«A la gente le molesta que las chicas trans ganemos, no que juguemos»

El Correo.- Deportistas como las futbolistas Izaro Antxia y Alba Palacios y la jugadora de vóley Omy Perdomo abren camino a las transexuales españolas que desean pisar la pista

Han vivido todo un proceso físico y mental antes de poder formar parte de un vestuario femenino. Han hecho frente a comentarios hirientes, personas con mentalidades obsoletas y barreras legales, pero cada vez más deportistas transexuales dan el paso de calzarse las zapatillas, mostrarse tal y como son ante el mundo y luchar por sus éxitos deportivos. Mujeres como las futbolistas Alba Palacios, Izaro Antxia, Iraide Leguina y Valentina Berr o las jugadoras de vóley Omaira ‘Omy’ Perdomo y Antía Fernández han derribado prejuicios en cada pase y las que continúan en activo aseguran sentirse «como una más» en sus equipos deportivos femeninos.

«Debutar con Las Rozas en 2018 fue un sueño cumplido para mí, por fin estaba en mi sitio», afirma la jugadora madrileña Alba Palacios. Amante del fútbol desde su infancia, inició su transición en 2017, a los 31 años, tras un largo proceso de reflexión. «Jugaba en un equipo masculino y terminé en el banquillo porque la hormonación me dejó débil. Pero cuando vi que la gente empezaba a percibirme como una chica di el paso de acercarme a un equipo femenino. Era algo importante para mí», confiesa. Valiente, se acercó al entrenador de Las Rozas después de un partido y le pidió jugar. «Al principio se sorprendió un poco pero enseguida me llamaron para entrenar», sonríe.

El desconocimiento que aún impera sobre los deportistas transexuales mantuvo a Palacios un año fuera de los partidos. «La Comunidad de Madrid se enteró de lo que ocurría y nos avisó de que, con la Ley de Protección contra la LGTBIfobia de la comunidad, podía jugar pese a no llevar dos años hormonándome, un requisito en el resto del país», explica. Entonces sí, Alba pudo saltar al campo como ya hiciera la portugaluja Izaro Antxia, la primera futbolista trans federada en España, en la temporada 2015/2016.

«Sabía que volvería a jugar al fútbol como mujer porque la Ley les obliga admitirlo, pero se me llegó a pasar por la cabeza que tal vez no podría volver a pisar un campo», reconoce la jugadora del Guriezo cántabro. Izaro, antes Gorka, supo que «no encajaba» desde pequeña. «Te intentas convencer de que eres uno más, pero por suerte ahora hay más información y pude tomar la decisión hace cinco años», señala. La informática encara su segunda temporada en el equipo y se declara feliz aunque empieza a plantearse su retirada. «Si tenía alguna posibilidad de vivir del fútbol como hombre, como mujer es aún más imposible», reconoce a sus 38 años.

«Dicen que entramos fuerte. Son excusas»

El pasado mes de julio Antxia se vio obligada a llamar a la Policía ante los insultos que recibió mientras jugaba en Leioa. «Siempre tienes que aguantar comentarios, nadie le va a decir nada a otra jugadora por entrar fuerte, pero si eres trans…», lamenta. Palacios también ha aguantado a desaprensivos en el campo. «En el fútbol siempre va a haber quien se meta contigo seas como seas, pero casi lo siento más por los árbitros, en especial las juezas de línea», asegura. Al igual que le ocurrió a la ciclista canadiense Rachel McKinnon con su compañera de podio en una carrera, también alguna jugadora le ha dicho que es injusto que juegue en un equipo femenino.

Palacios explica que, aunque desde que inició su hormonación ha perdido resistencia y recuperación, algunas jugadoras utilizan su transexualidad como excusa. «Suele ocurrir cuando pierden, entonces vienen los comentarios de que corres más, eres trans… pero sufro efectos secundarios como calambres y sofocos y he perdido masa muscular», explica la joven. Antxia, trialeta por afición, reconoce que también le cuesta más mantener sus logros deportivos como mujer. «Antes hacía 10 kilómetros corriendo en 45 minutos sin entrenar, ahora practico durante varias horas al día y apenas lo consigo en una hora. Es tan frustrante que llegué a pasar un tiempo sin querer correr», confiesa.

La jugadora de voley grancanaria Omaira ‘Omy’ Perdomo se considera más afortunada que sus compañeras. Juega en la Liga Iberdrola, la máxima categoría de este deporte, en su isla y nunca ha tenido que escuchar improperios en el campo. «Soy una mujer de los pies a la cabeza desde que tengo uso de razón, comencé mi cambio de identidad cuando tenía 12 años y hay quien no repara en que soy transexual. Eso sí, no me pusieron las cosas sencillas en el instituto», reconoce a sus 20 años y a punto de comenzar una nueva temporada en el IBSA CV CCO 7 Palmas.

«Me decían que era un chico, que yo era Omar y que tenía que jugar con los niños. No quería estar con los cadetes, mis compañeros no lo entendían, y pasé varios años entrenando con chicas sin poder competir hasta tener mi DNI femenino, a los 18», lamenta. Por fortuna, Juan Manuel Campos, presidente del 7 Palmas, se fijó en ella y le dio una oportunidad. «Mido 1,88 y les gusté. Para mí era un sueño jugar en este equipo, me gustaría ganar la Copa de la Reina y conseguirlo todo», celebra Omaira sin dejar de hacer referencia al apoyo recibido por parte de su familia.

«El fútbol se acaba, pero tu vida no»

Perdomo, que nunca se desarrolló como un hombre, lamenta la situación del colectivo trans. «Ojalá nuestra realidad llegue a estar tan representada como la homosexual, personas a las que se les nota más que han transicionado siguen sufriendo delitos de odio y siendo discriminadas en el deporte», denuncia Omaira, a quien le gustaría dedicarse a la actuación o los medios de comunicación en el futuro para seguir visibilizando su realidad. «A la gente no le molesta que los trans juguemos, sino que ganemos. Pero en mi equipo somos seis y todas tenemos que colaborar para marcar cada tanto», subraya.

Los niveles de testosterona elevados pueden llegar a considerarse dopaje, por lo que estas deportistas hacen hincapié en la importancia de entregar las estadísticas de hormonas y controlarlas como es debido. «En los juegos de equipo una chica trans no se considera una ventaja, una jugadora sola no gana el partido», subraya Palacios. Pese a su amor por el esférico, Palacios, que este año jugará en una categoría superior con el CD Samper de Coslada, siempre tuvo claro que su prioridad era estar cómoda consigo misma. «El fútbol se acaba con la edad, pero tu vida no y debes ser quien quieras ser», aconseja.

Antxia defiende la necesidad de mantener un cierto control para garantizar la igualdad en el deporte. «Si se permitiera realizar el cambio de DNI sin hormonación sí que habría verdaderos problemas», asegura Izaro, quien practica triatlón por afición con hombres. «Tal vez dos años sea mucho tiempo para obtener el DNI ya que, con un año de tratamiento, las consecuencias como la esterilidad o la atrofia genital ya son irreversibles, pero sería peligroso para los deportistas eliminar el requisito de la hormonación en las categorías masculina y femenina», apunta. Por el momento únicamente existe algún caso excepcional en el que no se puede recibir hormonación por motivos de salud.

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