Invertir en la mujer africana, garantía de éxito
Una mujer muestra su cabaña en una aldea de Níger, una cama con unas mantas de flores, algunos cacharros apilados y decenas de niños, cabras y tierra la rodean en la puerta, otras limpian el arroz tirándolo desde arriba en bandejas, otra cose ropas en un taller, otra riega una cosecha a la orilla del río, una niña carga decenas de litros de agua en la fuente, una mayor cuenta lo complejo de su lucha como presidenta de una asociación por evitar los matrimonios de menores en uno de los países con la tasa de fertilidad más alta de mundo… Son momentos cotidianos de vidas anónimas de mujeres de Níger, el peor lugar del mundo para ser ellas.
1. Educación y formación: «En África subsahariana, si cada niña cursara al menos hasta la educación secundaria, se podrían salvar las vidas de 1,2 millones de niños», concluye ONE. El informe recoge que la evidencia demuestra que con la educación los conflictos se reducen, y se contribuye a la seguridad y la estabilidad. «Si la madre adulta ha recibido una educación aumenta su salud y la de sus hijos, su empoderamiento económico y su autoestima, lo que contribuye de manera significativa a la reducción de la pobreza», indica el texto.
2. Acceso al crédito: «Cuando los microcréditos son concedidos a mujeres, el consumo de bienes y servicios esenciales para la familia se incrementa, contribuyendo así a la reducción de la pobreza de sus hogares y a una mayor escolarización de sus hijos», avalan estudios del Grameen Bank, a lo que Amiano añade que cuando los ingresos son gestionados por ellas, los menores tienen 20 veces más posibilidades de sobrevivir.
3. Potenciar la agricultura: «Si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, podrían incrementar sus cosechas entre un 20% y un 30%», concluye la FAO (la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura). Un dato que se complementa con la ausencia de títulos de propiedad de tierras para las mujeres, lo que provoca dependencia y falta de autonomía. «A pesar de que más del 80% de las mujeres en el África subsahariana trabajan en el sector agrícola, en contadas ocasiones son las titulares de la explotación. Es decir, no tienen control sobre la tierra y no pueden tomar decisiones sobre sus cosechas», se lee en el informe de Codespa.
4. Igualdad en el trabajo: «El trabajo de la mujer puede ser el factor más importante para reducir la pobreza en las economías en desarrollo. Se ha comprobado que el acceso de la mujer al mercado laboral contribuye a la reducción de la pobreza y vulnerabilidad de hogares y familias, así como al crecimiento económico de los países», ilustra la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Una conclusión que coincide con la del Banco Mundial, que indica que las empresas con más trabajadoras mejoran la productividad, se adaptan mejor a los cambios y tienen una fuerza laboral más estable».
5. Representación política: «Cuando las mujeres están en los parlamentos, se promueven políticas sensibles a la igualdad de género, el cuidado infantil, la violencia de género y las pensiones además de reformas electorales», recoge el informe Mujeres africanas, mirada al futuro.