“El 20-M se va a liar en Madrid”: los 30 grupos de la ultraizquierda que preparan el gran asalto
El Español.- No hay un líder, están divididos entre ellos, se comunican por Telegram y los anarquistas son el principal peligro. Este es el mapa con el que trabaja la policía.
El próximo 20 de marzo es el día elegido para la gran protesta de los grupos de extrema izquierda en España. Al encarcelamiento del rapero Pablo Hasél se le han sumado una serie de reivindicaciones que van a sacar a las calles a miles de personas. Porque, como confirman fuentes policiales a ELESPAÑOL, “en cuestión de sacar a gente a la calle, la extrema izquierda tiene mucho más poder de convocatoria que la extrema derecha”.
Una afirmación ratificada por los propios hechos, tras la entrada en prisión del rapero catalán. Disturbios graves en varios puntos de España siguieron a su encarcelamiento. Especialmente en dos puntos: el primero es Barcelona, la ciudad más saqueada y azotada por la violencia antisistema de toda Europa en los últimos años.
Un selecto club
“¿Tú para qué quieres saber si aquí se reúnen grupos antifascistas? Aquí no te va a atender nadie ni te dejarán entrar, lo sentimos mucho”.
Es la respuesta que obtiene EL ESPAÑOL cuando intenta acceder (sin éxito) a La Traba, el Centro Social Okupado ubicado en un pasaje interior del barrio de Atocha. La Traba tiene su origen en 2008. Su sede se encontraba en el barrio de Legazpi, que se acabó convirtiendo en el mayor centro okupa de la capital. El edificio fue demolido en 2014, pero sólo un año más tarde trasladaron su sede a un cine abandonado en la plaza Luca de Tena. De ahí, al 47 del Paseo de las Delicias, que es donde se reúne ahora la plana mayor del movimiento okupa madrileño.
En la puerta, muchas pintadas. “Okupacion”, “La Traba es flow” y “Desalójame que te okupo” son las que destacan. Es ese, según confirman fuentes policiales, uno de los centros neurálgicos del movimiento de izquierda radical en Madrid. Una especie de club selecto que no permite el acceso a la prensa ni a elementos extraños. Un lugar que, no obstante, parece lleno de gente cada vez que se abren las puertas, a pesar de la pandemia.
Movimiento Antirrepresivo
Si la Traba es el centro físico, el centro virtual es el MAR. Así se conoce al Movimiento Antirrepresivo de Madrid, una especie de paraguas que aglutina a los principales grupos de extrema izquierda de la capital. Su actividad se difunde por redes sociales, especialmente por canales de Telegram, que es el canal preferido por estos grupos para difundir consignas.
La convocatoria del 20 de marzo ha venido acompañada de una serie de pintadas en distintos puntos de la capital. “Violencia es abuso policial”, “Violencia son los desahucios” o “Violencia es privatizar” aparecen en diferentes paredes de Madrid. Todas ellas cerrando con la fecha, la hora y el lugar de la cita: “20M, 19h, Atocha”. Anticipándose a las acusaciones de violencia callejera que afrontarán si la cosa se desmadra.
tiene visos de desmadrarse. Porque aunque los disturbios en Madrid no han sido especialmente furibundos, se han registrado incidentes de gravedad. Como la brutal agresión a una agente de policía, que fue derribada con un patinete y golpeada en el suelo con una barra de hierro. Sucedió durante las protestas en Madrid por el encarcelamiento de Pablo Hasél. La agente, llamada Marta, es la jefa del equipo de antidisturbios que actuó en el centro de Madrid. La agresión dio lugar a que la intervención se bautizase como ‘Operación Marta’.
Tras aquel episodio se practicaron dos detenciones. Uno de los responsables es menor de edad. Esta es, según cuenta la policía, una de las principales características de estos grupos radicales: se nutren mucho de jóvenes que aún no han cumplido la mayoría de edad. «Las ganas de destacar dentro del grupo y las menores consecuencia legales tras ser detenidos» son, nos cuentan, algunas de las claves de que sean los cachorros los elementos más violentos.
El mapa
La extrema izquierda madrileña está conformada por una treintena de grupos repartidos por toda la provincia. La mayor parte de ellos se ubican en la capital. La mayor parte de ellos, en la zona sur. Los distritos de Usera, Arganzuela, Vallecas, Carabanchel, Vicálvaro o Moratalaz (que tiene dos grupos radicales, tal y como ilustramos en el mapa que abre el reportaje) son plazas fuertes, pero también barrios del centro y el norte, como Prosperidad, Hortaleza o Valdezarza.
Trinchera Noroeste, Juventud Activa del Pilar, Juventud Antifascista de Hortaleza, Prosperidad 16, San Blas en lucha, Karraka, Jauría Antifascista, Distrito 14, Moratalaz Despierta, Rebeldía Vallekas, Arganzuela 27, Juventud Antirracista de Usera, Asamblea Antifascista de Carabanchel, D104, K103 o Chisperxs son los principales grupos identificados en la ciudad.
En los municipios de la periferia hay cerca de una decena de grupos que también tienen fuerza dentro de este movimiento: Alkorkón Combativo, Colectivo Antifascista de Fuenlabrada, Resistencia Antifascista de Parla, Asamblea Vecinal de Rivas, Alcalá Libre, KAF (Coslada), Comité 1-20 (Alcobendas y San Sebastián de los Reyes), 607 en lucha (Tres Cantos) o Kattanas Villaviciosas componen este puzzle. Cada una con su logo, similares entre sí: mucho rojo, negro y lila sobre banderas antifascistas.
