Mi hijo juega con muñecas, ¿y qué?
“He escuchado que le decían barbaridades, que iba ser a maricón. ¿Cómo le pueden decir esas cosas a un niño pequeño?”. Al hijo de Mónica Álvarez le señalan —niños y adultos— por pasear un carrito o jugar con una muñeca. En su blog, ‘Refugio de crianza’, cuenta que con un año y medio le regalaron una cocina y con dos una sillita rosa. “Cuando era más pequeño no se enteraba de los comentarios, pero ahora con cuatro años sí. El otro día ya dijo que no quería su cocina porque es de niña. Y eso no lo ha escuchado en casa”.
Los catálogos de juguetes de Navidad están bien diferenciados: niñas jugando con muñecas en las páginas rosas; niños acompañados de camiones en las azules o verdes. Mientras se empieza a normalizar que las niñas jueguen con coches y balones, la sociedad rechaza a los niños a los que les gusta peinar muñecas o pasear carritos de bebé. Hace unos días, salía a la luz una carta de un niño que ha sufrido acoso desde el momento en que pidió que le pintaran la cara de princesa en vez de león. “Me molesta que os burléis, que digáis cosas feas (…) No tengo amigos, ni amigas y no me gusta”, escribía.
A muchos padres les preocupa enseñar a sus hijos la igualdad, pero los padres no educan solos: los anuncios de televisión, los catálogos de juguetes, sus compañeros de clase… todos tienen un papel. El hijo de Lola Morales tiene muñecos de Playmobil, coches pero también muñecas. Le encanta peinarlas y cambiarles de ropa. Juegan con ellas en casa, pero ya no se las lleva al parque ni al patio del colegio. No paran de preguntarle por qué juega con cosas de niña o por qué su carrito es rosa. “Quería un carrito y solo había de ese color”, explica su madre.
«El otro día entramos a una tienda donde tenían el vestido de Frozen. Se le iluminaron los ojos. Me pidió si se lo podía probar y le dije que sí. No se lo compré porque la sociedad ya… Le compramos una peluca rubia”, reconoce Lola. Esta madre también utilizó su blog para gritar a los cuatro vientos que sí, que su hijo juega con muñecas. “Lo hice porque estaba harta de dar explicaciones por un juguete, no tiene sentido”.
Mónica, por ejemplo, reconoce que le ayuda mucho que la profesora del colegio de su hijo, en un pueblo de Soria, esté muy concienciada sobre desterrar los roles en los niños. Allí tienen juguetes de todo tipo y anima a su alumnos a jugar con cualquiera de ellos. “Cuando mi hijo me pregunta si esto es de chica o de chico, le digo que es como en el cole, que pueden jugar todos con todo”. Ha oído comentarios más sexistas de gente fuera del pueblo que de sus vecinos, aunque no se ha librado del clásico “no le compres eso que le vas a hacer el raro”.
“¿Se volverá homosexual?”
No es fácil encontrar blogs de madres que cuenten abiertamente estas situaciones. En Google es más fácil leer cuestiones del tipo “¿es normal que a mi hijo le gusten las cosas de niñas?” o “Si mi hijo juega con muñecas, ¿se volverá homosexual?”.
“El problema es que lo femenino siempre es inferior”, explica Alba Alonso sobre la raíz del problema. “Si a nadie le extraña ver a un papá con un carro, ¿por qué nos cuesta tanto regalarle uno a un niño?”. Esta madre de dos niños de tres y cinco años ha lanzado un proyecto personal llamado RealKiddys para que padres, educadores y la sociedad en general dejen a los niños, simplemente, ser.
Alba se sienta con sus hijos a ver los anuncios de la televisión. Cuando ven una muñeca, ellos preguntan si es solo para niñas, y ella les responde que por qué un niño no puede jugar con eso. «Hay que darles herramientas para que puedan contestar a los comentarios y hablar con los colegios para que eduquen en igualdad”. De momento, ha conseguido que cale en su entorno más cercano la idea de desterrar los roles establecidos, que nadie se plantee si esto es para unos u otros. Eso sí, de poco sirve el trabajo de estas madres cuando la dependienta de la tienda les pregunta delante de los pequeños si el regalo que buscan es para niño o para niña.
Según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico especializado en el juguete existe un cambio de tendencia en la manera de jugar. El 58% de los niños ya lo hace con muñecas, sobre todo los menores de cuatro años. El 35% de las familias encuestadas cree que es la sociedad y los adultos quienes hacen los juegos sexistas; el 75% añade la publicidad.
Preguntamos a la Asociación Española del Juguete sobre el asunto, pero nos remiten al Instituto Tecnológico. María Costa, directora de investigación del centro, asegura que la conciencia de la industria juguetera en este aspecto evolucionará«según la sociedad lo vaya demandando». «Es cierto que todavía perduran esas diferencias, pero ya hay un cambio». Señala a la Barbie astronauta de Mattel, lanzada en 2013, o las cajas de cocinas donde ya aparecen un niño y una niña.
Presión social
En su artículo ‘Niñas‘, el periodista Quique Peinado narraba cómo su hijo eligió un cepillo de dientes rosa y la farmacéutica le convenció de que era mejor que se llevase uno amarillo. Con esa columna, quiso denunciar que “somos nosotros, la sociedad, los que metemos esas ideas absurdas y ridículas en la cabeza de los niños”.