Del «Tú no juegas» al #NadieTeHaInvitado
Fuente: Granada Hoy
Fecha: 10/03/2017
Laura -nombre ficticio- es una joven granadina de 22 años que durante su etapa en el instituto sufrió acoso escolar. Cuando ella tenía 15 años, sus padres tuvieron que mudarse por motivos laborales, por lo que tuvo que cambiar de instituto. Pese a que al principio su integración con el resto de compañeros fue buena, un «amorío» propio de la edad hizo que prácticamente todas las chicas de su clase la dejasen de lado, la excluyeran por completo e incluso iniciasen una campaña de ciberacoso, por la entonces popular red social Tuenti.
«Al principio, las niñas me decían que era una prostituta porque había empezado a salir con un chico que, antes de que yo llegase al colegio, había sido el novio de una de las más populares de clase. Hicieron un perfil falso en Tuenti desde el que me insultaban y publicaban cosas sobre mí». Así empezó el calvario de esta joven, el cual cesó gracias a que otros compañeros decidieron defenderla.
SEGÚN DATOS DE LA UNESCO, EL CIBERACOSO HA CRECIDO UN 87% EN LOS ÚLTIMOS TRES AÑOS
«Comencé a bajar mi rendimiento académico, a estar sola en clase, en el recreo, hasta que una compañera, durante uno de esos episodios en los que las demás se burlaban de mí, decidió ponerse de mi parte». De este modo, Laura comenzó a ser defendida cada vez por más compañeros, hasta el punto que uno de ellos decidió ponerlo en conocimiento de un profesor y evitar que todo ello fuese a mayores.
Como este, hay otros casos que cada día sufre el 4% de los estudiantes en España, pero que se extiende fuera de las fronteras de nuestro país. El acoso escolar es un problema de carácter mundial que va desde el patio del colegio hasta el ciberespacio, definido como «cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares, de forma reiterada a lo largo del tiempo». Se trata de una lacra que, al igual que ha ocurrido con la sociedad, también ha evolucionado y ha dado el salto al mundo online. ¿Uno de los principales motivos de ello? Que el acceso a internet cada vez se produce a edades más tempranas.
Hace unos años, el acoso escolar era una conducta que se desarrollaba de lunes a viernes, durante las horas de clase. «Tú no juegas», «eres un empollón», «eres gordo, feo o tonto», entre otras, eran algunas de las frases más usadas entre alumnos con las que comenzaba este tipo de comportamiento, pero una vez finalizaba la jornada lectiva se ponía un punto y seguido a este problema.
Sin embargo, la irrupción del entorno cibernético y, sobre todo, de las redes sociales han hecho que este problema se agudice, se extienda en espacio, tiempo y forma y, por tanto, se convierta en uno de los riesgos principales para los adolescentes dentro y fuera del entorno académico.
Ahora hablar de acoso escolar es también hablar del ya conocido ‘ciberacoso’ o ciberbullying, una lacra que según datos de la Unesco, ha aumentado un 87% en los últimos tres años. Pero, ¿cómo pueden evitarse o detectarse este tipo de conductas? Para ello, la educación es algo fundamental, que debe impartirse desde casa hasta las aulas.
Para concienciar y prevenir sobre este problema, la Policía Nacional puso en marcha en 2016, el conocido ‘Programa ciberexperto’ -proyecto que se incluye dentro del Plan Director, que inició en 2007 la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior y se focaliza en alumnos de sexto curso de primaria-, que engloba tanto a la comunidad educativa, como a los padres, pues ellos también juegan un papel fundamental para erradicar el acoso escolar.
El área de Participación Ciudadana de la Policía Nacional es la que se encarga de la implementación del mismo, así como de lidiar y prevenir este tipo de asuntos, una responsabilidad que, según el inspector delegado de Participación Ciudadana en Granada, Francisco Cuéllar, «se ha intensificado de forma exponencial en los últimos años».
Tal y como explica Cuéllar, «al inicio de la puesta en marcha del Plan, las charlas que se impartían en los centros escolares giraban en torno a los problemas de drogas y alcohol. Sin embargo, ahora es muy significativo que esta temática haya sido desbancada por los problemas que conlleva internet, y en especial el tema del ciberacoso».
En todo tipo de acoso hay tres partes fundamentales: el acosador, el acosado y los espectadores, siendo estos últimos quienes, al contrario de lo que se piensa, desempeñan un papel fundamental en este tipo de conductas. Un claro ejemplo de ello es el caso de Laura expuesto al principio, ya que si no llega a ser por esa llamada figura del espectador, este problema podía haber ido mucho más allá.
Hoy en día, todos los niños tienen acceso a internet y emplean las distintas redes sociales para comunicarse. Cuando se produce un caso de acoso escolar y da el salto al mundo online, los participantes, sea de forma pasiva o activa, también crecen. Pero este salto digital también se produce a la inversa, cuando esta conducta comienza en el mundo online y pasa al offline.
«Los espectadores son un elemento fundamental para el acoso escolar, pues precisamente son ellos quienes pueden contribuir de forma decidida a evitar estos casos», por lo que según Cuéllar, durante las charlas se incide mucho sobre esta figura. La retroalimentación que ofrecen los espectadores ante este tipo de conductas propicia que al acosador continúe con este comportamiento, por lo que si ellos deciden defender a la víctima, o poner en conocimiento de profesores o padres esta conducta, el acoso cesaría.
Asimismo, los padres deben tener un papel activo en el uso que tienen sus hijos de las redes sociales. Para ello, el inspector de Participación Ciudadana insiste en remarcar que, pese a que «en la actualidad, los niños dan mil vueltas a los padres en temas de la red, si ellos acompañan a sus hijos cuando dan sus primeros pasos en el mundo cibernético, se empieza a crear una conducta de prevención que puede ser positiva en el futuro para evitar el ciberbullying».
La sensación de impunidad que otorgan las redes sociales -son un escenario en el que se cree que se concede la premisa del ‘todo vale’- es otro de los aspectos que propician el desarrollo del ciberacoso, por lo que hacer conscientes a los usuarios de que esto no es cierto es algo fundamental.
Además de ello, hay que tener presente que todos los riesgos que ofrece internet están conectados, ya que una mala gestión de la privacidad, la suplantación de identidad o el sexting -consiste en enviar o publicar imágenes o vídeos de contenido sexual, realizados o no por el propio remitente a otras personas, utilizando el teléfono móvil u otro dispositivo tecnológico- pueden derivar en un caso de ciberacoso.
Erradicar el acoso, en cualquiera de sus versiones -sea online u offline- es algo fundamental, y además de actuar con estas charlas en materia de prevención, el Ministerio puso en funcionamiento el pasado 1 de noviembre el llamado ‘teléfono contra el acoso’. Se trata del 900 018 018, cuyo uso es de coste gratuito y no deja registro de llamada.
Gracias a esta iniciativa, durante los dos primeros meses de funcionamiento de este servicio -noviembre y diciembre- se recibieron 5.552 llamadas, de las que se registraron un total de 1.955 posibles casos de acoso.
Prevenir es cosa de todos y evitar este tipo de acciones una responsabilidad, que requiere una atención especial para erradicar esta lastra. Para ello, «fomentar que la gente se implique y tratar de romper la barrera del silencio» es la premisa principal del área de Participación Ciudadana de la Policía Nacional.