estos jóvenes vulnerables pueden haber experimentado el trauma de la guerra, la persecución, el duelo y la explotación y todo eso puede tener un impacto enorme en su salud mental». «Demasiado a menudo no les dan el apoyo que necesitan… Los médicos con los que hemos hablado nos cuentan historias de jóvenes que tristemente se autolesionan o intentan suicidarse».
Según un estudio publicado en 2017 por el comisionado británico para la infancia, las demoras del Ministerio de Interior en el trámite de las solicitudes de asilo están causando problemas. Según el informe, «el testimonio de los niños y niñas migrantes demuestra que pasar por esa incertidumbre y espera lleva a un estado de parálisis y de depresión, afectando gravemente a su bienestar».
Según Elaine Chase, una académica que entrevistó a más de 60 jóvenes migrantes no acompañados en Reino Unido para el proyecto de investigación Becoming Adult (haciéndose adulto), aproximadamente una de cada tres personas con las que habló había tenido problemas de salud mental. Entre ellas, dificultades para dormir, ansiedad, depresión grave y sentimientos suicidas, a menudo relacionados con la incertidumbre sobre el estatus que les dará el Ministerio de Interior. «Un joven de 18 años intentó suicidarse y terminó en una unidad de salud mental. Luego le cobraron por los cuidados médicos y le dijeron que tenía que irse del país», explicó.
«Aquí se dan cuenta que el sueño no es un sueño»
De acuerdo con Jennifer Allsopp, que también participó en el proyecto de investigación, los migrantes entrevistados tendían a preocuparse más por la incertidumbre sobre su futuro que por los traumas vividos. «Para ellos, la buena salud mental está asociada con la capacidad de trabajar para cumplir las aspiraciones futuras; tener un sentido de estabilidad, seguir adelante con sus vidas», dijo. «Es muy difícil lograr eso, si no imposible, cuando no tienen seguridad sobre su estatus legal».
Para Rosalind Compton, abogada de inmigración en la ONG Coram Children’s Legal Centre, donde asesoran a niños solicitantes de asilo, muchos de los jóvenes se encuentran bajo unas condiciones de tensión extremas. Compton afirma que conoce a una joven de 18 años que intentó suicidarse en diciembre después de que le denegaran el asilo. «Es necesario mejorar sustancialmente el apoyo de salud mental para todos los jóvenes que solicitan asilo», afirma. «Las demoras del Ministerio de Interior hacen que el apoyo de salud mental se retrase o sea ineficaz».
Liz Clegg conoció a Alexander Tekle durante los dos años que trabajó en Calais ayudando a los niños migrantes del campo de refugiados. Ahora dirige en Birmingham un centro de apoyo a los que llegan a Reino Unido. «Era encantador. Recuerdo que se subía al coche y se ponía a cantar la música de la radio. Parecía un niño sincero, alegre y sociable», recuerda. También cuenta que a muchos jóvenes les destruyó todo el tiempo que pasaron en Calais tratando de llegar a Gran Bretaña. Los que pasaron sólo unos pocos días en el campo tendían a estar en mejor situación cuando llegaban a Reino Unido.
«[Calais] tuvo un impacto profundo en todos ellos y luego la idea ilusoria de que todo se arreglaría en cuanto llegaran a Reino Unido. Esa es la gota que colma el vaso. Han aguantado y aguantado, han seguido adelante y han llegado hasta aquí. Y entonces se dan cuenta de que el sueño no es un sueño», dijo.
Gran Bretaña concede un permiso temporal de permanencia a todos los menores. Pero a los que no cumplen con los requisitos para obtener el estatus de refugiado les piden que empiecen a planear el regreso a su país de origen en cuanto cumplen diecisiete años y medio. Muchos luchan por juntar las pruebas que demuestren su derecho al estatus de refugiado. Obtener asesoramiento jurídico no es fácil. Como dijo Clegg, «hay que tener pruebas que demuestren la necesidad de ser acogido como un refugiado».
«El proceso es una pesadilla y ellos no lo entienden. Ninguno de estos niños leyó la Convención de Ginebra ni tiene la menor idea de cómo funciona el proceso de asilo. Para muchos de ellos, la idea era que si podían llegar a Reino Unido todo iría bien. Y luego son rechazados. Es mucha presión. Todo el ambiente de hostilidad para inmigrantes se vuelca sobre ellos. Es inhumano decirte que sólo puedes estar aquí hasta los 17 años y medio. Una forma de maltrato».
«Sabemos que algunos niños solicitantes de asilo no acompañados han huido de la persecución en sus países de origen y han experimentado viajes potencialmente peligrosos antes de llegar a Reino Unido», señala un portavoz del Ministerio de Interior. También, que el Ministerio se había «comprometido a tomar las decisiones en materia de asilo lo antes posible, a la vez que asegura la consideración debida para estos casos, a menudo complejos». «Los servicios para la infancia de las autoridades locales atienden a los niños no acompañados y se les exige que evalúen las necesidades individuales de cada niño, incluido el acceso a cuidados en materia de salud mental».
En seis meses, Hamid ha visto cómo tres adolescentes de su círculo se han suicidado. Él dice que todavía está tratando de entender por qué decidieron quitarse la vida. «Alex era tan generoso que te daba hasta su último dinero, te daba su ropa. Si sólo tenía una libra, compraba dos bebidas, una para él y otra para ti. Lo compartía todo».
Hamid sigue muy preocupado por su propio estatus migratorio. Hace poco recibió una carta del Ministerio de Interior en el que le informaban de que era una «persona sin permiso», susceptible de ser detenida y posiblemente expulsada del país. «No se te permite TRABAJAR. No se te permite ESTUDIAR». Así dice la carta.