Jacinda Ardern, un liderazgo más humano frente al terrorismo neonazi
La Vanguardia.- La primera ministra neozelandesa transmitió no solo un mensaje integrador para con las comunidades musulmanas y contra el odio, sino que trató de convertir sus palabras en actos
Cadena perpetua para la única superviviente del trío terrorista neonazi alemán NSU
El atentado terrorista perpetrado por el supremacista neonaziaustraliano Brenton Tarrant en una mezquita de Christchurch ha sacudido no solo a la sociedad neozelandesa, sino a un mundo occidental cada vez más acostumbrado a ataques violentos de seguidores de la extrema derecha. Ante la tragedia, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, transmitió no solo un mensaje integrador para con las comunidades musulmanas y en contra del discurso de odio nacionalsocialista creciente, sino que trató de convertir sus palabras en actos.
En primera instancia, Ardern, tras la masacre, acudió a las mezquitas atacadas para mostrar sus condolencias a la comunidad y a las familias de las víctimas. Para hacerlo, se mostró respetuosa con sus creencias y costumbres y acudió con un pañuelo en la cabeza. Durante visita, la primera ministra hablo y se abrazó con varios familiares y miembros de la comunidad musulmana presente en las puertas del centro. Dolida, consternada y afectada, Ardern trató de acompañar a los afectados en los momentos más difíciles de sus vidas.
Buscando respaldo en Trump
En la necesaria batalla contra el nacionalsocialismo y la creciente oleada de ataques terroristas neonazis, Ardern busca la complicidad de otros líderes mundiales. Tras el ataque, y tal y como apunta The Washington Post, Trump le preguntó a la primera ministra de Nueva Zelanda cómo podría ayudar.
Ella sugirió que ofreciera su “simpatía y amor por todas las comunidades musulmanas”. Pero el presidente de los Estados Unidos pasó el fin de semana en Twitter una vez más condenando a los “invasores” inmigrantes y defendiendo a un presentador de la FOX que acababa de ser suspendido por comentarios islamófobos.
Control de armas y islamofobia en el senado
Las posiciones antimusulmanas de personalidades políticas neozelandesas no han amedrentado a Ardern. Su gobierno anunció hoy cambios en la ley de armas a raíz del atentado de Christchurch.
La reforma legal fue acordada “en principio” por el Ejecutivo, que se reunió en Wellington por primera vez desde la masacre, y sus detalles se darán a conocer en un plazo de diez días desde los ataques, según detalló la primer ministra.
La mandataria evitó precisar, tal como se esperaba, si la reforma incluirá la prohibición de la venta de armas semiautomáticas como las utilizadas en el asalto a las dos mezquitas, al asegurar que hay varias cuestiones que hay que abordar antes.
En los días previos, Ardern había anunciado una “respuesta rápida” tras conocerse que Tarrant compró las cinco armas que utilizó, incluidas dos semiautomáticas, tras obtener el permiso de armas en noviembre de 2017, poco después de establecerse en el país. “Hay muchos neozelandeses que cuestionan que haya armas semiautomáticas disponibles”, aseguró Ardern en rueda de prensa en la que quiso dejar clara la “completa unidad” del gobierno de coalición a la hora de modificar la ley.
Esta reacción responsable tras la matanza contrasta con opiniones como la de Fraser Anning, senador que recibió un huevazo de un joven de 17 años. Anning señaló el miedo a la “creciente presencia musulmana” tras la matanza como chispa de la tragedia, responsabilizando así a la comunidad religiosa. “Los disparos en Christchurch ponen de relieve el temor creciente dentro de nuestra comunidad, tanto en Australia como en Nueva Zelanda, por la creciente presencia musulmana”, declaró.
Ardern recibió el manifiesto de Tarrant
La primera ministra de Nueva Zelanda, además, señaló que, nueve minutos antes del asalto a la primera de las dos mezquitas, su oficina recibió por email el manifiesto en el que Brenton Tarrant justificaba su acción, y que también fue enviado a otros 30 destinatarios, incluidos políticos, instituciones y medios de comunicación.
Según la gobernante, el correo fue puesto en manos de responsables de seguridad dos minutos después de su recepción pero “no incluía ni el lugar ni datos específicos” sobre el ataque.
El manifiesto contenía 74 páginas en las que Tarrant dejaba claro que sus ataques fueron provocados por el odio de los inmigrantes musulmanes, a quienes describió como invasores que amenazaban la integridad demográfica de una nación blanca.
Se ensalzaba a sí mismo como parte de una historia distorsionada más amplia y, por ello, inscribió en sus armas nombres de guerreros medievales de la cristiandad que lucharon contra los ejércitos de los imperios islámicos, así como referencias de batallas y eventos islamófobos.