Desenmascarando las actitudes antisemitas: ¿qué revela la nueva radiografía del antisemitismo en América Latina?
Infobae.- Hace diez años, la Liga Antidifamación (ADL) llevó a cabo la encuesta Global 100 —la encuesta más amplia sobre actitudes antisemitas jamás realizada— en más de 100 países y territorios. Este esfuerzo pionero reveló la profundidad del sentimiento antijudío en todo el mundo y proporcionó datos muy valiosos para los legisladores, investigadores, comunidades judías, las ONG y periodistas. Una década más tarde, cuando se profundizan las divisiones sociales y las redes sociales amplifican tanto la retórica del odio como el extremismo, surge la pregunta: ¿cómo han evolucionado las actitudes antisemitas, y qué aspecto tienen hoy en América Latina?
Los resultados del informe Global 100 2024 muestran un panorama complejo y preocupante. En muchos países latinoamericanos, las creencias antisemitas siguen siendo preocupantemente comunes, con una aceptación generalizada de estereotipos perjudiciales. Aunque la puntuación media del Índice para los encuestados en América Latina (34%) es inferior a la media mundial (46%), sigue siendo significativamente superior a la de otras regiones —como Europa Occidental (17%), Estados Unidos (9%) y Canadá (8%). Algunos tropos específicos son especialmente preocupantes. El índice de antisemitismo en Chile alcanza el 45%, el más alto de los países encuestados en América Latina (Reuters)
Por ejemplo, el 77% de los costarricenses y el 75% de los brasileños creen que los judíos solo son leales a Israel —un tópico muy extendido en la región, donde una mayoría significativa (63%) de los encuestados respalda esta noción, lo que pone de relieve el centenario mito de la “doble lealtad” que alimenta la sospecha y la alienación.
De los encuestados en toda la región, el 65% de los paraguayos y el 62% de los salvadoreños creen que “los judíos tienen demasiado poder en el mundo de los negocios”; en Honduras el 49% opina que “los judíos tienen muchos defectos irritantes”; el 77% de los brasileños cree que “los judíos hablan demasiado del Holocausto”; en Perú el 63% sostiene que “a los judíos no les importa lo que le pase a nadie más que a los de su propia comunidad” y el 47% de los nicaragüenses piensa que los judíos son odiados por su comportamiento.
Cuando se pregunta por el supuesto “control judío de los asuntos mundiales”, el 46% de los argentinos; el 45% de los ecuatorianos; el 43% de los colombianos y mexicanos, y el 42% de los uruguayos están de acuerdo en que es así.
La ADL insta a los gobiernos a combinar educación, legislación y liderazgo político para combatir el antisemitismo en América Latina
En Venezuela, los mitos más preocupantes están relacionados con la percepción del comportamiento de los judíos, ya que casi la mitad de los encuestados afirma que “los judíos tienen muchos defectos irritantes” y que “la gente odia a los judíos por la forma en que se comportan”.
Un tercio de los encuestados en Guatemala afirma que “los judíos tienen demasiado control” sobre su gobierno y el 45% culpa a los judíos de la mayoría de las guerras del mundo, lo que revela una preocupante normalización de las narrativas conspirativas.
Chile lidera los 17 países con una puntuación del 45% en el Índice, frente al promedio de 34% en la región. Por ejemplo, el 56% de los encuestados en Chile cree que “los judíos se creen mejores que los demás”, el 41% cree en el mito de que “los judíos controlan los medios de comunicación” y el 48% sostiene que “la gente odia a los judíos por la forma en que se comportan”. Tales creencias perpetúan divisiones perjudiciales y alimentan polarizaciones sociales más amplias al reforzar miedos y prejuicios infundados, que alienan a las comunidades judías y tensionan la cohesión social.
El conocimiento del Holocausto, piedra angular de la comprensión histórica, es alarmantemente bajo en algunas partes de la región. Menos de la mitad de los encuestados en América Latina reconocen con exactitud el Holocausto. En Ecuador, solamente el 33% de los encuestados tiene un conocimiento exacto del acontecimiento. En Nicaragua y República Dominicana, el 36% y el 32% de los encuestados (respectivamente) nunca han oído hablar del Holocausto, y en Chile, el 39% cree que se ha exagerado el número de víctimas judías. Estas lagunas en el conocimiento recalcan la urgente necesidad de iniciativas educativas sólidas, ya que la educación sobre el Holocausto no solo preserva la verdad histórica, sino que también fomenta el pensamiento crítico y la empatía. Necesitamos educar más sobre el Holocausto en América Latina porque esa conciencia permite a los individuos reconocer las consecuencias extremas del odio y la importancia de evitar que la historia se repita.
