Escándalo en Francia por la denuncia de casos de violencia sexual en las escuelas de la élite política
- Bajo el hashtag #SciencesPorcs, cientos de estudiantes denuncian haber sufrido acoso y abusos sexuales en el seno de los diez Institutos de Estudios Políticos de Francia
- El movimiento denuncia la pobre respuesta de las prestigiosas instituciones académicas, acusadas de “complicidad en la cultura de la violación”
El Periódico.- «El año pasado, fui violada por un estudiante de mi promoción». «Sé que muchas de nosotras fuimos agredidas sexualmente durante nuestros años allí». Allí no es un lugar cualquiera. Se trata de Sciences Po Aix-en-Provence, uno de los diez Institutos de Estudios Políticos (IEP) de Francia, cuna de la élite de la función pública. Bajo el hashtag #SciencesPorcs, los relatos de violencias sexistas y sexuales cometidos en el seno de estas «grandes escuelas» se multiplican en las redes sociales. A los crudos testimonios, se suma una crítica común: la inacción de las prestigiosas instituciones, acusadas de ser «cómplices de la cultura de la violación».
«¿Hasta qué punto ya lo sabían y no hicieron nada? Esa es la cuestión principal», plantea la activista feminista Anna Toumazoff, antigua alumna de Sciences-Po Toulouse y precursora del movimiento. «Porque además de los testimonios, también recibo muchas pruebas demoledoras contra los IEP de una inacción total y una elección deliberada de dejar a los violadores impunes», continúa Toumazoff en la antena de France Info.
#SciencesPorcs, en los IEP, ¿una cultura de lo anormal’?, se pregunta el diario La Croix ante la magnitud del movimiento que suma cientos de testimonios. «El dispositivo gran escuela cultiva un ‘entre-sí’ más acentuado que será quizás más propicio a este tipo de affaires, responde el director de Sciences-Po Estrasburgo, Jean-Philippe Heurtin. Si bien, a su parecer se trata de «un problema estructural en la enseñanza superior» y no de una cuestión «específica» de los Institutos de Estudios Políticos.
Un espíritu de equipo con consecuencias nefastas
Clara Gérald-Rodriguez, abogada encargada de la lucha contra el acoso sexual en el seno de la red Sciences-Po en Femenino, contesta tal afirmación: «Hay algo específico de las grandes escuelas’, el fomento de un espíritu de equipo, de promoción, de una solidaridad común entre los estudiantes de un mismo Instituto de Ciencias Políticas Muy a menudo, los alumnos llegan a una ciudad donde no conocen a nadie, toda su vida social gira en torno a Sciences-Po, esto puede desembocar en situaciones de aislamiento». Sin olvidar que son las propias administraciones de estas grandes escuelas quienes promueven una cultura propia repitiendo a los estudiantes que sus compañeros de clase serán sus futuros colegas de trabajo, que formarán parte de su red profesional y que tienen interés a conservar estas relaciones fuera del IEP, explica Gérald-Rodriguez a El Periódico. En sí misma, esta filosofía de equipo no tiene nada de malo, pero este entre-sí’ puede fácilmente degenerar en derivas violentas El problema es que no existe ninguna prevención para evitarlas, resume la letrada.
Estudiar en estas grandes escuelas es, en resumen, pasar a formar parte de la bolsa de trabajo del alto funcionariado, de la futura élite francesa, una promesa que también alimenta la ley del silencio en torno al acoso y los abusos en su seno. El miedo a futuras represalias simbólicas y sociales por parte de otros estudiantes puede desalentar a las víctimas a denunciar cualquier abuso, el miedo a la exclusión en un entorno tan cerrado es muy importante, subraya Gérald-Rodriguez.
Cero prevención y mecanismos malogrados
El estallido del movimiento #SciencesPorcs pone de manifiesto una verdadera falla en los dispositivos de lucha contra las violencias sexuales en los centros universitarios. Según las cifras del Ministerio de Enseñanza Superior, en la actualidad, más del 95% de las universidades francesas están dotadas de un sistema de lucha contra la violencia de género y sexual. «La generalización de las células de acogida y de escucha en cada centro de enseñanza superior» es una de las principales medidas ministeriales para erradicar la violencia contra las mujeres en la formación superior. Sin embargo, según los cálculos del diario Libération, solo existirían una veintena de células para más de 70 universidades.
Más allá del número de dispositivos, ciertamente insuficiente, aparecen otras problemáticas: la falta de comunicación sobre su existencia y la escasa formación del personal administrativo o pedagógico a su cargo. Si las víctimas prefieren expresarse en las redes sociales, es porque actualmente no pueden encontrar las respuestas que necesitan en sus instituciones universitarias, resume una estudiante de Sciences-Po Toulouse al periódico Libération.
Los mecanismos son insuficientes, los estudiantes no confían en las células de escucha -insiste Clara Gérald-Rodriguez-. Las administraciones de las grandes escuelas’ no pueden conformarse con crear estos dispositivos que sólo sirven para reparar las consecuencias de un problema, hay que combatir su origen a través de la prevención y una política de tolerancia cero.
Investigación en marcha
Ante tales críticas, la propia ministra de Enseñanza Superior, Frédérique Vidal, anunció la semana pasada una investigación de la inspección general «para ver cuáles son los dispositivos existentes» destinados a combatir las violencias sexuales en los Institutos de Estudios Políticos y «cómo se pueden mejorar en la práctica».
Tras la movilización en las redes sociales, la cuestión ha saltado al plano judicial. Una investigación preliminar por violación ha sido abierta en Toulouse, dos por agresión sexual en Grenoble y un informe firmado por el director de Sciences-Po Estrasburgo ha sido enviado a la Fiscalía.
Sciences-Po: la fábrica de élites se desintegra, escribe el periódico Libération sintetizando el seísmo que golpea a la institución. Pues, al popular hashtag se suma otro escándalo: el director de Sciences-Po París, Frédéric Mion, dimitió hace una semana de su cargo por haber guardado silencio sobre el presunto caso de incesto protagonizado por Olivier Duhamel, profesor de la institución y flamante figura de la élite intelectual parisina.