La joven estudia en horario de tardes un grado de Turismo en Formación Profesional, enseñanza postobligatoria, y es huérfana de padre. Sus progenitores, según ha indicado el abogado de SOS Racismo Francisco Solans, se exiliaron en España por motivos políticos.
OLTRA: «EL PAÑUELO ES UN SÍMBOLO RELIGIOSO Y CULTURAL, NO DENIGRA»
CRISTINA VÁZQUEZ
La portavoz del Gobierno valenciano y consejera de Igualdad y Política Inclusiva, Mònica Oltra, se ha pronunciado hoy sobre el caso de la alumna musulmana: «Tenemos que ser muy cuidadosos con la libertad religiosa y la diversidad cultural y también la libertad a la propia imagen. En el caso del pañuelo, y solo del pañuelo, no estamos hablando de otras cosas, es un símbolo religioso, cultural y de género, como lo es para nosotros ponerle a las niñas pendientes. El pañuelo a la cabeza no supone ninguna denigración colectiva ni individual pero obligar a quitárselo si puede entrar en conflicto con el artículo 16 de la Constitución [que garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto]», ha dicho la vicepresidenta del Gobierno valenciano a preguntas de este diario.
«Es una situación chocante que nunca hubiera creído que iba a vivir», afirma Takwa. «Soy la primera que se opone cuando a alguien se le impone algo, pero esto es una decisión que yo he elegido y de la que me siento orgullosa».
Fuentes de la Consejería de Educación han indicado que el reglamento no está pensado para prohibir manifestaciones religiosas como el hiyab, sino otro tipo de cuestiones, como la asistencia a clase con gorras o bragas en la cabeza. Pero que el instituto considera que hacer una excepción con el hiyab le impediría mantener la norma para el resto de estudiantes.
El reglamento del instituto Benlliure, situado junto a los Jardines de Viveros de Valencia, prevé que los alumnos sí puedan llevar la cabeza cubierta si es por motivos de salud, como aquellos que siguen tratamientos de quimioterapia.
La joven asegura que nunca tuvo problemas para usar el pañuelo cuando estudió secundaria y bachillerato en otro instituto público de Valencia, el de Malilla, donde actuó como mediadora. «Te enseñan a que ayudes a los demás entendiéndoles, poniéndote en su lugar y respetándoles. Y después te encuentras con esto. Se empeñan en compararlo con llevar gorras, pero no es lo mismo, esto es un símbolo de mi identidad».
En un comunicado enviado este viernes por el letrado de SOS Racismo, la entidad afirma que el pañuelo de la joven «no es una prenda que impida ver su cara, ni estorba su identificación, ni nada parecido, tiene una significación única y exclusivamente de expresión de identidad religiosa». Y pide al centro que interprete el reglamento de forma «flexible» y «conforme a los derechos fundamentales de la persona, entre ellos los derechos a la libertad religiosa y de expresión». El caso ha sido denunciado al Defensor del Pueblo y a su versión valenciana, el Síndic de Greuges.
El director del instituto, Josep Cuenca, ha afirmado a EL PAÍS que la norma no tiene una finalidad «discriminatoria», es «razonable» y está «muy asumida» por el alumnado, por lo que en aplicación de su autonomía no contemplan cambiarla. El reglamento interno, que la joven aceptó cumplir al matricularse, se aprobó en 2009 por motivos de «homogeneidad e incluso de salud», señala el director, dado que los alumnos de cursos de enseñanza obligatoria tienen entre sus asignaturas Educación Física.
La prohibición de entrar con la cabeza cubierta se ha aplicado en numerosos casos, casi siempre por llevar gorra. Pero en tres ocasiones, añade Cuenca, se trató de alumnas con hiyab. En un caso, la estudiante, que cursaba secundaria, fue trasladada de centro; en otro, decidió quitarse el pañuelo, mientras que una tercera alumna optó por abandonar el instituto.
El grado de Turismo que estudia la joven cuyo caso ha sido denunciado por SOS Racismo se imparte también en un centro público de Mislata, población que linda con Valencia. Entre las alternativas que se barajan desde consejería figura la posibilidad de que la joven se traslade a este instituto.
Takwa no ve con buenos ojos, en principio, esa posibilidad. «Para ellos puede parecer fácil, pero a mí Mislata me pilla muy lejos. Y creo que tengo derecho. El Benlliure es un instituto público y me hacen sentir como a un bicho raro. ¿Y por qué tengo que ser un bicho raro?», afirma.