DECÁLOGO PARA EVITAR LA SEXTORSIÓN

¿Qué puede llevar a un adolescente a enviar una imagen de alto contenido sexual de sí mismo a su pareja o a alguien con quien quiere flirtear usando el teléfono móvil? Esto es lo que nos preguntamos quienes estamos pendientes de una relación saludable de los menores con las tecnologías. Esto es ¿qué lleva a los chavales y chavalas de hoy en día a practicar el sexting en su forma más común?

La respuesta no es fácil ya que es una práctica reciente sobre el que no hay grandes estudios por lo que nos queda la especulación guiada por la observación. Y especulando… pueden confluir una o varios de estos factores:

1) Creen que una imagen en un terminal móvil está segura y no son capaces de proyectar, de imaginar, las variadas formas en que esa imagen puede salir del dispositivo. Un robo, un error, una broma, un extravío… o la voluntad de su propietario.

2) Confían plenamente en la discreción, sino el amor eterno profesado, por parte del destinatario del envío. Carecen de experiencia vital suficiente que les invite a pensar en que las cosas, en la vida, cambian por muy diversos factores.
3) Sienten cierta presión de grupo que les lleva a ganar notoriedad y aceptación en este contexto, el digital, tan importante para ellos. Este factor, añadido a la plenitud hormonal, puede generar combinaciones poco recomendables.
4) Las influencias y modelos sociales distan del recato. La exhibición de relaciones sexuales o desnudos por personas no profesionales, comunes, abundan en la Red. Si pueden ver a cualquier persona anónima en su intimidad a través de la Red, no parece tan grave que uno aparezca de esta guisa. El “desnudeo” es algo común, hasta cierto punto normalizado.
5) Desconocen las consecuencias que para su vida puede llegar a tener el hecho de que esa imagen comprometida sea de dominio público.
6) La natural falta de percepción del riesgo que acompaña a la adolescencia y el espíritu transgresor desencadenan ciertos desafíos. En algunos casos resulta simplemente divertido, en otros, sirve para coquetear o dar otro contenido a una relación.
Sea como fuere, el resultado de esta práctica puede generar serios problemas que van desde la pérdida de la privacidad y la merma de la imagen y el propio honor hasta la victimización en el marco de una espiral de ciberbullying.
 
 


 
¿Qué podemos hacer si somos víctima de sextorsión?

 

 Aunque cada situación es diferente y requiere un tratamiento concreto y cuidadoso, estos son, según Jorge Flores, presidente de www.pantallasamigas.com, los diez pasos que podemos seguir si no hemos podido evitar que alguien que está en posesión de una imagen compremetedora nuestra inicie un chantaje:
1) Pide ayuda. Solicita el apoyo de una persona adulta de confianza.
2) No cedas al chantaje. No acceder a las peticiones del chantajista si con ellas este se hace más fuerte.
3) No des información adicional. Cualquier dato o información puede ser usado por quien te acosa.
4) Guarda las pruebas. Cuando te amenace, te muestre cosas delicadas… captura la pantalla y anota día y hora.
5) Retira información delicada. Borra o guarda en otro lugar informaciones o imágenes privadas que puedas tener. Si no lo has hecho, tapa la webcam.
6) Elimina malware. Asegúrate de que no tienes software malicioso —troyanos, spyware…— en tu equipo.
7) Cambia las claves personales. Puede que esté espiando tus comunicaciones en las redes sociales.
8) Comprueba si puede llevar a cabo sus amenazas. Muchas amenazas son faroles, no son ciertas. Trata de comprobar que tiene las imágenes que dice.
9) Avisa a quien te acosa de que comete delito grave. Debe saber que la Ley le puede perseguir y que tú lo sabes.
10) Formula una denuncia. La Ley persigue con dureza este tipo de delitos, especialmente si eres menor de edad.

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