La historia del niño sirio refugiado que huyó de la guerra para ser como Cristiano
Fuente: Marca
Fecha: 16/04/2017
Nunca había tenido tanto miedo en mi vida. No quiero volver a ver el mar. No podría soportarlo», confiesa Mohammed a MARCA. Meses atrás, en algún punto del mar Egeo entre la costa de Turquía y de Grecia, el motor del bote de plástico en el que viajaba se paró y con él también lo hicieron los corazones de los 65 pasajeros que habían dejado su hogar en busca de un futuro lejos de la guerra. Se paró igual que lo habían hecho sus vidas en 2011 por culpa del estallido del conflicto bélico en Siria. Mohammed pensó que se acababa, que era el fin. Junto a él su esposa Afaf, su hermana Zahra y su hijo Ahmad, de siete años, cuyo sueño de triunfar en el fútbol era la causa de que estuvieran allí. El pequeño no se separaba del balón que guardaba en su bolsa. En esa bolsa estaba su sueño, su futuro. Y en esa embarcación, el de muchas familias como la suya, que habían gastado todos sus ahorros por conseguir una plaza en aquel bote.
Mohammed había tenido que pedir prestado dinero para pagar a quienes trafican con los sueños de los más necesitados. «En la guerra no podíamos ahorrar, lo gastábamos todo. Por eso cuando decidimos abandonar el país tuve que pedir prestado. Sólo por cruzar de Turquía a Grecia en aquel bote pagué 1.000 dólares por mi mujer, otros 1.000 por mí y 700 por Ahmad, menos por ser un niño», explica a MARCA.
Por Ahmad lo habían dejado todo en Siria: familia, amigos, trabajo… Toda su vida a cambio de que el pequeño pudiese jugar al fútbol con normalidad y tener la oportunidad de triunfar algún día en un gran club. Su sueño es hacerlo en el Real Madrid. «A comienzos de 2015 había tomado la decisión de abandonar el país y la principal razón era el futuro de Ahmad. La guerra nos impedía llevar una vida normal y él no podía ir a entrenar. No había futuro para él en mi país y no sabíamos cuánto iba a durar el conflicto. Antes de la guerra, Siria era un lugar maravilloso para vivir pero todo ha cambiado», lamenta.
Y todos sus esfuerzos estaban a punto de quedarse en el mar para siempre junto al motor de aquella lancha de goma… «Al final algunos pasajeros pudieron arreglarlo pero estábamos perdidos en medio de la nada hasta que un pescador, que iba en su bote, nos dijo hacia dónde debíamos dirigirnos. A pocos minutos de alcanzar la costa griega nuestro bote comenzó a hundirse», relata. Otra vez el sueño estaba a punto de truncarse.
Una embarcación que iba delante, también de refugiados, les vio y les prestó ayuda. Mohammed y su familia, así como el resto de los 65 pasajeros, estaban por fin a salvo en territorio europeo, lejos de la guerra y más cerca de una nueva vida, aunque conseguirla no iba a ser nada fácil. Les esperaba un largo camino por delante. Cuando pusieron un pie en tierra helena no sabían ni dónde estaban. «Parecía una isla militar», rememora. Probablemente se tratase de Lesbos, una de los principales puertas de entrada de los refugiados a Europa a través del mar.
El drama de los refugiados
En los últimos seis años, 11,5 millones de sirios han tenido que desplazarse por la guerra. Prácticamente la mitad de la población. De ellos, 6,3 millones lo han hecho hasta tres y cuatro veces dentro de su país y 5 son ahora refugiados en países vecinos como Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, según datos de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Detrás de esos fríos números hay millones de vidas y de historias como la de Mohammed, su esposa y su hijo Ahmad, personas que tienen que abandonar su hogar.