CINE CONTRA EL RACISMO 2018
Nos vamos al cine para luchar contra el Racismo y la Intolerancia para conmemorar el 21 de Marzo: Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial. Ese día, el 21 de Marzo de 1960, la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra las leyes de pases del apartheid que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica. En su recuerdo continuamos su lucha para acabar con el racismo y que no haya más víctimas. Esta lucha debe ser desde varios frentes y la educación y la sensibilización preventiva contra la Intolerancia y la Violencia tienen un peso muy importante en ella. Para ello nos podemos servir del cine como una herramienta importante para llegar en las aulas y poder trabajar esta temática. Hacemos un repaso desde EducaTolerancia de las últimas cintas de esta última temporada que nos pueden ayudar en esta labor.
Empezamos este recorrido cinéfilo con Mundbound. La plataforma en streaming Netflix nos trae una película de la directora Dee Rees, un drama crudo que nos habla de la esclavitud, el racismo, la guerra y el machismo.
Dos familias viven en el campo, entre fango y sudor, trabajando diariamente por sacar adelante las cosechas. Una familia blanca y una familia afroamericana. Nada debería sorprendernos, de no ser porque son los años 40 y, a pesar de que Estados Unidos siente su espíritu patriótico a flor de piel, el racismo se mantiene pase lo que pase. El sur mantiene su mentalidad desfasada y retrógrada.
Basada en la novela homónima de Hillary Jordan, ‘Mundbound’ se adentra en la mente de distintos personajes, mostrándonos una radiografía del lado más conservador de los Estados Unidos. De nada importa que sean dos familias en el campo, con los mismos recursos. Una siempre servirá a la otra. Una familia que deja atrás su vida acomodada para meterse de lleno en el barro. Una familia afroamericana que trabaja como sus empleados con la esperanza de ser propietarios algún día de sus propias tierras.
Esta es la primera vez que la Academia de los Oscar nominó a una mujer afrodescendiente Diandrea “Dee” Rees para el premio a Mejor Guión, al igual que Rachel Morrison, nombrada en el segmento de mejor fotografía.
Seguimos con más cine dirigido por mujeres, esta vez con las oscarizada Kathryn Bigelow y Detroit, que recrea un caso real de corrupción policial: la redada del Algiers Motel de Detroit durante los disturbios raciales de 1967.
Detroit es una película tan difícil de soportar como brillante. Es soberbia como crónica de un episodio real muy concreto: una redada policial, con final trágico, llevada a cabo en el Algiers Motel de Detroit, en Michigan, durante los disturbios raciales que tuvieron lugar en julio de 1967.
La cinta captura la violencia y la intolerancia vivida. Y, sobre todo, es brutal como retrato del racismo en Estados Unidos, como un mal longevo y resistente que extiende sus brazos a la policía, el sistema judicial y la política del país.
Detroit pasa a finales de los 60, pero no habla de un racismo, una corrupción o una violencia exclusivas de esos años o puntuales: mucho tienen que cambiar las cosas para que esta película deje de estar de actualidad en algún momento.
Los amantes del cine de terror bueno, el que se basa en el suspense y no en sustos y en subidas del volumen de la música, están de enhorabuena. Vamos con Déjame salir de Jordan Peele, un thriller de terror centrado en el racismo que se ha convertido en la gran sorpresa cinematográfica de la temporada y que ha tenido varias nominaciones en los Oscar.
Con un presupuesto de 4,5 millones de dólares, ‘Déjame salir’ lleva recaudados 214 millones en el mundo entero. Y sigue sumando. Un éxito descomunal. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es que las críticas son buenas. La especializada se deshace en elogios y al público le está gustando el debut en la dirección de Jordan Peele.
El director lo tiene muy claro. Quería hablar sobre el racismo en su país. Pero no el racismo obvio, el de la gente vinculada al Ku Klux Klan, sino un racismo más habitual y que se da incluso en un sector de la población que no se considera racista y sí progresista.
‘Habla de cómo se enfrenta Estados Unidos a las diferencias raciales y de la idea de que el racismo es un demonio. Es un monstruo americano’, declaró el director en una entrevista.
De hecho, hasta la elección dl protagonista Daniel Kaluuya como el actor protagonista generó polémica por el hecho de ser británico y no estadounidense. Esto declaró el actor Samuel L. Jackson al respecto: ‘Deberían haber elegido a un hermano americano. Daniel Kaluuya creció en un país donde la convivencia interracial viene de siglos. Algunas cosas son universales, pero no todas. Un hermano de Estados Unidos hubiera sentido más aquello’. El terror tiene múltiples formas para mostrarse en la gran pantalla. Una de ellas es el monstruo del racismo.
El nuevo superhéroe de Marvel Black Panther llega en plena era Trump con una muestra del poderío afroamericano en una cinta de acción que reflexiona sobre la unidad del black power y sobre qué hubiera ocurrido en África sin el colonialismo.
Black Panther, una película sobre un superhéroe negro, sobre Wakanda, un reino ficticio africano, sobre la nación más avanzada tecnológicamente en el mundo gracias al descubrimiento del mineral «vibranio». Sin duda, esta película representará un hito impresionante en su redefinición de la estética africana dentro del espíritu cultural de la conciencia cinematográfica.
