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Ellas también juegan

Marca.- Calidad siempre hemos tenido, el problema es que éramos pocas», explica Sonia Ruiz, que lleva más de dos décadas siendo testigo de cómo ha evolucionado el papel de la mujer en el baloncesto en silla español. Cuando ella empezó en este deporte «apenas había 4 ó 5 chicas» entre todos los equipos de la División de Honor. Ahora hay 13 en la máxima categoría, un 10% del total, y 12 en Primera División. Ruiz, precisamente, es una de las artífices de este significativo aumento. La murciana preside, ha entrenado y juega en el equipo con más presencia femenina de todo el país: el UCAM Murcia BSR. De los 13 que conforman la plantilla, 6 son mujeres. Casi la mitad. «Cada una tiene su responsabilidad y con las reducciones nos sale un quinteto muy competitivo», reconoce. Y de las 6, cinco juegan en la selección española femenina de la que es capitana.

Al no haber suficiente cantidad de mujeres, la competición es mixta y en ella Ruiz siempre ha sido una pionera. Con el ONCE Andalucía se convirtió en la primera mujer campeona de Liga y de la Copa del Rey. Años después, también fue la primera española en jugar en el extranjero, en Australia. La murciana lleva años luchando para conseguir que cada vez haya más mujeres en el baloncesto en sillla y que, también, tengan un rol más importante. De hecho, fue una de las impulsoras de ABAFE (Asociación Nacional para el Baloncesto femenino en silla de ruedas) en 2007 junto a otras jugadoras de la selección. «Veíamos que había talento y teníamos mucho potencial, pero nos faltaban recursos y cantera. En estos años, hemos conseguido que el número de licencias femeninas se multiplique por tres«, dice Sonia con orgullo.

Y para buscar nuevos talentos, llevan 10 años haciendo campus de baloncesto femenino. De ellos han salido jugadoras de la selección actual. Pero, ¿por qué tan pocas chicas juegan a este deporte? «Por su dureza, ya que hay mucho contacto y caídas con las sillas, y por la falta de visibilidad. Existimos, pero no se nos ve. Los roles de las mujeres en pista muchas veces son secundarios o tenemos pocos minutos. Yo me siento afortunada porque siempre he tenido responsabilidad«, reconoce la presidenta del UCAM Murcia BSR, equipo que nació de su mano hace cinco temporadas. Pero su caso no es el de la mayoría.

¿Sería posible una liga femenina?

Sin embargo, no ven como solución crear una liga sólo femenina si no es competitiva. Hace años ya la hubo con cuatro equipos (Albacete, Ferrol, Barcelona y Toledo) pero el nivel era bajo, por eso se integró a las mujeres en la liga masculina y se hizo mixta. «Si la hubiese, me gustaría jugar en las dos. Físicamente jugar con hombres te exige muchísimo y ninguna queremos perder esa competitividad», reconoce Sonia. En Gran Bretaña, por ejemplo, la selección femenina es un equipo más que juega en la liga contra equipos masculinos.

Por lo general, las puntuaciones bajas asumen roles de bloqueo y alguna continuación. Las altas hacen de pantalla para el tirador, pero no suelen tirar ellas. «Cuando empecé a jugar sólo hacía bloqueos y gracias. Me sabía de memoria las líneas de todas las pistas», recuerda Lucía Soria, la capitana del Getafe BSR e internacional española. «Ahora mi papel es más similar al de la selección, tengo más responsabilidad. Este año estoy jugando 40 minutos llevando el balón yo», explica.

«Me gusta competir directamente con hombres porque me hace exigirme más, pero el incoveniente es que nosotras somos las reinas del trabajo sucio, hacemos cosas necesarias para el juego pero que no aparecen en las estadísticas. Es un trabajo del que estamos orgullosas pero es poco reconocido», explica Soria, que lleva jugando desde los 13 años -tiene 30- y que es capitana desde hace tres. «Al principio fue complicado porque el respeto hay que ganárselo y me costó con los veteranos. Es como lo que nos pasa a las personas con discapaciad a diario, que tenemos que gastar tiempo y energía en demostrar que valemos cuando al resto se le da por supuesto«, añade.

