Educación para combatir la pobreza
El Mundo.- «Si mi propio padre quiere tener sexo conmigo y si no se lo doy promete dejar de pagar mis cuotas del colegio, ¿qué puedo hacer para seguir en la escuela?».
Reflexiones como ésta, de una chica de poco más de 15 años, fueron las que llevaron a Inés Johne a poner en marcha Sonrisas Menudas en el Mundo, una entidad sin ánimo de lucro nacida con el fin de ofrecer una alternativa de vida digna a niños y jóvenes en situación de extrema vulnerabilidad de Uganda, uno de los países más pobres del planeta.
Corrían los primeros meses del año 2017 cuando esta germano-española afincada en Mallorca llegó a Uganda de la mano de Cáritas, con el fin de colaborar en distintos proyectos -sanidad, educación, juventud y recursos humanos- durante algunos meses. Así fue como tuvo conocimiento de la dura y triste realidad que viven muchos niños y adolescentes del país africano.
«Al ver la extrema pobreza y la altísima tasa de menores huérfanos a causa del sida y los abusos sexuales que sufren por el simple hecho de querer ir al colegio, decidí que no podía quedarme con los brazos cruzados; que tenía que hacer algo», explica.
Dicho y hecho. Al regresar a la isla empezó a moverse con la intención de recaudar fondos para facilitar un techo y alimento a los menores huérfanos y conseguir que niños y adolescentes puedan acceder a la educación.
«Les sacamos de los entornos tóxicos en los que viven, les buscamos una plaza en un internado con enseñanza secundaria en donde estén a salvo e intentamos ofrecerles atención psicológica en la medida de nuestras posibilidades», apunta Inés, al tiempo que detalla que en estos momentos tienen apadrinados a 14 adolescentes.
Asimismo, la entidad acoge tanto a huérfanos como a niños abandonados, a quienes proporciona educación primaria y un techo en la Red Star School, una escuela impulsada por Arthur, un joven huérfano que ayuda a otros para que, como él, puedan cursar también sus estudios. En estos momentos la Red Star School atiende a 300 menores en situación de extrema pobreza, a los que ofrece educación y alimentación.
«En Uganda trabajamos directamente con el Father Deus, un cura de la diócesis de Masaka, que es quien se ocupa de que los fondos que recogemos lleguen a su destino, además de visitar a los niños y adolescentes en los internados para comprobar que estén bien», relata la mujer.
Si bien en estos dos años han sido muchos los avances conseguidos -dos edificios para niños huérfanos, construcción de baños, compra de colchones, etc.-, en estos momentos la entidad busca fondos para acometer en la Red Star School las mejoras que exige el Estado y que de esta forma no sea cerrada.
«En la escuela viven niños que estaban durmiendo literalmente en la calle. Han pasado de no tener nada, a tener un techo bajo el que vivir, alimentación y la posibilidad de ir al colegio. Pero ahora el gobierno nos exige que adecuemos la cocina, compremos camas e instalemos un sistema antiincendios», precisa Inés, además de recordar que el pasado mes de agosto compraron colchones para todos ellos.
De ahí que la presidenta de Sonrisas Menudas en el Mundo haga un llamamiento a la solidaridad con el objetivo de poder subsanar las deficiencias de la escuela y seguir ofreciendo esa oportunidad educativa y de vida a los 300 menores que acoge.
«Nos hace falta mucha ayuda. Todos los miembros de la organización somos voluntarios y todas la donaciones revierten directamente en estos niños, que en muchas ocasiones no tienen nada y nos necesitan», concluye.
Las personas que quieran colaborar con este proyecto, pueden solicitar más información mandando un email a inescjohne@gmail.com o siguiendo las cuentas de Facebook e Instagram @helpkidsinuganda.