Expresiones como «ay maricón» normalizan el discurso de odio
Información: Los prejuicios pueden tener consecuencias muy negativas especialmente en la etapa adolescente, en que se construye la identidad personal, y especialistas en el discurso de odio alertan de que las señales que dan los alumnos en el instituto deben ser detectadas cuanto antes para contrarrestarlas de forma adecuada.
Kilian Cuerda es uno de estos especialistas, y de hecho pone en práctica sus conclusiones tanto en el transcurso de sus clases de Geografía e Historia como en el instituto en general, aunque de entrada subraya que las aulas no son burbujas sino un reflejo de la sociedad, por lo que llegan a reproducir el mismo «asalto contra el consenso de los derechos humanos» que es como califica al discurso de odio.
Expresiones del tipo «ay maricón», que cuando se afean al autor son replicadas de inmediato con que «es una broma», esconden en realidad un peligro grave de odio, asegura Cuerda.
«No es forma de hablar porque se normaliza que la condición de una persona puede ser motivo de un insulto gratuito o genérico». Pese a no percibirse como homófobo, entre las risas de los compañeros y del propio insultado, «es un ataque más a un compañero homosexual y el profesor debe poner freno«, subraya.
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Los especialistas abundan en que las dinámicas de intolerancia que se advierten en las aulas van de la mano de los discursos machistas y antifeministas, y de una misoginia descarnada ente los principales indicadores.
«Es otra de las claves que deben ponernos en alerta. Pueden ser discursos micro que de buenas a primeras no parecen graves pero que entre el grupo de estudiantes van creando una peligrosa generalización que desemboca en normalizar, por ejemplo, el racismo». Ante compañeros de distinto origen se dirigen a ellos con términos como «moro de mierda» o «sudaca», sustituyendo los de «cabrón» o «gilipollas», y esta dinámica encierra el peligro de normalizar algo que no es normal ni admisible», insiste Cuerda, a su vez delegado sindical de UGT, formación que se encarga de organizar cursos para que el profesorado de toda la Comunidad pueda contrarrestar en las aulas estos discursos de odio.
«Es complejo», admite, pero está constatado tras casos extremos de agresión, que se trata de jóvenes radicalizados que llegan a ver como si fuera un formato cercano y amable, los discursos de intolerancia que atacan a las mujeres y a los extranjeros. «Consumen productos audiovisuales de youtubers o videogamers radicalizados que transmiten sus mensajes entre el producto y calan como si fuera algo normal».
No obstante Kilian Cuerda concluye también con un mensaje de esperanza, porque en las aulas se distingue ya alumnado que defiende posiciones de igualdad «y que en los últimos veinte años no se concebía». Aunque no sea general, estos estudiantes muchas veces «no se callan ante actitudes de extremismo», alaba Cuerda.