El bullying, el martirio de muchos menores que se ‘alivió’ con el confinamiento. ¿Ha regresado con fuerza?

El Correo.- Tres de cada diez chavales y chavalas confiesan haber sufrido acoso alguna vez en su vida y un 70% de la población española reconoce que el confinamiento supuso un respiro para ellos

Este virus que tanto nos martiriza ha provocado además que se haya producido un rebrote de la otra ‘pandemia’ contra la que llevamos años luchando: el bullying. Y más concretamente, el escolar. Así lo creen más de la mitad de los padres vascos. La vuelta al cole supuso una carga doble en las mochilas de esos niños que venían padeciendo un acoso sistemático. Parece difícil de creer, pero el confinamiento fue para ellos un respiro, se sentían por fin lejos de esos ‘matones’. No es una simple creencia, sino que así lo corrobora el 70% de la sociedad española, según el segundo estudio sobre la percepción del bullying en la sociedad española realizado por Dilo todo contra el bullying, una iniciativa de Totto y Educar es todo que tiene como objetivo promover la erradicación del acoso escolar, en el que han participado 2.240 personas.

Todo era un espejismo. Ahora vuelven a enfrentarse a ellos, que encima disponen de nuevas ‘armas’ con las que atacar. Es una de las secuelas de la pandemia, un nuevo caldo de cultivo. Ahora usan este diccionario que empleamos desde hace año y medio, así como algunas de las medidas, para arremeter contra ellos. Que si «no me hables que tienes el virus». O, aprovechando algunas de las normas, «no te juntes con nosotros, ya estamos todos». Dos de cada tres encuestados considera que la pandemia ha favorecido a que se creen nuevas estrategias de acoso. Y el resultado al final es el mismo de antes: chavales señalados.

Hasta ahora. O al menos en esa dirección se empiezan a dar por fin los pasos. El Gobierno central publicó el pasado 5 de junio en el BOE la ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia. Una medida que trae bajo el brazo la figura del coordinador de bienestar y protección. Algo esencial, subraya Sonja Uhlmann, responsable de Protección de la Infancia y de Adultos Vulnerables del British Council España, para conseguir que el bullying pase a ser historia. Uhlmann pone sobre la mesa la experiencia vivida en Reino Unido, donde lleva tiempo en funcionamiento. «Es una figura importantísima. Cuanto antes se detecten estos casos se consigue evitar que lleguen a una peligrosa gravedad, por lo que generar menos daño en el menor. Estamos hablando de algo que sino te puede afectar de por vida», advierte.

Uhlmann clasifica en tres categorías los casos de bullying. Todas son igual de graves, sí, aunque algunas situaciones son más extremas aún. Y se podría decir incluso que se pasa de manera gradual de uno al otro. «Están los conflictos, la violencia y el acoso. En el primero son discusiones, mientras que en el del intermedio ya se empieza a perder el respeto a la otra persona. El último es el más extremo, cuando se va deliberadamente a por el otro, y además de manera repetida», describe. Quizá en esta última se ven de manera más evidente los casos. Pero «esto es como la luz de gas, cada vez se va apagando más y más». Pues bien, lo mismo ocurre con los chavales, por lo que habría que saber detectar esas dos primeras.

De ahí que el papel del coordinador sea fundamental para saber cortar esta espiral. Porque, muy a nuestro pesar, los casos de acoso se siguen dando. Durante este año, tres de cada diez españoles han tenido constancia de alguna situación de acoso escolar. Y en la mayoría de los casos, así lo corroboran las familias, son los centros escolares (70%) los lugares donde se dan estos episodios. De ahí que la ley trate de frenar esta tendencia. «Todos los centros educativos donde cursen estudios personas menores de edad, independientemente de su titularidad, deberán tener un coordinador que actuará bajo la supervisión de la persona que ostente la dirección o titularidad del centro», explica la norma.