A pesar de estos retos, hay razones para un cauto optimismo. Países como Uruguay y Argentina demuestran el poder transformador de la educación. Solo el 5% de los uruguayos y argentinos desconocen el Holocausto, un marcado contraste con muchos países vecinos. El rechazo casi universal de Brasil a la negación del Holocausto (1%) pone aún más de relieve el impacto de un discurso público informado. Además, Costa Rica demuestra que la conciencia sobre el antisemitismo puede atenuar los prejuicios, con un 76% de encuestados que reconocen el antisemitismo como un problema social.
Sin embargo, tenemos que ir más allá. La educación también debe incluir un conocimiento público más amplio sobre las comunidades judías locales y los peligros del antisemitismo, fomentando la comprensión y desmontando los estereotipos.
Pero la educación por sí sola no basta. El liderazgo político y los marcos legislativos deben desempeñar un papel central. Argentina, como único país de América Latina con un enviado especial para combatir el antisemitismo, ofrece un modelo para la región. Sin embargo, la mayoría de las naciones carecen de sistemas integrales para supervisar y abordar los incidentes antisemitas.
En algunos casos, los líderes políticos de la región incluso han propagado la retórica antisemita, creando un entorno permisivo para los prejuicios y el odio. Un liderazgo que promueva la inclusión, respete y proteja a todas las minorías, y condene el odio puede establecer un tono de tolerancia cero hacia el antisemitismo, mientras que deben promulgarse políticas para proteger a las comunidades judías y promover la igualdad.
El antisemitismo a menudo se describe como el “canario en la mina de carbón”, una señal de alerta temprana sobre problemas sociales más profundos. Su presencia señala una amenaza más amplia para la democracia, el pluralismo y el tejido social de cada país. Esto quedó especialmente claro tras los sucesos del 7 de octubre de 2023, cuando los brutales ataques de Hamás contra Israel reavivaron las tensiones globales y amplificaron las narrativas antisemitas en todo el mundo. En regiones como América Latina, donde persiste el apoyo a los grupos extremistas —el 34% de los chilenos tiene una opinión favorable de la organización terrorista Hamás—, es crucial enfrentar frontalmente a estas ideologías. Los gobiernos deben hacer hincapié en los valores de la paz, la democracia y el pluralismo para contrarrestar la normalización de las narrativas extremistas.
Para promover un futuro libre de antisemitismo, los gobiernos de toda América Latina deben adoptar un enfoque multidimensional. Las iniciativas educativas deben dar prioridad a la precisión histórica y contrarrestar activamente los mitos perjudiciales. Los legisladores deben implementar medidas legislativas sólidas para combatir la incitación al odio y la discriminación, mientras que los líderes políticos deben predicar con el ejemplo, rechazando inequívocamente el odio. Las pruebas anecdóticas también pueden ser una herramienta poderosa: recalcar lo absurdo de las teorías conspirativas locales puede ayudar a exponer la irracionalidad de estas creencias y a desarmar los prejuicios.
Nací en América Latina y sigo profundamente conectada con la región, por lo cual recibo regularmente mensajes de amigos que comparten sus temores y preocupaciones sobre el auge de las actitudes antisemitas. Estos relatos personales pintan un crudo panorama de los desafíos que enfrentan las comunidades judías en toda la región. Una madre se preocupa por la seguridad de su hijo que lleva el uniforme de una escuela judía en espacios públicos. La dueña de una tienda soporta insultos y acoso simplemente por su identidad judía. Una estudiante universitaria relata haber sido discriminada por un profesor después de expresar sus opiniones. Comunidades enteras presencian el vandalismo contra sus sinagogas, actos que dejan cicatrices duraderas e infunden miedo. Estas historias, profundamente personales pero alarmantemente comunes, subrayan la urgencia de abordar este problema de manera directa.
Las actitudes antisemitas en América Latina suponen una amenaza clara y creciente —no solo para las comunidades judías, sino también para los valores democráticos e inclusivos que unen a las sociedades. Abordar este desafío exige un esfuerzo conjunto: implementar programas educativos integrales para cerrar las brechas en el conocimiento del Holocausto, promulgar medidas legislativas robustas para combatir el discurso de odio y designar enviados especiales para monitorear y abordar el antisemitismo de manera efectiva. Los líderes políticos deben adoptar una postura decisiva promoviendo narrativas de inclusión y dando ejemplo de unidad. Un compromiso colectivo de gobiernos, sociedad civil e instituciones educativas es esencial para desmantelar los prejuicios y asegurar que la diversidad no solo sea tolerada, sino que se valore y respete profundamente.