Explosión de la delincuencia infantil y juvenil de origen magrebí en París y su periferia
ABC.- Según las cifras muy provisionales del ministerio del Interior, ha continuado agravándose y este año pudiera aumentar en un 50-51% con respecto a los dos últimos años
La delincuencia infantil y juvenil de origen magrebí ha crecido en un 51% en París y la región parisina, durante los últimos veinticuatro meses. En 2018, la policía especializada detuvo a 7.603 menores sin familia ni domicilio fijo en la capital y la región Isla de Francia. El 2019 se produjo un incremento del 20%, alcanzándose las 9.134 detenciones.
Según las cifras muy provisionales del ministerio del Interior, la delincuencia infantil y juvenil ha continuado agravándose; y este año pudiera aumentar en un 50-51% con respecto a los dos últimos años. «Estamos asistiendo a una explosión de la violencia muy muy juvenil. Las nuevas bandas de pequeños delincuentes tienen un jefecillo que no siempre llega a los 18 años, rodeado de chiquillos 12 a 15 años», comenta una fuente policial en rueda de prensa consagrada a lanzar un «grito de alarma».
Un portavoz del Elíseo agrega: «El presidente Emmanuel Macron es consciente del problema y ha pedido a su primer ministro, Jean Castex, que tome las medidas policiales y judiciales necesarias. En los nuevos presupuestos del Estado, justicia e interior tendrán un puesto importante».
Según los especialistas, la nueva delincuencia juvenil y muy juvenil está formada, esencialmente, por jóvenes que se fugaron o huyeron de Marruecos y Argelia, entrando clandestinamente en España, Italia y Francia, para terminar instalándose en la «banlieue», la periferia suburbana de París y las grandes ciudades.
Sin familia, sin domicilio fijo, muchos jóvenes y muy jóvenes pidieron socorro a varias asociaciones humanitarias. Con un éxito relativo. Otros, decidieron vivir en la jungla urbana, integrándose en bandas que terminan «trabajando» para organizaciones mafiosas, controladas por delincuentes franceses o magrebíes.
Si la «violencia salvaje» denunciada por Gérald Darmanin coquetea con el atraco a mano armada y el asalto de vehículos blindados de transporte de fondos, la nueva violencia infantil y juvenil está especializada en delitos relativamente menores, que pueden comenzar con la venta de tabaco de contrabando para terminar en el robo de farmacias o pensionistas que viven solos.
Según varios responsables de asociaciones de acogida y ayuda de jóvenes inmigrantes y refugiados, sin familia, muchos niños, adolescentes y menores se iniciaron en las grandes ciudades marroquíes a la delincuencia menor, incluso convirtiéndose ellos mismos en toxicómanos iniciados en su patria natal a la «maría», el chocolate, el canuto, el porro, el peta, el hachis, que más tarde terminarán vendiendo en varios barrios del norte de París (Porte de la Chapelle, Goutte d’Or) y su periferia suburbana.