Black Panther , nació en julio de 1966 en Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, dos dibujantes blancos, en una época marcada por las protestas ante la guerra de Vietnam y los derechos civiles de los afroamericanos. Lee y Kirby se adelantaron algunos meses al nacimiento del partido de los Panteras Negras, una organización de carácter revolucionario y socialista que luchaba contra la segregación racial.
Las mujeres cobran un papel importante en la película. El elenco solo hace mejorar al filme y cuestionar incluso el poder del propio superhéroe protegido por un ejército de guerreras temidas por su fuerza «Dore Milaje» y liderado por Okoye interpretada por Danai Gurira. Y por supuesto, Shuri interpretada por Letitia Wright, una brillante científica que desarrolla armamento de última generación, tendrá un papel predominante.
No solo en la historia, donde son las que deben tomar las decisiones para salvaguardar el futuro de Wakanda; sino también tras las cámaras las mujeres comprar importancia en esta cinta. La película cuenta con una directora de fotografía de cabecera, Rachel Morrison, nominada al Oscar este año por Mudbound , como hemos señalado antes, con una directora de vestuario y una montadora. Un equipo de mujeres inusual en la industria norteamericana. Sin embargo, el final y sin querer hacer spoiler, es donde el amor romántico vuelve a ganar, nos aleja de esa liberación de la mujer tan ansiada.
En definitiva Black Panther no es revolucionaria, tampoco la cinta más reivindicativa del año contra el racismo; pero es muy empoderador que esta historia de superhéroes, que no es más que una tragedia griega, esté protagonizada por actores y actrices negros porque normaliza algo que debería haber estado normalizado hace años.
Seguimos en este especial de cine contra el racismo con En la sombra , nazismo y racismo en la película alemana ganadora de un Globo de Oro dirigida por Fatih Akin.
Fatih Akin es hijo de inmigrantes turcos y ha sufrido en carne propia el racismo, una preocupación que vuelve a poner en el corazón de su última película. Fatih Akin sostiene que «En la sombra» es una película muy personal. Cuando se le pregunta porqué, responde con una frase simple y contundente: «no me gustan los nazis». Después explica que, como hijo de inmigrantes turcos, sabe muy bien lo que es la discriminación y el racismo.
Protagonizada por Diane Kruger, que obtuvo en Cannes el premio a la mejor actriz, la película se inspira en los asesinatos xenófobos perpetrados en Alemania por el grupo neonazi NSU entre 2000 y 2007, y que durante mucho tiempo quedaron impunes, dado que la policía atribuyó los crímenes a venganzas por asuntos de droga o juego. Uno de los propósitos de este nuevo filme es volver a poner el debate sobre la mesa en un momento en que la ultraderecha ha escalado posiciones en Alemania y se ha erigido en la tercera fuerza política del país, según explica su director
Y vamos con los último títulos en este especial de cine contra el racismo con La forma del Agua de Guillermo del Toro, la flamante triunfadora de la última edición de los premios Oscar.
La forma del agua nos lleva a un gélido centro de investigación de Baltimore a principios de los años 60, como fondo idóneo para una película que habla sobre machismo, racismo y homofobia.
Guillermo del Toro, el cineasta siempre ha sentido una especial querencia por los desheredados, por aquellas personas que viven en la cara más oculta de la sociedad, que no son aceptados por una razón u otra, por su apariencia física, por motivos ideológicos o por razones de discriminación social.
En esta ocasión, para La forma del agua, ha escogido a un grupo de personajes invisibles dentro de la sociedad norteamericana de principios de los años sesenta: dos mujeres, una muda y otra afroamericana que trabajan limpiando un centro de investigaciones del Gobierno, un homosexual que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y que no ha salido del armario, un espía ruso que traiciona a sus compatriotas y una criatura marítima condenada a convertirse en materia prima para experimentos. Un grupo humano tan diverso como representativo a la hora de hablar de la exclusión y la marginación tanto en el pasado como en el presente.
Como él mismo ha declarado, quería hacer una película que hablara de nuestro tiempo, de los problemas que nos aprisionan en la actualidad, pero sirviéndose del pretérito para constatar que continuamos perpetuando los mismos problemas. Si entonces las minorías raciales, religiosas y sexuales lo tenían complicado, ahora continúa estando presente la discriminación como un mal arraigado en el fondo de la sociedad a través de la homofobia, el racismo y el machismo.
La forma del agua se encuentra configurada como un cuento de hadas, pero detrás de la historia de la princesa y el monstruo se esconde una fábula de carácter político en la era Trump, una metáfora en torno al odio y al miedo dentro de nuestra sociedad y una poética y estilizada historia que sirve para dotar de dignidad a una serie de personajes que han sufrido en sus carnes el rechazo, la represión y la intolerancia.
Y terminamos con una película española: La vida y nada más de Antonio Méndez-Esparza. Como si se tratase de la versión sin florituras de «Moonlight» nos recuerda qué significa ser negro en Estados Unidos. Al borde de la edad adulta, Andrew ansía encontrar un propósito para su vida como joven afroamericano. Su madre anhela algo en su vida que vaya más allá de la propia maternidad, por lo que Andrew se ve obligado a asumir la creciente presión de la responsabilidad familiar. Su intento de conectar con un padre ausente le conduce a una peligrosa encrucijada.