Guía de estilo sobre discapacidad: personas ante todo
La Razón- El Real Patronato de la Discapacidad ofrece herramientas a los periodistas para que favorezcan la plena inclusión de este colectivo y destierren estereotipos y clichés. Insiste: ni «minusválidos» ni «capacidades diferentes», el término correcto es «personas con discapacidad»
Si puedes decir algo en 20 palabras no lo digas en 30». Es la primera lección que se da en las facultades de Periodismo y, quizá, la más pragmática en estos tiempos de Twitter que obliga a sintetizarlo todo en 140 caracteres. Pero ocurre que, a veces, en ese intento de condensar una información en un titular (que además debe resultar atractivo para que los lectores hagan «click») no se es del todo veraz y riguroso. Peor aún, hay veces (muchas más de las deseables) que al eliminar una sola palabra, sea o no adrede, se está eliminando también de un plumazo la dignidad de un colectivo. «Descontrol en el voto de los discapacitados: hacen vocal a una paralítica cerebral», este titular de un compañero de Prensa, publicado el 26 de marzo, lo ejemplifica. «¿Y la persona?», critica la comunicadora Vicky Bendito. «¿Tan difícil hubiera sido titular: »Descontrol en el voto de las personas con discapacidad: hacen vocal a una mujer con parálisis cerebral?»», añade. Bendito, además de periodista y miembro del equipo de comunicación de Ilunion, es una activista por los derechos de las personas que, como ella, tienen algún tipo de discapacidad.
Ayer participó en la III Jornada de tratamiento informativo de discapacidad en los medios y puso ejemplos de cómo los que trabajamos en ellos no prestamos toda la importancia que debiéramos a la terminología. Para ayudarnos en esta tarea, el Real Patronato de la Discapacidad elabora una Guía de estilo cuya versión actualizada –la primera se editó en 2006–, se presentó ayer en un acto presidido por la Reina Letizia y al que asistieron también la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; y el presidente de los Grupos Planeta y Atresmedia, José Creuheras, entre otros.
«La imagen de la discapacidad que forjan los medios de comunicación contribuye a transformar la actitud de quien la recibe; si se manejan estereotipos o clichés, estos permanecerán intactos en los receptores», advierte este manual, que si bien reconoce que se ha evolucionado en ese sentido todavía quedan tareas pendientes. «Discapacitados con derecho a orgasmo»; «Solidaridad con los minusválidos», «Pillan a un discapacitado circulando sin carné a 297 km/h». Son algunos de los titulares que incluye como ejemplos de lo que no debe aparecer nunca en un medio. Pero, ¿quiénes de los que nos dedicamos a comunicar no hemos utilizado alguna vez palabras como «minusválidos», «inválidos», «sordomudos» o «invidentes»? «Acentuemos lo sustantivo, la persona, y pongamos en entredicho el adjetivo, »discapacitado»», nos alecciona esta guía que pretende ser una herramienta para que contribuyamos a derribar prejuicios. Y a informar sobre la discapacidad también desde un ángulo enriquecedor, y no solo cuando incluya aspectos insólitos o extravagantes.
Pasarse de frenada
«Este verano, por poner un ejemplo, saltó la noticia de que una menor con autismo fue expulsada de un campamento de verano. Se dio con un enfoque tristemente reductor, pesimista y negativo. ¿Por qué eso fue noticia y no lo la cantidad de campamentos inclusivos que se celebraron en las mismas fechas», se preguntó en el acto de presentación de esta guía el director del Real Patronato de la Discapacidad, Jesús Celada. Subrayó ante el auditorio congregado que hay que desterrar del vocabulario calificativos como «minusválidos», sí, pero tampoco «hay que pasarse de frenada», advirtió Celada. Es decir, esquivar términos como «capacidades diferentes» o «diversidad funcional» porque las personas con discapacidad «no se sienten identificadas con un léxico sin legitimidad ni respaldo social amplio», a la vez que «no describe la realidad sino que resulta confuso e, incluso, en ocasiones pretende ocultar esa realidad, atacando el enfoque inclusivo y de defensa de derechos», recuerda la guía.
Hay que huir de todo paternalismo que impida la plena inclusión del colectivo: no se trata de dar tampoco una imagen idílica de la discapacidad, incide, tan solo informar sobre ella ajustándose a la realidad. ¿Por qué los periodistas solemos echar mano de personajes como Beethoven, Frida Kahlo o Hawkings «cómo si las personas con discapadidas tuvieran un prurito de heroicidad»? «Las generalizaciones hacen daño y distorsionan, es como si se pensase que los periodistas por el simple hecho de serlo tuvieran una cualidad intrínseca», añade.
El maestro, actor y presentador Pablo Pineda, que participó en una mesa redonda junto a Vicky Benito y los periodistas Fernando Garea, Paloma Soroa y César Brito, advirtió sobre las consecuencias de un mal uso del lenguaje en lo referente a la discapacidad: «Recuerdo que en una entrevista me presentaron como una persona que sufre Síndrome de Down, y yo contesté, »¡oiga, señora, que yo no sufro nada!»».
La historia de Pineda y las herramientas que ofrece el manual, enseñan que la discapacidad no se sufre, en todo caso, se tiene, o manifiesta. «Y que las personas con discapacidad no somos seres asexuados», puntualizó Soroa, para llamar la atención sobre la necesidad de incluir la perspectiva de género en la terminología.
«Inclusión» en vez de «integración», porque integrar supone que la persona con discapacidad es la que tiene que hacer el esfuerzo por ser uno más.
«Personas en situación de dependencia» es el término correcto en vez de «personas dependientes», que es el que suele utilizarse en Prensa.
Utilizar «ciego» o «ciega» y también es válido «personas con discapacidad visual». No se debe emplear el término «invidente».
Desterrar el término «sonotone». Las personas sordas, jamás «sordomudos», pueden utilizar audífonos o implantes cocleares, no sonotones
«Persona usuaria de silla de ruedas» en vez de «persona en silla de ruedas». «Personas de talla baja» y nunca «enanos».