De la masacre del barco negrero Zong al ‘Blues del esclavo’ de Mecano: La Casa Encendida disecciona el racismo a través del arte

El Periódico de España.- Hay crímenes que no se cometen solo por la maldad intrínseca de sus autores, sino que también responden a una forma de pensamiento dominante. Así ocurrió con el Zong, el barco británico donde en 1781 fueron asesinadas más de 130 personas. Debido a un error de la tripulación, la nave se quedó sin suficientes provisiones, y la solución que se les ocurrió fue arrojar por la borda parte de su cargamento humano –el Zong era un barco negrero-, primero mujeres y niños, hombres adultos después, lo que permitiría reclamar el importe del seguro. Hubo juicios por este motivo, pero no contra la tripulación, no por asesinato. Lo que se enjuiciaba era la negativa de la compañía aseguradora a asumir los costes económicos de la mercancía perdida. Procede insistir en el término: la mercancía.

En 2010, el colectivo de artistas The Otholith Group concibió la obra audiovisual Hydra Decapita, que entremezcla la masacre del Zong con la música electrónica del dúo Drexciya, la pintura The Slave Ship (1849) de J.M.W. Turner y el análisis que sobre ella realizó el crítico John Ruskin. Se trataba de una forma poética y fabuladora de traer al presente los horrores del pasado. Y es una de las piezas que componen la exposición Un Réquiem por la Humanidad (hasta el 15 de septiembre en La Casa Encendida, Madrid), comisariada por la investigadora Tania Safura Adam (Maputo, Mozambique, 1979), que trata sobre cómo la deshumanización de los individuos de raza negra ha sido condición necesaria para su explotación y aniquilación, pero que también propone alternativas utópicas que permiten dibujar un futuro más esperanzador.

“Mi pensamiento aporta una perspectiva negra que sirve como contrapeso a la blanquitud, porque el mundo es mucho más plural y diverso de como Occidente ha pretendido configurarlo”, explica la comisaria, que lleva viviendo en Europa (primero en Lisboa, después en Madrid y por fin en Barcelona) desde los 6 años. “Y lo que he pretendido contar es cómo fueron esos instrumentos de deshumanización, que no han sido puntuales, sino que llevan operando desde hace siglos. En ese sentido, es una exposición radical, porque va a la raíz del asunto”.

Desde un punto de vista histórico, Adam identifica esa raíz en la Controversia de Valladolid, el debate que tuvo lugar entre 1550 y 1551 en el Colegio de San Gregorio vallisoletano y que trataba de dilucidar, entre otras cuestiones, si las poblaciones indígenas de América debían ser sometidas al poder de los españoles por su barbarismo o si merecían ser tratadas como sujetos de derecho igual que cualquier otro ser humano. En la discusión, que no llegó a resolverse, Bartolomé de las Casas defendía la racionalidad de los llamados indios y relativizaba sus supuestas costumbres bárbaras comparándolas con la de los propios españoles. A cambio, consideró que sí tenía sentido esclavizar a los originarios de África para que realizaran trabajos forzados en el continente recién colonizado. El propio Bartolomé de las Casas se arrepentiría después de esta postura. Pero, para Tania Adam, el mal ya estaba hecho: “No es que la esclavitud y el tráfico de personas ocurrieran por su culpa, porque es algo que ya se estaba haciendo, pero la controversia de Valladolid fue un punto de inflexión que tiene un gran peso simbólico”.

Siglos después, el poeta francés nacido en Martinica Aimé Césaire planteaba en su libro Discurso sobre el colonialismo (1955) algunas cuestiones incómodas. Por ejemplo, que esa visión sobre las personas negras se incorporó al pensamiento humanista de la sociedad cristiana burguesa. En ese contexto aludía a Hitler, apuntando indirectamente a un paralelismo con la deshumanización que sirvió como marco teórico del Holocausto (“Al final del humanismo formal y del renunciamiento filosófico está Hitler”, escribía Césaire), estrategia que aún hoy sigue utilizándose para justificar genocidios y crímenes de guerra.

La muestra de La Casa Encendida se divide en dos secciones. En la primera, Deshumanización, se reflejan distintos ejemplos de cómo a lo largo de la historia se ha ofrecido una imagen deshumanizada de los individuos negros, a menudo desde lo mínimo, lo cotidiano o lo invisible precisamente por asumido. Así, un vídeo de la artista Claudia Claremi muestra imágenes de la Cabalgata de los Reyes Magos de Alcoy, en la que el racismo estructural se manifiesta a través del blackface (personas de raza blanca que se pintan la cara de negro a modo de imitación o parodia), mientras que el dispositivo Archivos Negros amplía el contexto de la degradación de las personas negras en territorio ibérico.

Siguiendo con la perspectiva histórica, las pinturas de castas del Virreinato de Perú del siglo XVIII actúan como recordatorio de la visión que en la época se tenía del mestizaje. Entre los libros elegidos para la sección Escritura y Poder destaca la autobiografía de 1789 del esclavo liberto Olaudah Equiano, que se convirtió en propulsor del movimiento abolicionista. Y a tiempos más actuales pertenece una selección de canciones que van desde el charlestón Mamá, cómprame un negro, en versión de Marujita Díaz, hasta el Blues del esclavo de Mecano, con su memorable catálogo de ripios (“Y el que prefiera que se vuelva / Al Senegal / Correr desnudos por la selva / Con la mujer y el chaval / Ir natural / Irguiendo cuello y testuz / Como hermana avestruz / Para que no digan / Que somos unos zulús / Ir cantando este blues”), pasando por la preceptiva tonada del Cola-Cao. También se incluye El nacimiento de una nación, el filme mudo estadounidense dirigido en 1915 por el pionero D.W. Griffith que, si en su momento ya provocó protestas de los sectores más concienciados ante su retrato de los esclavos negros y el Ku Klux Klan, hoy resulta difícil de soportar para cualquier público sensible. “Al seleccionar esta película quería mostrar que, si bien en Europa la configuración de las naciones se realiza con las personas negras fuera, y por tanto el conflicto que ahora vivimos es más o menos nuevo, en los Estados Unidos ese conflicto racial se vivió desde el inicio, con su propia configuración nacional”, indica Tania Adam.

La segunda parte de la exposición se titula Rehumanización, y en ella se proponen alternativas de futuro que pasan por la ciencia-ficción, la especulación y la fantasía, con obras como las de The Otholith Group y Kongo Astronauts, música de autores como Drexciya y Sun Ra, y escritos firmados por Octavia E. Butler o Ishmael Reed. En este apartado se evidencia que la muestra parte de un proyecto de Tania Safura Adam sobre afrofuturismo que nunca llegó a materializarse. “Su tesis de partida era que todos los movimientos de emancipación negra son momentos futuristas, porque requerirían una proyección de futuro”, apunta la comisaria. Esto no quiere decir que las ciencias, como la sociología o incluso la antropología, no puedan aportar algo a este movimiento rehumanizador. Más bien al contrario: ”Todo se puede descolonizar, en el sentido de aplicar otras miradas, otras formas de captar la información. Es algo que ya defendía Sylvia Wynter: que la alternativa al humanismo actual debe venir desde abajo, desde los estudios y el pensamiento”.

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