La pandemia ha afectado en especial al Getafe BSR, cuya plantilla es toda nueva salvo Lucía y otro compañero. Soria, que es veterinaria de profesión, compagina los entrenamientos con su contrato predoctoral en Bioquímica y Biomedicina. Está haciendo la tesis doctoral sobre las nuevas alternativas terapéuticas para el alzheimer. Por las mañanas toca laboratorio en la Universidad y por las tardes, entrenamientos.

Campus femeninos para detectar nuevos talentos

Sara Revuelta es la única jugadora del Ilunion, el equipo más laureado del baloncesto españolLa madrileña tiene un palmarés envidiable: dos Copas de Europa de clubes, cuatro Ligas y seis Copas del Rey. Es, como explicaba Lucía, de las que les toca hacer el «trabajo sucio» en la pista pero cuyo papel es clave. «Me gustaría jugar más minutos, claro, pero entrenar con los mejores del mundo en Ilunion me da un ritmo de competición enorme. Cuando voy con la selección noto que tengo mucha lectura de juego y de acción. Entrenar con los mejores hace que me autoexija mucho y mejore», reconoce.

La madrileña, también preocupada por impulsar el baloncesto femenino, ha puesto en marcha el I Campus Sara Revuelta de baloncesto en silla que se celebrará los días 13 y 14 de marzo en el polideportivo de La Luz de Tres Cantos (Madrid). Se crearán tres grupos de entrenamiento (baloncesto a pie, baloncesto adaptado y baloncesto en silla de ruedas) y todo el staff estará formado por mujeres. «Estoy muy ilusionada. Creo que desde pequeñas hay que informar a las niñas con discapacidad del catálogo de deportes adaptados, entre ellos el baloncesto», explica. «Cuando empecé me chocaba jugar con hombres que podían ser mi padre», añade. Cuando era más jovencita, era ella la que participaba en los campus de ABAFE.

La Universidad de Illinois y después la de Alabama ha han tentado para ir a estudiar allí y formar parte de su equipo femenino. La madrileña estuvo a punto de hacerlo, pero al final decidió quedarse en España porque el nivel de los estudios académicos de Físicas allí era inferior.

Cada vez más importantes

«A medida que han pasado los años, las mujeres hemos asumido un rol más importante en los equipos. Yo antes me quedaba con los minutos en los que ya estaba decidido el partido y ahora, en el UCAM Murcia, juego los importantes para resolver partidos», cuenta Vicky Alonso, también internacional española. «Mi caso era trasladable a la mayoría de jugadoras», añade.

Por eso, tras 17 años en el Amfiv de Vigo -«donde jugaba más haciendo pantalla que de pívot, que es mi rol en la selección»- se fue a Ferrol. Suponía jugar en una categoría inferior, pero tenía más responsabilidad. Un año después, no lo dudó y se marchó al UCAM Murcia, también en Primera División. «Y aquí he adquirido nuevas funciones, como el tiro exterior», explica en su segunda temporada en el equipo murciano.

Alonso y Sonia Ruiz llevaban años compartiendo vestuario con la selección -juntas han disputado 9 Europeos y un Mundial- y ahora también en la Primera División. «Para mí Sonia es el referente, la que más está luchando por el baloncesto femenino. Cree en el juego de las mujeres y luchamos por lograr el ascenso a la División de Honor», dice.

«Después de muchos años, los equipos empiezan a contar más con la mujer, a verla como una deportista que aporta al juego y no a fijarse en el género», resume la gallega.

Y hablando de género, sólo hay en la actualidad una entrenadora en la División de Honor. Esther Jiménez acaba de tomar las riendas del Amiab Albacete tras la destitución antes de la última jornada liguera de Jesús Torres. Hasta ahora, Jiménez ocupaba el cargo de asistente. La temporada pasada, Sonia Ruiz ejercía como entrenadora del UCAM Murcia en Primera División, pero en ésta ‘sólo’ ejerce de presidenta y jugadora para preparar mejor los Juegos de Tokio sobre la pista. Donde más presencia femenina hay es en los puestos de delegadas (11), auxiliares y asistentes (3) y fisioterapuetas (3) entre ambas divisiones.

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