A juicio por denegar a una niña la educación inclusiva

El País.- Los padres de una niña con discapacidad denuncian a la administración madrileña por incumplir la Convención de la ONU

Cuando suena una nota musical, el cerebro de Athenea se activa. Ella, una niña de 13 años con discapacidades y capacidades diversas, ha encontrado en el piano una tabla de salvación a nivel educativo y vital. Sus padres, Carmen Nieto y José Ignacio Boixo, basándose en ese hallazgo en las aptitudes de su hija, luchan desde hace años contra el sistema para que reciba la educación que ellos quieren, la denominada inclusiva, es decir, la que se imparte en un centro ordinario, pero con los apoyos necesarios. Sin embargo, un informe realizado en 2017 por un comité de evaluación de la Comunidad de Madrid decidió lo contrario: Athenea debía ser escolarizada en educación especial, la destinada exclusivamente a alumnos con alguna discapacidad. El asunto, enquistado en la administración tras años de reclamaciones, irá a los tribunales por la vía penal. El caso está además en la fiscalía provincial.

Miércoles por la tarde en Colmenarejo. Athenea recibe en su casa a Ingartze Astuy, su profesora de piano. Lo que empezó como una forma de activar sensorialmente su cerebro se ha convertido en parte esencial de la vida de la niña, que nació con un tumor cerebral del que fue operada a los 23 días de vida y por el que, tras ser intervenida, sufrió una infección hospitalaria que la dejó con secuelas severas. “No va a ver, ni oír, ni andar”, dijeron los médicos a los padres “A los seis meses me fui a casa con un bebé que era un vegetal. Aunque yo la miraba y veía un sujeto”, recuerda Carmen. Los inicios fueron duros pero, ahora, en plena adolescencia, Athenea, cuyo hermano es el español que diseñó el mayor hito de la computación cuántica, ve con gafas, oye perfectamente y anda moderadamente bien con la ayuda de un corsé. Además de esos logros, la niña destaca por tener “un oído musical absoluto”, en palabras de su primera profesora de piano, Diana Real, y los informes de su neurólogo. “Claramente mi hija no va a entender nunca el teorema de Pitágoras, pero tiene derecho a formar parte de la sociedad y la cultura a la que pertenece. No quiero que se le aparte y se le ponga el cartel de discapacitada para que forme parte de un gueto”, se queja la madre.

Pero para conseguir eso, los padres tienen que luchar contra el sistema educativo. En concreto, contra la Comunidad de Madrid. Dos padres formados (ella, licenciada en filosofía, máster en psicoanálisis y perito judicial; él, ingeniero informático y perito judicial también) y asesorados por el CERMI (Comité Español de Representantes con Personas con Discapacidad), están dispuestos a acudir a donde haga falta: los tribunales españoles, europeos o de derechos humanos. “Mi hija no puede estar en una clase poniendo pinchitos en un agujero, que es lo que se hace en educación especial. A los niños hay que estimularlos, ver en qué destacan y potenciar eso como un tesoro. Con ella puede ser la música, pero a otro niño se le puede dar bien el dibujo o ser un genio de las matemáticas. No podemos segregarlos y tratarlos a todos por igual”.

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