«Cíbervidas adolescentes» y terminales móviles
Fuente: La Voz de Asturias
Fecha: 28/05/2017
Los adolescentes tienen una «cibervida» diaria a la que la que sus responsables somos totalmente ajenos y en la que pueden pasar muchas cosas, sobre todo si no nos implicamos en absoluto
Desde hace ya tiempo sabemos que España es el país europeo con la mayor dependencia en relación con el uso de los teléfonos móviles. Si a este dato le unimos el cada vez más habitual titular periodístico (en cualquier medio) sobre adolescentes cometiendo delitos (acosos, abusos, saltándose intimidades, etc) ¿qué tenemos? Que hay un problema cada vez más serio al que no le estamos dando respuesta. Las medidas que estamos tomando son simplemente punitivas o «evitativas», es decir, tratando de evitar implicarnos, como hacen a veces algunas familias.
El móvil se ha vuelto una poderosa herramienta de seducción, tanto para conocer gente como para ligar. Por su práctico funcionamiento y su versatilidad, parece diseñado para ser un facilitador de encuentros eróticos. Antes nos mandábamos cartas, incluso alguna foto, sobre todo entre los novios, era una práctica habitual. Ahora seguimos en esa clave pero con un avance tecnológico que facilita y vuelve instantáneos los contactos, la comunicación, el envío de todo tipo de imágenes que tú mismo o tú misma puedes hacer, así como videos, etc. El hecho de compartir fotos y cosas íntimas no ha cambiado, lo que ha cambiado es ese efecto multiplicador que tienen las redes sociales. Y por supuesto que es un nuevo espacio para ligar, chicos, chicas y también gente adulta tienen largos momentos de cortejo a través de su smartphone… Bueno, eso antes lo hacíamos por teléfono y salía bastante más caro. Y anteriormente esperábamos el correo y la espera nos parecía…eterna
Todo esto nuestros adolescentes lo saben. Lo saben y curiosamente, en el momento vital en el que más les bulle el cuerpo, más activa es su imaginación, mayor es su deseo de conocer, experimentar, vivir, etc… vamos nosotros y les regalamos un móvil. Un buen móvil o un excelente móvil. Lo hacemos «para que les sirva». Y se lo regalamos sin explicarles nada al respecto, «para tenerlos localizados». En una edad en la que la percepción de riesgo no pasa por su mejor momento, pero sí su habilidad y pericia tecnológica. Y esperamos que la «ciencia infusa» les ilumine por el camino de la sabiduría y hagan buen uso de la herramienta que depositamos en sus manos. Y todo esto, en muchos casos, incluso antes de entrar, no ya en la adolescencia, sino en la propia pubertad.
Cuando las familias regalamos un móvil no nos damos cuenta que no estamos regalando solo un teléfono, estamos regalando un mini ordenador, con un estudio de grabación, de edición de vídeo, con una conexión a internet, etc. Con un móvil conectado a internet, cualquier niño o niña de 10 años puede pasarse horas navegando en internet, no solo por la pornografía, sino por cualquier página de contenidos extremadamente violentos y perjudiciales, e intercambiar archivos de cualquier naturaleza con sus amigos, amigas o personas anónimas y desconocidas. «Pero así los tenemos localizados». Es curiosa esa excusa, ¿no ofrecen todas las compañías móviles sencillos, que solo sirven para estar localizados y que generalmente regalamos a nuestros mayores? ¿No nos servirían exactamente igual con nuestros hijos o hijas de 10 años? Pues parece que no.
Generalmente las familias compran el móvil como una forma de tener conexión directa con su hijo o hija, cuando empieza al instituto o cuando se va a su primer viaje de estudios… Pero ellos y ellas lo usan en todo su potencial y muchas veces lo usan para hacer cosas que nadie les ha explicado que no pueden hacer y que incluso pueden ser ilegales, delictivas. Y todo eso se lo proporcionamos, muchas veces a edades poco adecuadas y con motivos no muy justificables. Aparte de que la mayoría de las familias tampoco tienen las herramientas o la información necesaria para poder aconsejarles sobre lo que pueden y lo que no pueden hacer. No podemos comprarles el último móvil que ha salido al mercado y luego dejarles a su aire solo por que no entendemos nada. ¿Tiene eso lógica? Yo creo que ninguna.
Una «cíbervida»
Mientras tanto, tenemos adolescentes que llevan años conociendo y manejando terminales móviles (el término teléfono se queda muy corto). Con esos terminales van construyendo una realidad virtual donde ya pasan parte de su vida diaria. Pero ojo, muchas veces una vida díaria que ha pasado a ser una «cíbervida» díaria que no vemos, que no percibimos, de la que somos totalmente ajenos y a la que no tenemos acceso. Y en esa cíbervida pueden pasar muchas cosas, sobre todo si no nos implicamos en absoluto.