Hay otros grupos y entidades de fuera de Madrid que también tienen una fuerte influencia en este conglomerado. Grupos como Izquierda Castellana (un partido minoritario cuya líder más conocida fue Doris Benegas, hermana del socialista Txiki Benegas y fallecida en 2016) o Yesca, un movimiento de inspiración comunera castellana que está en Madrid, pero también en otros municipios de Castilla.
“No hay un líder o una respuesta homogénea. De hecho, el problema endémico de la izquierda, que ha sido la desunión, también se encuentra en este movimiento. Cuando se convoca una reunión de varios grupos, hay algunos que no asisten porque acude tal o tal otro, con el que se llevan mal”, explican expertos del movimiento de extrema izquierda a este diario.
Manifestación clandestina
El Movimiento Antirrepresivo de Madrid convoca esta protesta, pero no la solicitará formalmente. Es otro punto en común con las últimas concentraciones; estas manifestaciones no se piden al gobierno. Son clandestinas. El motivo es que se la van a rechazar si las solicitan.
“Últimamente nos hemos visto obligados a convocar varias movilizaciones sin comunicarlas a la Delegación de Gobierno. El primer motivo es que, tras haber sido prohibidas algunas manifestaciones, preveíamos que nos pasase igual. En el caso de haber sido denegada, la movilización tendría que haber sido cancelada, ya que la diferencia entre manifestación ilegal y no convocada es importante a nivel represivo”, explican desde el MAR en uno de sus textos.
Se debe a las sanciones. En una manifestación no convocada, a los únicos que se les puede sancionar, si son identificados, es a los organizadores. Les acarrearía una multa de entre 100 y 600 euros. En cambio, una manifestación solicitada y denegada sería considerada ilegal. Los organizadores se estarían enfrentando a penas de cárcel de entre 6 meses y 1 año.
“En segundo lugar, creemos que el hecho de no convocar es una postura política que rechaza pedir permiso para salir a la calle, y es lo que deberíamos tender (…) Sostenemos que una movilización realmente combativa no tiene por qué pasar por el aro, no tiene por qué pedir un recorrido para ir escoltada por la policía”, concluyen en dicho manifiesto.
Los anarquistas
Una vez arranca la manifestación no convocada, y a pesar de que cuente una organización centralizada, hay muchas probabilidades de que se descontrole. Es la principal preocupación de las fuerzas policiales. ¿Cuándo se pierde el control? La policía lo tiene claro: “Cuando aparecen los anarquistas. La extrema izquierda madrileña es muy potente y tiene mucha capacidad de convocatoria, pero la treintena de grupos que la conforman han seguido la consigna de controlarse y que la situación no acabase como en Barcelona, por ejemplo”.
Pero cuando pasa, se debe principalmente a la presencia de elementos anarquistas: “Son los más indetectables. No suelen aparecer por las reuniones en las que se deciden estas manifestaciones. Hacen honor a su ideología: son anarquistas y no responden a canales habituales. Y en las manifestaciones lo mismo: a veces van y a veces no. Pero cuando van, son una garantía de disturbios”, resume la policía. Estos anarquistas, prosiguen, “no tienen ningún grupo como estos que aparecen del mapa. Van por libre y lo que buscan es la violencia. Son mucho más difíciles de detectar. Pasa como con los terroristas del GRAPO, cuyo seguimiento era mucho más complicado que el de los etarras. Ponen mucho más celo en ocultarse”.
Así, la presencia de anarquistas es la que espolea los incidentes. Los demás siguen. “A menudo, son los menores de edad los primeros en sumarse a los anarquistas. Muchas veces pasa por la misma inercia de la masa. Encontrarse en una situación de superioridad numérica, con la euforia de los gritos, de tener enfrente a la policía, y ver que se tira la primera piedra. Eso es muy difícil de controlar”.
Pícaros y ultraderecha
Advierte la policía del importante poder de convocatoria que tienen estos grupos. “Si la extrema derecha monta una concentración, van a venir muy pocos. 100 o 200 como máximo. Estos grupos de extrema izquierda son capaces de convocar a 3 o 4 mil personas». Explican además que en las últimas concentraciones que se organizaron en Sol tras el encarcelamiento de Hasél, acudieron a las inmediaciones de la zona algunos grupúsculos de ultraderecha con la idea de montar una contramanifestación e ir al choque contra ellos. «No juntaron a más de 40 personas. Cuando vieron el panorama, sin dejarse ver por la zona, se dieron la vuelta y se fueron por donde vinieron”, resumen testimonios policiales.
A estos manifestantes antisistema se les suman “los pícaros. De esos ha habido muchos en Barcelona. Son delincuentes habituales que no tienen nada que ver con estos grupos radicales ni con su ideología, pero que buscan este tipo de situaciones para robar. Son los que aprovechan el desconcierto y la violencia para apedrear los escaparates y saquear las tiendas. A ellos les interesa el desconcierto, las cargas y la violencia, para poder robar”.
La manifestación del 20M empezará el próximo sábado a las 7 de la tarde en Atocha y concluirá, si todo sigue el guion esperado, en Cibeles. Tal y como ha adelantado el Movimiento Antirrepresivo de Madrid, no se convocará oficialmente. Tampoco se está publicitando en exceso, más allá de los canales de comunicación propios de estos grupos en redes sociales. Se está llevando de forma discreta y jugarán con el factor sorpresa. Sólo lo anuncian donde tienen que anunciarlo: en sus canales de Telegram, en sus cuentas de Twitter… y con pintadas en, por ejemplo, emblemáticos edificios militares. Es un aviso. A pesar de que las últimas manifestaciones han sido relativamente controladas, los augurios policiales no dejan lugar a dudas: “El 20 de marzo, la extrema izquierda la va a liar en Madrid”.