Condenado a 22 meses de internamiento un menor por violar a una amiga suya en Lugo
El Progreso.- El juzgado de Menores de Lugo condenó a un joven de 16 años de edad por violar a una amiga, de 15, imponiéndole una pena de un año y diez meses de internamiento en régimen cerrado, así como diez meses de libertad vigilada. La magistrada le impuso también la obligación de someterse durante toda la condena a «programas formativos de educación sexual y educación en igualdad» y le prohibió acercarse a la víctima o comunicarse con ella por cualquier medio durante dos años.
La sentencia considera probado que sobre las cinco y media de la tarde del 11 de julio de 2023, el acusado acudió al domicilio familiar de la menor y, cuando estuvieron a solas, le realizó tocamientos de tipo sexual, que la chica consintió. Posteriormente, cuando estaban en la habitación de la adolescente, el chico insistió para que se desnudasen y realizasen prácticas de carácter sexual, a lo que ella cedió, «pero le advirtió expresamente que no la penetrase vaginalmente». Aún así, el chico lo hizo.
Por estos hechos, el juzgado de Menores de Lugo condenó al joven como autor de un delito contra la libertad sexual, pero la letrada de la defensa recurrió el fallo ante la Audiencia Provincialalegando que las relaciones habían sido consentidas y que se había vulnerado el principio de presunción de inocencia.
El tribunal revisó el caso y confirmó la condena. Según explica, es cierto que «se produjo una participación voluntaria y libre de ambos menores en la creación de un ambiente de intimidad y cercanía de tono sexual, en el que cada uno de ellos pudiera interpretar que el acercamiento estaba autorizado».
La sala admite también —como se decía en el recurso— que «la insistencia no es delito», pero apunta que «la magistrada de instancia no condena al menor por insistir, ni siquiera por los tocamientos. Lo condena porque no se limitó a eso, sino que la penetró a pesar de que la chica le había puesto de manifiesto que no la penetrase, e incluso intentó separarlo con sus manos, al mismo tiempo que le preguntaba qué hacía». La Audiencia concluye que el chico «desoyó la negativa y el rechazo de la menor, cometiendo así el delito de agresión sexual».
La sentencia explica igualmente que la declaración de la víctima resultó «coherente y creíble» y que la joven vivió una «experiencia traumática». De hecho, presentó síntoma de estrés postraumático, tristeza, sentimiento de culpa, negación dependencia emocional y creencias minimizadoras sobre la importancia de los hechos.
«La menor», apunta el tribunal, «relató que en un principio no sintió que lo ocurrido no fuese normal, ya que pensaba que una violación era cuando una persona agredía a otra y empleaba la violencia, pero se dio cuenta de que era una violación porque empezó a sentirse mal, cada vez peor; la hizo sentirse usada y no podía creer que su mejor amigo le hubiese hecho eso».