Españoles en Mauthausen: fueron 7. 251 y no 5.000, como hasta ahora se creía
El Mundo.- El número de españoles que fueron internados en Mauthausen y sus campos satélite asciende a 7.251. La cifra que se manejaba hasta ahora no superaba los cinco mil. Esto supone que el 70% de los españoles deportados a campos nazis fueron a Mauthausen. Esta es la principal conclusión de las investigaciones de los profesores Gutmaro Gómez Bravo, de la Universidad Complutense, y Diego Martínez López, de la Francisco de Vitoria, que detallan en su libro Esclavos del Tercer Reich. Los españoles en el campo de Mauthausen (Cátedra).
Gómez Bravo y Martínez López han indagado durante cuatro años en el archivo del propio campo de concentración, el Bundesarchive de Berlín, el archivo Nara de Washington, el de la Cruz Roja Internacional, el de la Segunda Guerra Mundial, el del Foreing Office británico, el Archivo Diplomático de Nantes y el archivo de Nanterre. La documentación española procede del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares y el Archivo General Militar de Ávila.
Siguiendo con las cifras, Gutmaro Gómez Bravo confirma a La Lectura que el número total de españoles en los principales campos de concentración alemanes (Mauthausen, Dachau, Buchenwald y Auschwitz) alcanza los 10.000. Sin embargo, precisa que pudieron «ser más porque no se conoce la totalidad de españoles que había en campos más pequeños o subcampos, ni los traslados».
Más precisiones. De los 7.251 españoles que entraron en Mauthausen fallecieron 4.435, según el recuento de las fichas de internos del campo. Un gráfico detalla las muertes por años: 1940, 35. 1941, 2.906. 1942, 1.219. 1943, 145… Un mapa precisa el origen, por comunidades autónomas, de los españoles: Cataluña, 21, 25%; Andalucía, 21%; Aragón, 12,03%; Castilla-La Mancha, 11,19%; Valencia, 7,9%; Madrid, 5,47%; Extremadura, 4,04%; Castilla y León, 3,75%… Los meses en que fallecían los internos corresponden a los de invierno. «También hemos podido aislar las enfermedades y el grado de desnutrición y maltrato que tenían según los datos de la enfermería y la documentación de los barracones por los que pasaban». El último superviviente español falleció recientemente, en 2020. En Francia.
El descenso de los fallecidos en Mauthausen responde al cambio de política de la Alemania nazi a partir del 30 de abril de 1942. Si hasta entonces en los campos se aplicó un régimen de extenuación con el fin de acelerar la muerte de los reclusos, desde esa fecha se buscó un rédito económico, que el trabajo en los campos fuera útil ante las crecientes necesidades económicas del Tercer Reich.
El español fue el grupo nacional más numeroso en Mauthausen, junto con el de los polacos. De ahí que se le conociera como «el campo de los españoles». Detrás estaban los prisioneros soviéticos y los judíos de diferentes procedencias.
DESDE LAS CINCO DE LA MAÑANA.
«Trabajaban hasta la extenuación en una cantera de granito desde las cinco de la mañana», recuerda Gómez Bravo. La tristemente conocida escalera por la que ascendían los presos cargados con trozos de roca tenía 160 escalones irregulares, que desde 1941 fueron ampliados hasta 186. «Sobre ella desfilaba diariamente, mientras eran aporreados por miembros de la SS, una hilera de prisioneros exhaustos y desnutridos cargados con piedras de más de 20 kilos [en ocasiones se llega hasta los 50], las marmitas de la comida y, en ocasiones, los cadáveres de sus propios compañeros», se lee en el libro.
Otra de las aportaciones del ensayo es negar que las deportaciones de los españoles a los campos nazis fuera una idea surgida de la España franquista o un empeño personal de Ramón Serrano Suñer, ministro de Gobernación y de Asuntos Exteriores en los primeros gobiernos de Franco. «No es una decisión política franquista, sino que obedece a la lógica de la ocupación nazi de Europa, su visión del trabajo forzado y su particular sistema de campos y prisiones (KL o lager)», afirma Gómez Bravo, también director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y el Franquismo y autor del estudio Geografía humana de la represión franquista. Del Golpe a la Guerra de Ocupación (1936-1941) (Cátedra, 2017).
«La decisión de deportar a españoles a los campos nazis», agrega Gómez Bravo, «fue tomada por la oficina de Seguridad de la Europa ocupada (RSHA), cuya documentación hemos podido estudiar gracias a las actas británicas y norteamericanas tomadas tras la liberación de los campos y las cancillerías del Reich en Berlín. La orden no afectaba sólo a los españoles».
También se afirma en Esclavos del Tercer Reich que «los deportados españoles nunca perdieron la nacionalidad. No eran apátridas y nunca fueron tratados como tal. Otra cosa es que diplomáticamente fueron ignorados por Madrid, pero la documentación alemana y la de Cruz Roja Internacional demuestra que seguían teniendo la nacionalidad».
Cinco españoles presos en Mauthausen fueron acusados de colaborar con los nazis tras la liberación del campo por tropas estadounidenses el 5 de mayo de 1945. «Fueron juzgados en 1947. Solamente uno de ellos fue ejecutado, otro murió en prisión, y el resto sufrió penas menores de cárcel de tres a cinco años», precisa Gutmaro Gómez Bravo.
Tras la liberación, los españoles, que no obtuvieron hasta 1951 el estatus de refugiados internacionales, «no podían volver a la España franquista y tampoco el Gobierno republicano en el exilio era reconocido. Sin embargo, como decimos, nunca perdieron la nacionalidad. La mayoría se quedaron en Francia, que les acogió y concedió la nacionalidad, algunos en Alemania y el resto, a través de los cuáqueros, marcharon a Sudamérica, sobre todo a Argentina, Brasil y Estados Unidos».
DOS CASOS COMO EJEMPLO.
Entre los españoles internos en Mauthausen destaca sin duda la figura del fotógrafo barcelonés Francesc Boix, quien escondió y conservó los negativos de buena parte de las imágenes que en 1947 fueron utilizadas en los juicios de Núremberg para condenar a los principales jerarcas nazis aún vivos. Pero Gómez Bravo narra dos casos menos conocidos. «Prisiciliano García Gaitero y Josep Brull Solares son un caso muy representativo de este estudio, que hemos tratado de explicar como un viaje gracias a las cartas que se conservan».
«Cruzaron juntos los Pirineos con los restos del Ejército republicano de Cataluña, se establecieron en un pequeño pueblo en el que fueron detenidos, de ahí los trasladan a un campo de internamiento, Bramm, del que salieron para poder trabajar en una granja al norte de Francia. Los alemanes los detienen dos veces, porque los entrega la administración colaboracionista de Vichy. En la segunda les meten en una prisión militar en Alemania», continúa el relato el profesor.
Y concluye así esta historia: «Tras poco más de cuatro meses les meten en un tren custodiados con uniformes que no conocen, las SS. Van a Mauthausen. Allí muere Brull, al año, por la mordedura de un pastor alemán de un SS. Prisiciliano cae enfermo, debilitado, casi muere pero es trasladado in extremis a Dachau, donde se recupera y sería liberado. Francia le pagó la clínica donde estuvo para recuperarse, pero murió en 1952».