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El fútbol no sale del armario

Fuente: El País
Fecha: 24/01/2017

Son capaces de paralizar el mundo durante noventa minutos. Son imitados por niños de todo el planeta. Cada vez que abren la boca se les escucha. Ellos pueden dar ejemplo. Y sin embargo la heterosexualidad parece ser la única sexualidad posible en el fútbol.

14 de julio de 1996, imagínense la Bombonera a reventar. Clásico Boca-River. Diego Armando Maradona y Claudio Caniggia han estado años jugando en diferentes equipos de Europa pero hoy defienden la franja amarilla frente a sus eternos rivales, Los gallinas.  El Pelusa se la pasa al Pájaro y este asiste a Basualdo de zurda, quien marca de cabeza. Maradona lo dijo en una rueda de prensa anterior: si Cani marcaba, lo besaría. Su amigo dio el pase del primero y marcó los tres siguientes consagrándose para siempre en el templo bostero. Lo mínimo que podía hacer el Pelusa era cumplir su promesa. El beso del alma, como lo denominó la prestigiosa revista El Gráfico fue también una escandalera. La propia esposa de Caniggia dijo sentir asco de aquel beso.

Poco a poco y lentamente, estamos consiguiendo que el racismo no juegue al fútbol. En noviembre de 2015, la UNESCO presentó el primer informe internacional sobre medidas para combatirlo con el lema»Colour? What Colour?» (¿Color? ¿Qué color?) Falta que seamos igual de contundentes con la homofobia y la transfobia. Como con el racismo, combatir el odio hacia el que no es heterosexual también es labor de todos. En los estadios se escuchan improperios homófobos y machistas y, en nuestro país, las consecuencias brillan por su ausencia. Ni se cierra un estadio ni se niega el paso a los que insultan. Esto de ser la mejor Liga del mundo en la que juegan los mejores jugadores debería ser motivo más que suficiente para que fuéramos también en este sentido ejemplares y ejemplarizantes. ¡Ja!

Basta con que mire a mi alrededor para que reconozca diversidad sexual. Amigos homosexuales y bisexuales, conocidos transexuales y datos de algún que otro intersexual, aunque solo sea por haberlos escuchado en Contigo Dentro de Cadena SER. Sin embargo, en el fútbol todos son heterosexuales. Ajá.

Maradona no solo besó en los labios a Caniggia. También besó a Carlos Tévez en otro momento de exaltación futbolera. Y volvió a liarse parda. Cada vez que un futbolista es cariñoso, o se le supone no haber demostrado su hombría (¿sacándose la chorra y meando?), se genera la hecatombe. A ello contribuye desde el propio club hasta los medios de comunicación. Qué escucharía y leería Tévez para, después de aquel beso con Maradona, negarle el saludo haciéndole la cobra después de ganar un partido en el Mundial de Sudáfrica siendo uno delantero y el otro entrenador.

Tévez haciéndole la cobra a Maradona.

Patricia Ramírez, psicóloga del deporte y la salud, mantiene que la responsabilidad es de todos: «Haría falta muchísimos años de cambio educacional y de respeto por parte de la afición. ¿Cómo quieres que salga un profesional del armario y se tire al ruedo si unos simples padres en un torneo de niños son capaces de insultar e increpar a los niños del equipo rival?» Esta falta de honestidad se traduce en lo tramposo que competimos: «La presión que ejerce la afición viene más por incomodar e impedir que un rival pueda competir en plenas condiciones. Creo que cualquier aficionado tendrá en su entorno alguien LGTB, y no le supondrá ningún problema si una gran estrella sale del armario. Más que una fobia creo que es una manera absurda e irrespetuosa de competir.»

Un equipo de la liga fútbol municipal de Madrid, parece ser el único con jugadores homosexuales.  La unión hace la fuerza, está claro. El insulto de «maricón» se escucha cada domingo en cualquier estadio. Lo gritan hasta los más grandes.  La lucha contra el racismo promovida por la UNESCO es cada vez es más contundente. Prueba de ello fue la presencia de ilustres invitados a la presentación de la campaña #SinRespetoNoHayJuego. Ahora ya solo falta que además de combatir  el racismo, plantemos cara a la homofobia y la transfobia. Con la misma contundencia y apoyo por parte de clubes, afición y medios de comunicación. Cerrando estadios cuando se lancen los consabidos «¡Fulanito, maricón!» Ese fulanito, ya ha tenido muchos nombres. Los futbolistas que salen del armario lo hacen cuando se retiran. Se teme a las gradas y al propio vestuario. Y aún así, ninguno se ha declarado ni bisexual ni transexual. Mientras en otros deportes cada vez hay más diversidad sexual, en el fútbol en activo, y específicamente en nuestro país, nada de eso existe.

El único equipo de fútbol que ha hecho campaña abierta contra la LGTBfobia es el Rayo Vallecano. Su camiseta suplente ha cambiado el rayo por la bandera arcoíris. Las botas de sus jugadores también suelen ir atadas por lazos arcoíris. Ninguno de los grandes ha copiado a los de Vallecas. Jesús Tomillero fue el único árbitro que reconoció abiertamente su homosexualidad. Pero también se hizo muy famoso. Tanto que las amenazas se intensificaron y hasta que finalmente ha desistido.

La mujer de Caniggia fue la primera en insultar a dos hombres simplemente porque se besaron. Y a uno de ellos, presuponemos que hasta lo amaba. Ese es el nivel. Ese. Ella y sus hijos representan unos valores muy concretos.

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