Hipersexualizados, violentos, insalubres, cuidado con los disfraces que ponemos a nuestros niños en Halloween
20.Minutos.- Los malvados de las películas de terror como Valak de La monja, Venom, The Purge, Annabelle, Jason o los payasos diabólicos son los disfraces más vendidos en Amazon. Es decir, es fácil que los niños se encuentren con adultos ataviados de semejantes maneras por la calle o en fiestas privadas en torno al día de Halloween.
En cuanto a los disfraces destinados al público infantil que más ha vendido estos días esa plataforma de comercio online, evidenciando un sesgo de género innegable, son de hombre lobo y esqueleto en el caso de los niños y de reina del baile gótica, ‘Skelita Calaveras’ y Harley Queen para las niñas. Dejando apartado el debate sobre si Halloween está fagocitando o no la tradicional celebración del Día de Todos los Santos, lo cierto es que disfrazarse «puede ser una actividad muy positiva para los niños» y cualquier iniciativa que la promueva «es bienvenida».
Así lo asegura Sonia López, madre, maestra y psicopedagoga y formadora de familias. López, que emplea los disfraces en sus terapias, explica que en su colegio trabajan mucho con disfraces y que están especialmente indicados entre los niños más pequeños. «El disfraz facilita mucho a algunos niños superar la timidez, a expresar lo que sienten. A nivel educativo tiene muchas potencialidades. Yo creo que deberíamos disfrazarnos más a menudo, no solo en Halloween o carnaval».
Esta experta resume que «los disfraces cumplen una importante labor pedagógica en el ámbito social, cognitivo, psicosocial y afectivo-emocional. Potencian la imaginación, la creatividad, las habilidades comunicativas, mejoran la empatía, la espontaneidad, la expresión y la coordinación y pueden transmitir conocimientos y normas». Pero donde hay luces, siempre acechan sombras. María Jesús Campos, psicóloga especialista en psicología infantil y juvenil, destaca, nada más ver la selección de disfraces infantiles más vendidos, «la hipersexualización de las niñas, que es brutal. Hay una diferencia radical entre el niño y la niña, en el maquillaje, en las poses con las piernas abiertas y la cadera hacia fuera».
«No debería haber unos disfraces para niña y otros para niño. De hombre lobo o muerte pueden ir disfrazados tanto un niño como una niña, pero es cierto que en los catálogos los diferencias perfectamente». Campos apunta además a que siempre hay una exposición mayor del cuerpo de las niñas, «los de los niños son con túnicas largas o pantalones, los de las niñas con minifaldas, mangas cortitas… Yo soy partidaria de que no deberían diferenciarse así, menos aún si hablamos de niños de siete o diez años. Me parece una aberración». «Los niños no son conscientes de esa hipersexualización, porque es algo que ven incluso en sus series. A esas edades no se lo cuestionan», reconoce la psicóloga, que recomienda que los padres se sienten y lo trabajen con ellos, ayudándoles a abrir los ojos. ¿Cómo? «Por ejemplo preguntándoles si les parece adecuado que una niña se pueda disfrazar de muerte, aunque solo vengan niños con ese disfraz en el catálogo».