El malestar animal de los zoos y acuarios vascos

El Salto Diario.- No cuidan bien a los animales, no trabajan en su recuperación y tampoco transmiten valores éticos positivos en su favor. Un estudio del colectivo Nor, organización antiespecista y por la liberación animal, denuncia las mentiras de los zoos y acuarios de Euskal Herria y niega la posibilidad de bienestar animal en estos centros.

Durante el pasado verano, integrantes del colectivo Nor han visitado los zoos y acuarios de Euskal Herria y Cantabria. Además de analizar sus instalaciones y la situación en la que se encuentran los animales, se han entrevistado con varios trabajadores de estos centros y han documentado todo su trabajo con vídeos y fotografías. Una investigación y unas conclusiones que acaban de presentar en su Estudio de los zoos y acuarios de Euskal Herria.

Para elaborar su informe, el colectivo Nor ha visitado 6 zoos y acuarios de Euskal Herria: el Aquarium de Donostia, el Museo Marítimo de Biarritz, el Acuario de Getxo (Bizkaia), el centro de acogida Karpín Fauna de Karrantza (Bizkaia), el refugio de fauna Basondo de Kortezubi (Bizkaia) y el parque de la naturaleza Senda Viva de Arguedas (Navarra). Además, también han investigado el parque de la naturaleza de Cabárceno y el zoo de Santillana del Mar, ambos en Cantabria. La decisión de incluir estos dos centros cántabros en su informe tiene que ver, según el colectivo Nor, con la gran afluencia de vascos a sus instalaciones. En total, en estos ocho centros, según los datos recogidos en este informe, hay en la actualidad al menos 16.370 animales.

EL SEÑUELO DE LA LIBERTAD

“Basondo no es un zoo, es un refugio para la fauna silvestre amenazada”, anuncia la página web de este centro que “en sus 60.000 metros cuadrados de prados y bosques de Urdaibai alberga las principales especies de animales silvestres de nuestro entorno: corzos, jabalís, ciervos, gamos, gineta, tejón, gato montés… así como diferentes tipos de rapaces, búhos y aves migratorias”. Sin embargo, para el colectivo Nor, lugares como Basondo y Karpín Fauna, que se presentan como refugio de animales, “funcionan en la práctica como zoos. De hecho, Basondo, por ejemplo, forma parte de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA)”.

“Si el objetivo real de estos centros fuese el bienestar de sus animales, para empezar no aceptarían visitas”, explica Maialen Sagüés, integrante de Nor. “Cuidar a un animal se basa en respetar sus intereses y cubrir sus necesidades. Exponerlo tras un cristal para que cientos de personas lo observen durante el día no forma parte de lo que el animal necesita. Al contrario, la presencia humana puede provocarles estrés y otras consecuencias negativas. Hay santuarios y refugios que priman los intereses de los animales y hacen todo lo posible para que su vida sea la mejor posible, mientras que este tipo de centros priman la experiencia del visitante”, añade Sagüés.

Pese a sostener que recogen, cuidan, curan y devuelven a los animales a sus espacios naturales, el estudio del colectivo Nor denuncia que sólo el 0,12% de los animales expuestos en los zoos y acuarios vascos recupera su libertad. Según los trabajadores de estos centros con los que Nor se ha entrevistado, apenas 20 animales son devueltos a sus hábitats cada año. Entre los pocos casos que se han hecho públicos están la tortuga Donosti, recuperada por el Aquarium de Donostia, que regresó al mar en 2018, y tres focas del acuario del Museo Marítimo de Biarritz, liberadas en 2019.

“La ridícula cifra de devoluciones de animales evidencia que ese no es el objetivo de estos zoos, que utilizan la conservación de ciertas especies como pretexto para poder tenerlas en sus centros, para calmar las conciencias de los visitantes y venderse como centros que ayuden a los animales”, cuenta Maialen Sagüés. En su opinión, “estos espacios son un servicio de entretenimiento y su actividad está sustentada en las visitas que reciben. Por lo tanto, cuanto más exótico o difícil de ver sea el animal, más novedades podrán ofrecer a los usuarios y mayor será su reclamo. Las devoluciones de los animales a sus hábitats no les interesan a no ser que sea un caso mediático y ‘bonito’, que les sirvan para poder lavar su imagen”.

