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Diversidad más allá de eslóganes: avances y tareas pendientes de las cadenas con el colectivo LGTBI

El Español.- En el mes del Orgullo LGTBI, las empresas se esfuerzan por comunicar su compromiso con el colectivo a través de campañas que promueven la diversidad, la igualdad y el respeto. Las televisiones no son una excepción a esta norma y, en un momento en que los derechos LGTBI están cuestionados por la ultraderecha, las cadenas hacen una importante labor de divulgación y concienciación.

Sin embargo, en fechas como estas resulta complicado discernir entre el compromiso real y efectivo de las compañías y el denominado pinkwashing, una práctica capitalista que consiste en mostrar un falso apoyo al colectivo para lavar la imagen de la empresa y obtener beneficios económicos.

La sensibilidad actual con este asunto ha llevado a cadenas como Atresmedia a obtener numerosas críticas por su spot «Orgullosos de la diversidad». Algunas voces críticas acusan a la compañía de presumir de pluralidad mientras sus contenidos LGTBI están ‘relegados’ a la plataforma de pago ATRESplayer PREMIUM.

Series como Veneno o formatos como Drag Race España sólo se pueden ver a través de esta plataforma, pero quizá el error esté en percibir esos soportes como secundarios con respecto a la emisión en abierto. Atresmedia tiene una estrategia clara de potenciar su plataforma y atraer nuevos suscriptores con contenidos que puedan ser atractivos. Más allá de los dos títulos mencionados, hay otros muchos ejemplos que podían haber funcionado en abierto, pero la cadena ha preferido estrenarlos en ATRESplayer.

Interpretar criterios empresariales como ataques al colectivo LGTBI es un error de base que contamina cualquier tipo de análisis. Entonces, ¿cómo se puede discernir entre el compromiso real y el ‘merchandising’? La respuesta no es sencilla, pero sin duda requiere un estudio exhaustivo y más profundo del que se está haciendo.

Evidentemente, hay mucho trabajo por hacer para conseguir la igualdad plena. La diversidad racial, por ejemplo, es una de las grandes tareas pendientes de todas las televisiones. Buena prueba de ello es que en el mencionado spot de Atresmedia no aparece ni una sola persona no caucásica. Pero para juzgar objetivamente el compromiso de las cadenas con el colectivo es necesario abstraerse de las vistosas campañas que difunden en el Orgullo y observar sus acciones el resto del año.

Si hay un ámbito en el que las televisiones han dado importantes pasos hacia la igualdad, ese es el de la ficción, pues cada vez es más común ver a personajes LGTBI en las series españolas. Especialmente significativo es el avance que se está viviendo en RTVE. La Corporación tiene una importante responsabilidad como ente público, por lo que es vital que sus contenidos reflejen la realidad social que se vive. En ese sentido, sus series han evolucionado notablemente y personajes como Amparo y Encarna en Acacias 38, Angie en Cuéntame cómo pasó o Teresa y Nacha en Servir y proteger han contribuido a sensibilizar a los espectadores.

El caso más reciente en la cadena pública es el del personaje de Dani en Dos vidas. Dani, a quien da vida Kenai White, es un chico trans que se enamora de su mejor amiga, Cloe, interpretada por Gloria Camila Ortega. Ella, aunque muestra reticencias, se esfuerza por asimilar la historia de su amiga y acaba iniciando una relación con ella. De esta manera, la ficción de TVE no sólo visibiliza al colectivo trans, sino que además normaliza las relaciones entre personas trans y cis (aquellas cuya identidad concuerda con el sexo asignado al nacer).

Las producciones de Atresmedia también son un ejemplo de inclusión y diversidad. Toda una generación recuerda con cariño a Fer y David de Física o Química, ‘Rizos’ y Saray en Vis a vis o, cómo no, Luisita y Amelia en Amar es para siempre, cuya historia de amor revolucionó a los espectadores y acabó desembocando en el spin-off #Luimelia.

En Mediaset resulta más complicado hallar ejemplos de personajes LGTBI entre sus ficciones y, cuando se encuentran, suelen adoptar un cariz humorístico que roza la parodia, como son los casos de Diana en 7 vidas, Fidel en Aída o Alba Recio en La que se avecina. Este último caso, además, es especialmente dañino e irrespetuoso, pues debería ser una actriz trans quien interprete ese personaje, y no un actor cis.

A pesar de ello, el entretenimiento de Telecinco lleva décadas dando visibilidad al colectivo. Sus realities han contado con participantes homosexuales, bisexuales y trans. Su plantilla de presentadores y colaboradores también es un fiel reflejo de la diversidad social: Jorge Javier Vázquez, Sandra Barneda, Nagore Robles, Jesús Vázquez o Chelo García Cortés han hablado con total naturalidad de su orientación sexual en los programas en los que participan.

Cabe mencionar la amplia cobertura que se dio hace unos meses en Viva la vida al caso de Rubén Castro, un chico trans madrileño que desde que inició la transición estaba decidido a no renunciar a su capacidad de gestar un bebé y, finalmente, ha cumplido su sueño de ser padre gestante. El joven visitó el programa de Emma García para contar su historia y, días después, una reportera le acompañó para hacer un reportaje sobre la recta final de su embarazo.

Volviendo a la ficción, otra de las grandes tareas pendientes de las producciones es dejar de romantizar a los personajes LGTBI. Sus tramas siempre giran en torno a historias de amor o relatan sus propias historias de superación, enfocándose en los conflictos que les genera su identidad, especialmente en el caso de personajes trans. Evidentemente, es importante mostrar a los espectadores la realidad de una persona del colectivo, pero también es necesario que estos personajes avancen y puedan tener las mismas tramas que un protagonista cishetero, siendo su condición sexual una simple característica más.

Además, como ya se ha mencionado, la falta de diversidad racial en televisión es un problema acuciante que se acentúa todavía más en el caso de personajes LGTBI. La televisión, igual que la política, debe renunciar a la normatividad impuesta por la sociedad occidental a la hora de abordar contenidos LGTBI.

Pese a todo el camino que queda por recorrer, las televisiones españolas han demostrado ser un ejemplo de compromiso con el colectivo y sería injusto no reconocerlo. Que Paca la Piraña pueda trabajar como rostro corporativo de una plataforma, que un chico trans y una chica cis muestren su historia de amor cada tarde a miles de espectadores en TVE, o que Chelo y Bárbara Rey cuenten su noche de amor en horario de máxima audiencia son, sin duda, grandes pasos hacia la igualdad. El movimiento se demuestra andando y la diversidad se promueve ejerciéndola.

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