Cuando el apoyo para salir del armario depende de la comunidad autónoma en la que vivas
Fuente: El País
Fecha: 28/06/2017
Las distintas normativas que rigen en cada comunidad autónoma hacen que ser gay en una u otra entrañe notables diferencias, especialmente en lo sanitario.
Con la tragedia de Orlando todavía reciente y la próxima celebración del Orgullo Gay 2016 en Madrid (del 29 de junio al 3 de julio), cabe preguntarse si el nivel de aceptación de la comunidad LGTB crece de forma ascendente o, por el contrario, como ocurre con los derechos de las mujeres o de los trabajadores, experimenta periodos de retroceso, debido en parte a los diferentes regímenes políticos, la crisis y una cierta vuelta al conservadurismo, producto del miedo y de la inestabilidad económico-político-social.
El colectivo de Lesbianas, Gays, transexuales y bisexuales de Madrid, (COGAM) y FELGTB acudirán a la Manifestación Estatal del Orgullo, el 2 de junio, con el lema ¡Igualdad real, ya!, que engloba cuatro demandas legislativas: aprobación de una ley integral de transexualidad, aprobación de una ley de igualdad LGTBI, aprobación de un pacto de estado por el VIH e implantación de medidas efectivas para introducir la diversidad sexual y de género en el sistema educativo.
El informe sobre la Nupcialidad de parejas del mismo sexo: Igualdad legal sin igualdad social,también atestigua esta diversificación por comunidades. El texto contabiliza los matrimonios homosexuales en España entre 2005 y 2011. Barcelona es la ciudad que registra más uniones de este tipo, con un total de 4.672; mientras Soria es la que menos, con solo 4 bodas.
La visibilidad de la comunidad LGTB en el mundo laboral podría ser un buen barómetro, la prueba del algodón de la tolerancia, en un ámbito empresarial en el que la menor preocupación es la de los derechos humanos de sus empleados. “Existen también lo que nosotros llamamos recortes ideológicos”, señala Generelo, “personas que deben esconder su orientación o identidad sexual para evitar la discriminación, estigmatización o, incluso, el despido. La mayor parte de las personas LGTB no son visibles en todos los ámbitos de su vida y el laboral es, generalmente, el último en salir del armario. Lo mismo ocurre en los centros de enseñanza, en los que el 80% de los alumnos no heterosexuales esconden sus preferencias. En este sentido los transexuales son el colectivo que sufre más exclusión y marginalidad, en parte por lo difícil que les resulta acceder al mercado de trabajo. Siguen siendo considerados como enfermos desde el punto de vista legislativo y, al ser un grupo minoritario, tienen menos recursos para su autodefensa”.
Marta Pascual es sexóloga y está al frente de la asesoría sexológica de COGAM. Su contacto directo con los problemas de las personas LGTB le hace pensar que “vivimos un proceso de conservadurización de la sociedad. Un cierto retroceso en cuanto a conquistas obtenidas. La crisis social genera miedos que, casi siempre, empujan todo hacia una ideología más tradicional. Si uno ve alguna de las series de fabricación española, se dará cuenta de que volvemos a los mensajes de antes, en los que la tolerancia brilla por su ausencia. Aunque no me gusta ese término. Tolerar implica algo que no está bien, yo prefiero usar la palabra ‘integrar’ porque, en realidad, estamos hablando de derechos humanos, no de privilegios. Pero para ello se necesita una gran labor en materia educativa, que contemple toda esa diversidad, sin necesidad de etiquetar en cada momento a las personas”.
La calle y los titulares de periódicos, sin embargo, nos devuelven una realidad bien distinta. Hace unas semanas, Carles Simarro, el portavoz del PP en el ayuntamiento de Sóller (Mallorca), se oponía a una moción en defensa de la igualdad del colectivo LGTB con una singular propuesta: la celebración del “día del machote” y de “la señorita de toda la vida”; olvidando que el Machote Day se honra de lunes a domingo en muchos ámbitos y calles españolas, sin necesidad de que se señale en el calendario.
