«La mediación es una herramienta súper eficaz para prevenir el bullying escolar»
Fuente: ABC
Fecha: 01/02/2018
Mari Luz Sánchez García Arista es una de las mayores expertas en mediación de nuestro país. Coordinadora del área de mediación educativa del Instituto Complutense de Mediación (IMEDIA) y formadora de mediadores, hablamos con ella de su último libro, «Gestión positiva de conflictos y mediación en contextos educativos» (Editorial Reus), donde explica su particular visión de cómo poner esta potente herramienta se puede poner al servicio de un colegio.
Explique por favor qué es la mediación a nuestros lectores.
La mediación es un proceso estructurado con sus bases, sus técnicas y sus herramientas para hacer que dos que están enfadados puedan volver a comunicarse inteligentemente, con menos activación negativa. Se tiene que acudir a ella de forma voluntaria, y debe ser confidencial. Se trata de que se forme un espacio colaborativo donde los protagonistas reales son las partes del conflicto. Además hay un tercero neutral (el mediador) que ayuda a las partes a que restauren ese diálogo entre ellos. Es un profesional que, mediante técnicas de gestión emocional y de comunicación les ayuda a establecer sus propios acuerdos, pero nunca es protagonista.
Hay mucha confusión. El modelo más extendido, aunque no es el único, es el de alumnos mediadores, es decir, entre pares. Y esto es un programa de ayuda, pero no de mediación real. Existen otros servicios internos en el centro de profesores mediadores, y empieza a verse también el diseño de equipos mixtos.
A su juicio, la mediación es una herramienta súper eficaz en la prevención del bullying. ¿Por qué no se usa más?
Porque en nuestro país no se aborda la raíz del tema, ni desde la Administración, ni desde los centros. Muchos centros han tenido formación en mediación, pero luego no permanece. En otros permanece, pero no logra transformar la cultura del centro. Porque lo ideal es que incida en la cultura del centro, en los valores relacionales y comunicativos que se llevan a cabo. La mediación es muy potente, porque realmente es un modelo pacífico, dialogado y colaborativo de resolver conflictos. Es un modelo de convivencia positivo. Es ahí donde, tras muchos años de estudio, llego a la conclusión que hay que establecerla de otra forma, con el objetivo de lograr un buen modelo de convivencia. Con otra metodología, otra propuesta, que yo denomino como «mediación educativa contextualizada».
¿Qué implica, en qué consiste su metodología, a la que usted denomina «mediación educativa contextualizada»?
Es una propuesta alternativa, con un enfoque global, porque atiende al alumnado, a las familias, al profesorado… A todo aquel que transita por el centro. Contempla la mediación como un instrumento educativo que debe estar integrado en el todo. No debe ser como un grano que le sale al centro, o como un servicio que está desconcertado, sino como algo conectado con la cultura, los valores que se quieren establecer, y que realmente educa porque es un modelo de convivencia en si mismo. Porque todos los que pasan por el servicio de mediación, tanto los chicos que acuden al servicio y consiguen llegar a un acuerdo, como los que aprenden a mediar y a ejercer el rol de mediador, se llevan una vivencia positiva. Me refiero a aquello que está en el lenguaje popular, a eso de que «hablando se entiende la gente», tan sabio, tan sencillo, y tan poco de moda hoy en día. La mediación, insisto, produce beneficios, y enseguida mejora el clima de convivencia porque es educativa y preventiva. Porque no permite que los conflictos escalen o se encallen, sino que los resuelve. Por eso, si tiene beneficios, por qué no extenderlos y alargarlos a todo el mundo, al alumno, al profesorado, e incluso a las familias.
Además usted tiene amplia experiencia en implantar este servicio en todos los niveles educativos: Infantil, Primaria, Secundaria… Vayamos poco a poco. ¿Cómo introducen la mediación a los más pequeñitos?
Porque debe ser un programa gradual, a lo largo de todo el recorrido educativo. Cuando son pequeños comenzamos con el programa de «gestión emocional», de reconocimiento de emociones, las propias y las del niño que tengo enfrente. Se abre un rincón de resolución de conflictos. Un boca-oreja: uno habla mientras que el otro escucha. Luego se les manda a cambiar de rol, y pasan a tener el contrario. También se les enseña la «escucha activa», y para ello tienen que explicar qué han escuchado del otro, que tiene otros puntos de vista, pero que si no aprenden a escuchar, jamás admitirás las diferencias. Uno tiende a pensar que un niño de tres años no tiene que aprender a gestionar conflictos, pero si un niño está alterado, hay que darle la oportunidad de ver cómo se llama lo que se siente. ¿Cómo? Diciéndole que coja una imagen de la cara que represente su sentimiento en ese momento, y la del niño con el que ha reñido. Porque en el conflicto uno nunca está solo, hay que darse cuenta de que está el otro, que tiene sentimientos, y que hay que tenerlos en cuenta para arreglar la situación.
¿Y según se van haciendo mayores?
Cuando van creciendo se empiezan a introducir los inicios de la mediación, mediante un programa de «gestión de conflictos». Introducimos la silla boca, la silla oreja, y la silla del amigo, que es el tercero neutral que hace el papel de darles el turno de cambio de asiento. Suelen asimilar enseguida la dinámica y empiezan a hacerlo solos en el llamado «rincón del diálogo» o de la «convivencia». Más adelante se imparte un programa de habilidades sociales y de comunicación eficaz, donde se les ofrece una formación estructural de mediador que lleve a cabo el proceso de 5º o 6º de Primaria, o mucho más claramente en Secundaria.
Los beneficios de introducir la mediación en el contexto escolar parecen muchos, más allá del preventivo del bullying, en definitiva.
La realidad es que los conflictos hay que afrontarlos, porque de esa manera no se hace tanto daño. Es algo preventivo, que transforma la cultura del centro, insisto, y que cada vez va mejorando el clima de convivencia. Los alumnos que han pasado por nuestro programa abordan de manera positiva el conflicto, y los profesores también abordan de manera más positiva los conflictos en fases iniciales, que es donde hay que abordarlos. Por tanto efectivamente, el clima de convivencia en general mejora.
De igual forma, los menores que participan en mediación se llevan esos aprendizajes a todos los contextos donde se relacionan. No solo en el colegio. Se los llevan a otros contextos como la familia, la pareja, el ocio. Poco a poco se va extendiendo esa cultura del diálogo a la hora de abordar los conflictos, se va transitando hacia el «hablando se entiende la gente».