Homófobos más jóvenes
• Los colectivos homosexuales constatan un repunte de esta violencia en chicos de 16 a 20 años
• Sólo se denuncia una de cada cuatro agresiones según el Movimiento contra la Intolerancia
«En Barcelona tenemos identificado un grupo de cinco menores que en los últimos meses ha atacado varias veces a homosexuales», asegura Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña (OHC). «Insultan, persiguen, rompen pancartas por la igualdad… han llegado incluso a hacer pintadas en la casa de una persona que vive en un bajo mientras le tiraban excrementos con la nota Maricón de mierda».
Del insulto y el acoso a la agresión física sólo hay un paso. Y todavía son niños. «El caso está en la Fiscalía de Menores, a la que hemos pedido que nos deje hacer una labor pedagógica con ellos para evitar que dediquen su tiempo libre a acciones homofóbicas», explica Rodríguez.
Educación en tolerancia, y un compromiso mayor por parte de la Administración, es lo que piden las asociaciones que defienden al colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales).
«La educación es el factor clave en la prevención de las agresiones homofóbicas y evidentemente algo no se está haciendo bien. Debemos recordar que la mayoría de los agresores tiene menos de 30 años», apunta Rubén López, vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.
Según el último estudio publicado por el Ministerio del Interior, en 2014 el perfil del agresor homófobo más extendido era el de hombre español de entre 26 y 40 años. Sin embargo, al menos tres asociaciones del colectivo homosexual coinciden en que en este 2015 están observando un repunte de esta violencia en jóvenes de entre 16 y 20 años. En Cataluña, que es la única comunidad en la que hay un observatorio contra la homofobia, los casos de discriminación en las aulas ya suponen el 8,4% de las denuncias.
«La educación es clave en la prevención de las agresiones homofóbicas» El último estudio a nivel estatal sobre jóvenes LGTB, de 2012, refleja que el 57% de los menores de 25 años que componen este colectivo afirman haber sufrido algún tipo de violencia psíquica y/o física. Además, un informe de INJUVE asegura que el 80% de la población joven española reconoce haber sido testigo de agresiones verbales a homosexuales y transexuales, un 40% de situaciones de exclusión y un 20% de violencia física.
«Las nuevas tecnologías, y el mimetismo con la situación de auge de este tipo de delitos que se está viviendo en el resto de Europa, no hacen sino incrementar el problema entre nuestros jóvenes», denuncia Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia. «Nuestra legislación es inadecuada, no sirve para atajar el acoso ni el discurso del odio del que nuestros menores se empapan», añade.
No es únicamente lo que reciben por la red lo que ha propiciado este aumento de la homofobia entre los menores que denuncian las organizaciones. «La Administración establece su perfil de agresor en un rango de edad demasiado alto al no poder reflejar a los más jóvenes por la Ley del Menor», asegura Ibarra. «Los grupos neonazis, por ejemplo, saben que utilizando a estos chicos sus acciones van a quedar impunes», denuncia.
El presidente del Movimiento contra la Intolerancia vaticina además un repunte de todas las modalidades de delitos de odio entre los más jóvenes, no sólo homofóbicos. «Un día les llevan a cazar homosexuales, otro pobres, otro inmigrantes… Así es como se educan; más de un padre ha venido a preguntarnos porque estaba preocupado por su hijo de 14 años», explica.
De los 1.285 delitos de odio que el Ministerio del Interior registró el año pasado, 513 fueron por motivos de orientación o identidad sexual. Esto supuso un aumento del 13,5% respecto a 2013, cuando se produjeron 452 agresiones de este tipo. Y para las asociaciones es sólo la punta del iceberg.
El Movimiento contra la Intolerancia asegura que sólo se denuncian el 25% de las agresiones homófobas y transófobas. «Las víctimas del colectivo LGTB siguen sin denunciar por miedo a acudir a la Policía, a las represalias, a quedar señaladas… miedo a asumir que hoy en día te han pegado por maricón», explica López. «Algunos ni siquiera quieren hablar con las asociaciones por lo que pueda pasarles».
Un problema de visibilidad y concienciación que para las organizaciones LGTB tiene dos formas claras de atajarse: campañas públicas y de educación, y una ley estatal contra la homofobia y transfobia.
Las asociaciones LGTB demandan una ley estatal que les defienda «A corto plazo necesitamos una campaña grande de concienciación, y sobre todo que la gente vaya a denunciar para que las administraciones se pongan las pilas y dejen de argüir que no hay tantos casos», exige el vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.
«A largo plazo necesitamos una enseñanza más activa en tolerancia en las aulas, ese lugar donde maricón y bollera siguen siendo los insultos más escuchados. Además, exigimos que se cree una ley a nivel estatal de protección del colectivo LGTB como las que ya han ido promulgando en algunas comunidades autónomas», añade López.
Se refiere a las leyes de igualdad social y contra la discriminación del colectivo LGTB vigentes actualmente en Extremadura y Cataluña, esta última en vigor desde octubre del año pasado.
«Desde que entró en vigor la ley hasta el 10 de agosto tenemos registrados alrededor de 70 incidentes homófobos sólo en Cataluña, sufriendo el 69% los hombres», explica el presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña.
A nivel estatal, y dentro del colectivo LGTB, la discriminación y agresión por motivos de identidad sexual es muy importante. En lo que llevamos de año, la organización Transexualia asegura tener constancia de al menos ocho agresiones.
«Siempre hemos sido un blanco fácil por la cantidad de prejuicios que existen, pero este año hemos detectado un aumento del número de agresiones», denuncia Javier Gómez, miembro de la Junta Directiva de Transexualia.
«Vivimos en una sociedad multicultural y diversa en la que todos debemos aprender a respetarnos mutuamente. El desconocimiento de la transexualidad provoca prejuicios que por desgracia desembocan en demasiadas ocasiones en agresiones verbales y físicas», lamenta Gómez.