POCA Y MALA EDUCACIÓN

Un estudio de la asociación de Zoos y Acuarios (AZA), publicado en 2007, concluía que los zoos promueven el respeto hacia la fauna y la protección medioambiental. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Emory señaló, tras analizar este estudio, que “no existen datos complejos o especialmente sugerentes que demuestren que los zoológicos y los acuarios fomenten un cambio de actitud de los visitantes, la educación o el interés por la conservación”. En este sentido, el “Estudio de los zoos y acuarios de Euskal Herria” destaca que las personas que visitan estos centros pasan muy pocos minutos mirando a cada animal y que sus jaulas, acuarios o espacios exteriores ofrecen muy poca información, más allá del origen y la esperanza de vida de cada animal. “A través de nuestras visitas hemos podido constatar que los zoos y acuarios cosifican a los animales y promueven la idea de que podemos usarlos para nuestro entretenimiento”, señalan en su informe desde esta organización antiespecista y por la liberación animal.

“Los datos de nuestro estudio demuestran que la educación que ofrecen es nula. En muchos casos solo hay un cartel con el origen y nombre común del animal, algo preparado claramente como una actividad de ocio. Y aunque esto fuese de otra forma, ¿qué podemos aprender de un sujeto encerrado, privado de su hábitat y que no se comporta como lo haría en libertad?”, se pregunta Maialen Sagüés, del colectivo Nor. “Los animales en estos zoos se muestran como puros autómatas, representaciones de su especie sin ningún tipo de rasgo individual ni capacidad de tomar decisiones para con sus intereses, es decir, sin voluntad. Las encuestas y estudios realizados en diferentes zoos y acuarios del mundo concluyen que los visitantes de estos centros acuden allí para entretenerse, que la educación recibida es baja y, en algunos casos, que los conceptos asumidos son incluso negativos para los animales”, concluye.

Al hilo de la mala práctica educativa de los zoos y acuarios vascos, el informe de Nor pone el ejemplo de la sala de conejos y cobayas del refugio de fauna Basondo, en Urdaibai. “Un espacio dirigido a los niños y niñas en el que pueden tocar y coger los animales, sin ninguna información sobre ellos y sin ningún responsable o monitor del centro cerca. Una sala de juguetes”, denuncia el colectivo antiespecista. “Se trata de una habitación de recreo donde les niñes pueden entrar a tocar, coger y jugar con los animales. No hay ningún respeto para con ellos, ni ninguna medida de cuidado. No hay nadie del centro que monitoree la sala, ni explique o eduque a los visitantes sobre lo que pasa con esos animales. Básicamente, los visitantes entran, manipulan y tratan a los conejos y cobayas como si fuesen objetos sin capacidad de sentir, y se van. Los animales se esconden y tratan de escapar”, detalla Maialen Sagüés, del colectivo Nor.

Respecto a cómo deberían relacionarse los más pequeños con los zoos y acuarios, para Maialen Sagüés, “a les niñes no hay que mentirles. Los zoos y acuarios deben ser presentados como centros donde los animales son obligados a vivir en cautividad, separados de sus familias, fuera de su hábitat. Habría que explicarles que cuando no paran de dar vueltas en el mismo espacio es porque están enfermos y enseñarles que la diferencia de especie no es relevante para obligar a alguien a hacer lo que quieres. Es un ámbito en el que desde el colectivo NOR no trabajamos específicamente, pero existen diferentes organizaciones, como Aula Animal, que ya están planteando otro tipo de educación en relación con los animales”.

EL MERCADO ANIMAL

“Con el pretexto de la conservación de las especies, los zoos y los acuarios incitan a los animales cautivos a reproducirse, ya que los bebes animales atraen más visitantes y captan su atención. Además, favorecen el intercambio de especies entre centros”, señala el estudio del colectivo Nor sobre los zoos y acuarios vascos. Una práctica que, en su opinión, “destapó con claridad el Aquarium de Donostia tras el nacimiento de sus últimas crías de tiburón al reconocer en un periódico que puede llegar un momento en el que tengan una población de tiburones demasiado alta y tengan que hacer intercambios con otros acuarios”. Para Maialen Sagüés, “muchos animales nacen en cautividad, pero en vez de ser liberados son enviados a otros centros, como ha ocurrido con las focas de el acuario de Biarritz o como dicen los responsables del Aquarium de Donostia que ocurrirá, por falta de espacio, si sus tiburones tienen más crías. Esto demuestra, una vez más, que su objetivo no es la recuperación de ningún animal sino ofrecerle al visitante una experiencia mejor o atraer más visitantes”. En este sentido, desde Nor recuerdan que “el Aquarium de Donostia ha hecho públicos en varias ocasiones los nacimientos de animales y sin embargo nunca ha mencionado intención alguna de que estos animales vuelvan al mar”.

Por otro lado, además de los intercambios entre zoos y acuarios, la captura, traslado y venta de animales también es legal y una práctica normal dentro de la industria del entretenimiento con animales. Así, se pueden comprar tiburones o peces exóticos capturados en Kenia y en pocas semanas tenerlos en cualquier acuario europeo.