Matanzas, agresiones, cárcel y castigos físicos: el mapa mundial que horroriza
En pleno siglo XXI existen todavía 10 países en el mundo en los cuales la homosexualidad, casi siempre masculina, está castigada con pena de muerte: Yemen, Irán, Mauritania, Nigeria, Catar, Arabia Saudí (que paradójicamente participa en el Comité de Defensa de los Derechos Humanos de la ONU), Afganistán, Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Somalia, que en principio solo la castigaba con prisión, pero desde que algunas regiones han adoptado la Sharia, incorporan ya la pena capital. Según el informe de Amnistía Internacional, Estado de los derechos humanos de personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) 2014/1015, que incluye también a Brunei entre el anterior grupo, quedan todavía muchos países en los que estas orientaciones sexuales están penadas con cárcel o castigos físicos: Camerún, Gambia, Marruecos, Nigeria, Senegal, Trinidad y Tobago y Uganda. Mientras en otros, solo lo ven como un delito si ocurre entre hombres, como Guyana, Jamaica, Líbano, Sierra Leona, Singapur o Zambia. Buenas noticias para las mujeres, pero también una nueva muestra del modelo machista que desprecia la homosexualidad femenina hasta el punto de que ni siquiera la tiene en cuenta o admite su existencia.
El Pew Research Center hizo un estudio en el 2013 en 39 países -entre 37.653 personas- para ver la aceptación de la homosexualidad en el mundo. Según esta investigación, España es el país más tolerante del planeta, con un 88% de ciudadanos que ven con buenos ojos esta orientación sexual, por encima de Alemania (87%), República Checa (80%), Canadá (80%) y Australia (79%). En el bando contrario, se sitúan muchas naciones africanas o con religión musulmana; en las que la mayoría de la población piensa que la homosexualidad no debería ser aceptada socialmente. En principio, los países en los que la religión tiene un menor peso son más tolerantes; excepto Rusia, en el que solo un 16% de sus ciudadanos aceptaba a este colectivo; o Brasil y Filipinas, en los que a pesar de que el credo tiene todavía mucho peso, carecen de problemas para convivir con sexualidades variadas. En líneas generales, el estudio demuestra que las mujeres muestran más aceptación que los hombres hacia la homosexualidad.
A pesar de la inmejorable posición de España, según el informe anterior, y de que nuestro país fue el cuarto en aprobar la ley de matrimonio homosexual (2005), tras Holanda, Bélgica y Canadá; los delitos de odio que tienen que ver con la orientación sexual han crecido en nuestro territorio en el último año, según los datos oficiales del Ministerio del Interior y del Informe sobre delitos de odio e incidentes discriminatorios por orientación sexual e identidad de género en España, 2015, elaborado por la plataforma Con la voz bien alta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). De los 107 incidentes LGTBfóbicos en 2015, el 51% de las víctimas fueron gays, el 21% lesbianas, el 12,1% transexuales y el 12,1 bisexuales. Se registró también la muerte de una mujer transexual y el principal grupo de edad de los agredidos fue de 18 a 35 años. Se sabe también que un 14,9% de las víctimas eran menores de edad y que este colectivo ha aumentado, en concreto se ha duplicado, con respecto a al año anterior.
Según Jesús Generelo, presidente de FELGTB, “hay que interpretar con cuidado estos datos porque aunque las cifran nos dicen que han aumentado, no disponemos de muchos estudios anteriores -2013, 2014 y 2015- para hacer una verdadera comparación. Además, no sabemos si en realidad se han incrementado o si lo que ocurre es que la gente los denuncia más que antes. Por un lado hay una mayor visibilidad del colectivo LGTB, que ya no se reprime tanto a la hora de expresar en público sus preferencias o emociones y hay menos tolerancia al abuso. En el lado negativo se comprueba que cada vez hay más agresores menores o más jóvenes”.
Para Generelo, no cabe duda de que se ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de este colectivo, con medidas que proponen la igualdad legal, “pero nos queda alcanzar la real, en el día a día”. Un requisito indispensable para ello pasa por volver a la eterna asignatura pendiente en nuestro país, la de la educación. Y si esta brilla por su ausencia en temas de sexualidad, ni que decir tiene que pensar en una educación inclusiva, que incluya y explique las diversas identidades y orientaciones sexuales, es mera utopía. “En comparación con otros países no hemos avanzado nada en materia de educación. La escuela vive ajena a la realidad del mundo, a lo que pasa de puertas afuera, a lo que los niños ven cada día en la calle”.