En mi papel de Coordinador del Centro de Atención Sexual del Ayuntamiento de Avilés (C.A.S.A), hace años que tuve que cambiar completamente el contenido de una de mis clases de Educación Sexual en el Aula, dentro del Programa «Aprendiendo a Entendernos» para meter el tema móviles, intimidad, redes sociales… Antes yo hablaba solo de pornografía, tratando de desmontarla al saber que su consumo masivo es una realidad en adolescentes, sobre todo chicos. Pues esa misma pornografía ahora se envía por whatsapp, se comenta, se intercambia, se busca más para ver quien envía lo más «peculiar», lo más «llamativo», lo más agresivo…
En 2015 añadimos otro programa que se desarrolla desde el Centro de Atención Sexual de Avilés CASA y que se imparte desde la Concejalía de Igualdad y que también trabaja estos temas: «Educando los buenos amores». En la justificación del proyecto argumentamos: «En los últimos años se observa un resurgir de mitos del amor romántico que parecían haber quedado atrás. Se aceptan mecanismos de control por parte de la pareja, asumiéndolos como una prueba de amor. Se piden las contraseñas de acceso al perfil de las redes sociales, se revisa las veces que la pareja está on line y se exigen explicaciones al respecto… Incluso se espían las ubicaciones, para saber en todo momento donde está la persona supuestamente amada…» Y todo esto se hace sobre todo desde los móviles.
Un «Mundo de Oz» virtual
Pero no todo son riesgos y peligros. Esa especie de «Mundo de Oz» virtual también está lleno de diversión, seducciones, placeres, descubrimientos…permite una comunicación y una consolidación de amistades, así como la multiplicación de estas. Ese entorno virtual tiene unas reglas y una legalidad, pero nadie se lo ha dicho y pueden llegar a creer que no existe ni el bien ni el mal y todo es posible. Por eso es tan importante la educación, que sepan que un acoso, un abuso, un insulto, etc en ese entorno virtual es igual de delito que hacerlo en la calle, que sepan detectarlo, que sepan evitar según que situaciones, etc. También tienen una sensación de falsa impunidad, como si al apagar el ordenador o el móvil, ese mundo desapareciese y aquí no ha pasado nada. Pero sí que pasa y es imprescindible fomentar esa concienciación.
¿Y las familias? A la población adulta se nos ha venido encima esta explosión de internet, redes sociales y nuevas tecnologías en general y muchos no se dan cuenta de lo importante que es actualizarse. Y tanto como actualizarse, dejarse actualizar por nuestros hijos e hijas, preguntar, interesarse.
A veces las familias nos plantean la posibilidad de crearse perfiles falsos en internet y buscar la amistad de nuestros hijos e hijas o revisarles el móvil periódicamente. Ambas posibilidades son un error poco recomendable, salvo casos muy concretos. Estamos hablando de la intimidad de nuestros hijos e hijas. Ellas y ellos no son prolongaciones ni propiedades nuestras, son personas individuales que se están construyendo como adultos y adultas. Lo que hay que hacer es interesarse por su mundo virtual. Igual que cuando los adultos éramos pequeños nos preguntaban con quien salíamos, con quien íbamos a la calle o al parque a jugar, etc, pues ahora deberíamos hacer lo mismo. Saber a quien tiene en el Whatsapp o en sus redes sociales (instagram, facebook, etc). Preguntar sin ánimo inquisitivo y dejar que nos informen, que nos cuenten, etc. No podemos desaparecer de esa parte solo por que no entendemos como funciona. Eso es dejarlos completamente solos y solas.
Por otro lado, los padres debemos tender puentes de forma explicita. Nuestros hijos e hijas tienen que tener claro que estamos ahí para ayudar (no solo para reñir) si tienen un problema y no son capaces de resolverlo. Hay que prestar atención, estar atentos y presentarnos colaboradores. Pero hacerte con sus claves para entrar a controlar lo que hacen… Sería como aquellos padres que se colaban en la discoteca para vigilar lo que hacía su hija… Perderíamos su confianza y su respeto. Y eso no es buena idea. Se trata de educar en la responsabilidad, en proteger su intimidad y su privacidad, en saber lo que puedes compartir en las redes sociales y lo que no. Y a partir de ahí, confiar en que lo habremos hecho bien. La educación de los hijos consiste en eso, con estas situaciones y con todas las demás.
Finalmente, recordemos que en sí mismos, los terminales móviles y los entornos virtuales en los que se mueven nuestros hijos e hijas no son ni buenos ni malos, el problema está en el uso que se haga de ello, no en la herramienta en sí. Hay que seguir sumando esfuerzos institucionales, docentes, familiares y profesionales, así como recursos y voluntad de implicación. Avilés es un buen y destacado ejemplo de todo esto, pero vemos que hay todavía mucho trabajo que hacer. Seguiremos en ello.