Según el “Estudio de zoos y acuarios de Euskal Herria”, el Museo Marítimo de Biarritz, el Aquarium de Donostia, el refugio de fauna Basondo, el zoo de Santillana del Mar y los parques de la naturaleza de Cabárceno y Senda Viva son socios de los lobbies que defienden los intereses de este tipo de centros. Entre ellos se encuentran la European Association of Zoos and Aquaria (EAZA), la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA), la World Association of Zoos and Aquariums (WAZA), la European Union of Aquarium Curators (EUAC) o la Union des Conservateurs d’Aquariums (UCA). Para el colectivo Nor, “estas asociaciones tienen relación directa con las empresas que secuestran y venden animales. Y, en ocasiones, también son sus patrocinadores oficiales, tal y como se indica en la página web de la EUAC”.

LA CAUTIVIDAD ENFERMA

La estereotipia o zoocosis es una enfermedad que desarrollan algunos animales cuando son obligados a vivir durante un largo periodo de tiempo en un espacio limitado, sin estímulos y sin poder desarrollar sus actitudes normales. Se expresa normalmente en movimientos continuos y repetitivos. En su “Estudio de los zoos y acuarios de Euskal Herria”, el colectivo Nor afirma que ha encontrado animales con estereotipias en todos los centros, excepto en el de Getxo. En el Aquarium de Donostia, han localizado un perlón y los tiburones con movimientos estereotipados, en Senda Viva, un oso sirio, un guepardo y un tigre, en Basondo, un lobo, en Karpín, un oso, en Cabárceno, tres guepardos y, en el zoo de Santillana del Mar, una marta.

“La cautividad en los zoos genera diferentes problemas a los animales. En 7 de los 8 centros visitados hemos encontrado animales que realizaban movimientos estereotipados generados por la falta de capacidad para realizar una vida normal, por el estrés y la falta de espacio”, denuncia Maialen Sagüés, del colectivo Nor. “Existen numerosos estudios que constatan que los animales sufren diferentes problemas psicológicos en cautividad, desde depresión a ira. La cautividad forzada, por definición, va en contra de los intereses de los animales y es perjudicial para ellos”.

En sus informes de 2015 y 2017, el director veterinario del parque de la naturaleza de Cabárceno reconoció que la situación en el centro era “desastrosa” y que las instalaciones se encontraban en un estado lamentable. En este parque, varios animales, entre otros tigres y jirafas, han muerto por las peleas derivadas de ser sido obligados a compartir espacios comunes. En el parque de Senda Viva, sus osos pardos sirios se encuentran encerrados en un espacio de 70 x 30 metros (0.0021 km2). En libertad, estos animales pueden abarcar un espacio de entre 24 y 8.000 km2.

Los zoos y los acuarios vascos también han tenido que cerrar sus puertas a los visitantes durante estos meses de alerta sanitaria. “Ahora deberían aprovechar esta situación de desconfinamiento para acabar con el confinamiento de por vida que sufren los animales, dejar de explotarlos, primar sus intereses y dejar de llevar a cabo una práctica injusta que refleja una sociedad opresora y especista”, reclama Maialen Sagüés, del colectivo Nor, al tiempo que se muestra preocupada porque “esta situación económica probablemente repercutirá en los animales, ya que si durante la ‘normalidad’ no eran el objetivo primordial de estos centros, lo serán aún menos en estos momentos”. La Asociacion Iberica de Zoos y Acuarios (AIZA) ya ha pedido al gobierno español un plan específico para proteger sus negocios. En su comunicado no aparece la palabra animal por ningún lado.

Por último, desde el colectivo Nor destacan que la percepción de la sociedad vasca sobre los zoos cada vez es más negativa gracias a que “investigaciones como la nuestra están dejando en evidencia que estos centros no son lo que dicen ser y el público no quiere continuar participando en la explotación y dominación del resto de los animales”. Respecto a los acuarios, reconocen que están más normalizados por la brecha emocional que existe con los animales que viven en el mar, pero señalan también que “esta brecha cada vez es más pequeña, ya que cada vez sabemos más de los peces o de los pulpos, aprendemos que son animales inteligentes, con sus intereses y autonomía”.

El colectivo Nor, organización antiespecista y por la liberación animal, demanda el cierre de todos los zoos y acuarios vascos. Así mismo, exige a las instituciones que dejen de legitimar y financiar con fondos públicos este tipo de centros. El pasado 31 de enero el acuario de Getxo cerró definitivamente tras rechazar la Diputación Foral de Bizkaia seguir financiándolo y negarse el Ayuntamiento de Getxo a hacerlo en solitario. Sus animales han sido trasladados a los acuarios de Gijón y Donostia. Todos los zoos y acuarios de Euskal Herria reciben ayudas económicas de parte de las instituciones o de los gobiernos locales.

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