Marginar al acosador

Bien, quizá al tratarse de una figura nueva, todavía no esté claro cómo trabajará. «Tendrá una formación especial para detectar cuándo se producen casos de violencia en el colegio o en casa. Por ejemplo, si un alumno se queda dormido en clase lo más probable es que le despertásemos y ya, sin ir más allá. Pero ahora se indagará para saber cuál ha podido ser el motivo por el que se ha quedado dormido, quizá tenga problemas en casa. Y en el colegio, permitirá realizar una vigilancia más cercana que prevenga los episodios. Además, los chavales tendrán en todo momento alguien a quien acudir para pedir ayuda», resume. De manera que actuará, en resumidas cuentas, en dos líneas: prevenir y tratar de ir al origen. «El papel del coordinador no choca con la de los Servicios Sociales, simplemente está más cerca y hace de puente si se detecta algún caso».

En la mayoría de los casos, el bullying se produce psicológicamente y verbalmente. Así lo confiesan los niños vascos que fueron el foco de estos ataques. Lo peor es que la lista en cada ejemplo incluye varios tipos de acoso. De ahí que, por ejemplo, el verbal esté presente en el 54% de los encuestados, el psicológico en el 45%, el físico en el 41% o la exclusión social en el 37%. Incluso también se dan casos de abuso sexual, en un 8%. «Lo más importante es que cuando un niño te diga que está sufriendo acoso le creas. Es difícil que un niño te mienta, la experiencia así nos lo demuestra». Y si no te comenta nada, que sepas también leer esas señales. A veces, aunque no nos lo cuenten con palabras, hablan con gestos o actitudes. Por ejemplo, en el 83% de los casos el menor sufrió un cambio repentino de ánimo y empezó a estar más triste. También denotan menos ganas para ir al colegio e incluso hablan menos.

Tan importante es actuar y proteger al acosado, como saber frenar los pies al acosador. Según el 67% de los padres y madres vascos -es decir, dos de cada tres-, este tipo de chavales se crean porque «las familias les dejan hacer lo que quieren». Se crecen, se creen superiores, y claro, actúan como tal con el resto. Y así lo cree también Uhlmann. «Sienten que tienen poder». ¿Cómo habría que actuar? Esa es la pregunta que revolotea por todas las cabezas. «Dejar de hacerle caso. Si se hace eso, se verán solos y empezarán a cambiar de actitud. Los que le observan tienen el poder sin ser conscientes de ello. Si empiezan de prestarle atención a sus actitudes, le estarán mostrando rechazo», razona. Y, ojo, porque «no es nada raro que aquel que lo ha sufrido ahora decida ejercerlo».

Las redes sociales, el otro foco

¿Y es cierto eso de que los colegios encubren los casos? Uhlmann lo niego y asegura que se trata de un falso mito. El 82% de los vascos considera que es así, pero la profesional explica qué es lo que sucede. «No hacer un juicio abierto y ocultar no es lo mismo. Pueden estar tranquilos porque siempre se está trabajando cuando se detecta un caso, pero no ser van a dar los datos a los padres. Animo, de todas formas, a las familias a que consultes el protocolo de actuación y así se podrán quedar más tranquilas al ver que se controla», comenta.

Pero, claro, si ponemos el tema del bullying sobre la mesa, no podemos excluir el tema de las redes sociales. Se está convirtiendo -no hay más que echarle un vistazo a los vídeos que se suelen compartir- en la nueva herramienta de los acosadores. Y más tras la pandemia. Para el 88% de la población española, según el estudio, con la pandemia y el confinamiento el acoso se ha trasladado a internet. Está claro que frenar esta peligrosa tendencia será una ardua tarea. Aunque, para más de la mitad de los participantes en la investigación, al solución también pueda encontrarse ahí, en que sea una tarea más del colegio. Proponen que se incluya una asignatura contra el bullying. Está claro que una correcta educación y preparación es la mejor forma de superar este examen.

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