Así fue como las migraciones humanas cambiaron el paisaje de Europa en plena Edad de Bronce
La Vanguardia.- Investigadores de Plymouth y Copenhaguen dicen que el desplazamiento de los pueblos Yamnaya transformó más el paisaje que la llegada de los agricultores neolíticos.
El continente europeo vivió dos grandes migraciones humanas prehistóricas. La primera fue un movimiento hacia el noroeste durante el Neolítico protagonizado por las poblaciones de agricultores de Anatolia. El segundo, a principios de la Edad de Bronce, llevó a los pueblos esteparios euroasiáticos Yamnaya a desplazarse hacia el oeste. Ambas cambiaron de forma clara la composición genética de los habitantes de Europa.
El Holoceno, el periodo geológico que se extiende desde hace unos 10.000 años hasta la actualidad, sin embargo, también se ha caracterizado por los importantes cambios en la vegetación. Modificaciones que alteraron los territorios ocupados por los antiguos cazadores-recolectores. La cuestión es si estas transformaciones fueron consecuencia de los cambios climáticos o si están vinculadas a la circulación de personas. Los investigadores de las Universidades de Plymouth y Copenhaguen parecen tener la respuesta.
“La propagación de los agricultores neolíticos a través de Europa central no tuvo una fuerte asociación con los cambios en el paisaje vegetativo. Pero la velocidad de la migración de Yamnaya fue al menos el doble de rápida y coincidió con una reducción en la cantidad de bosques de hoja ancha y un aumento en la cantidad de terrenos de pasto”, escriben en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science .
Hasta ahora se había creído que la expansión de los cultivos desde Oriente Medio hasta Europa (entre el 9.500 y el 3.800 a.C.) provocaron una revolución sin precedentes que alteró todo el continente. El nuevo análisis, en el que se ha utilizado ADN antiguo combinado con técnicas geoestadísticas, sugiere que la transformación más profunda, sin embargo, no llegaría hasta algunos centenares de años después, entre el 3.000 y el 1.200 antes de Cristo.
Los científicos aseguran que la disminución del bosque de hoja ancha -caracterizado por árboles como el abedul, las hayas, los fresnos, los manzanos, las platanácea, los ciruelos o los cerezos- y el aumento de las zonas de pasto y los herbazales coincidió, hace unos 2.200 años, con una perdida de predominio por parte de los grupos de cazadores-recolectores que tenían densidades de población relativamente bajas.
Los Yamnaya, originarios de la zona media del río Volga y de las cercanías del río Dnieper, normalmente se asocian con el pastoreo de caballos y los entierros en túmulos, sepulcros parecidos a hoyos en los que se introducían los cuerpos de los difuntos en posición de decúbito supino con las rodillas dobladas. Estos pueblos serían los que introdujeron las lenguas protoindoeuropeas a medida que avanzaban hacia el oeste a través de la costa mediterránea.
“El movimiento de pueblos esteparios durante la Edad del Bronce tuvo un impacto particularmente fuerte en la vegetación europea. A medida que estos pueblos se movían, vemos aumentos en la cantidad de pastizales y disminuciones en los bosques de hoja ancha en todo el continente. Ahora también podemos comparar los movimientos de los genes con la difusión cultural. En el caso de la revolución agrícola neolítica, por ejemplo, los dos se rastrean particularmente bien, tanto en el espacio como en el tiempo”, explica el profesor de la Universidad de Copenhaguen Fernando Racimo, autor principal del estudio.
En su trabajo, Racimo colaboró con los integrantes del proyecto Deforesting Europe de la Universidad de Plymouth, que anteriormente ya habían demostrado que más de la mitad de los bosques europeos han desaparecido en los últimos 6.000 años como consecuencia de la creciente demanda de tierras agrícolas y al uso de la madera como fuente de combustible.
”El paisaje se han transformado drásticamente durante miles de años. El conocimiento de cómo las personas interactuaron con su entorno en el pasado tiene implicaciones para comprender nuestro entorno actual”, argumenta la doctora Jessie Woodbridge. Los investigadores tampoco descartan que la “apertura del paisaje antes de la llegada del pueblo Yamnaya” fuera debido a las “prácticas agrícolas, ganaderas y mineras neolíticas, que pueden haber facilitado los movimientos posteriores de personas”.