En la mente del troll: ¿Qué lleva a una persona a convertirse en hostigador en la red?
Existe lo que se conoce como ‘tríada oscura de la personalidad’, tres rasgos que unidos en una misma persona dan como resultado a un peligroso inadaptado. Se trata de la psicopatía (insensibilidad al sufrimiento ajeno), el maquiavelismo (manipulación al estilo de «el fin justifica los medios») y el narcisismo (creer que somos los más importantes del mundo y nos merecemos todo). «Son tres rasgos diferenciables entre sí, pero que comparten altos niveles de insensibilidad emocional, impulsividad o tendencia a ser manipuladores. Recientemente se ha ampliado esa tríada a una tétrada, con un cuarto rasgo: el sadismo. Lo característico del sadismo es el disfrute con la crueldad. Y parece ser que los trols de internet destacan, precisamente, por su alto nivel de sadismo», explica José Ramón Barrada, profesor de psicología en la Universidad de Zaragoza.
El repunte de los delitos informáticos en Aragón preocupa a fuerzas de seguridad, profesores, padres y ciudadanos. Han crecido casi un 500% desde 2009, y consisten en suplantaciones de personalidad que llevan a estafa, acoso sexual y escolar, extorsiones tras conseguir fotos y vídeos comprometedores, y los delitos contra el honor. «Si bien las estafas son realizadas por grupos organizados y mafias que no tienen relación alguna con la víctima, los otros tres delitos son cometidos casi siempre desde el anonimato, por una o varias personas que pueden formar parte del entorno inmediato de la víctima», explican desde el grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional en Zaragoza. De los más de 60.000 ciberdelitos denunciados en Aragón en 2015, hasta 40.000 fueron de fraudes, pero se registraron más de 2.000 con vulneraciones del derecho al honor y unos 10.000 por amenazas y coacciones.
A esas personas que se refugian en el anonimato para acosar, intimidar y hostigar se las denomina popularmente ‘troles’. Algunos son más o menos inofensivos, personajes que publican comentarios con el objetivo de encender los ánimos de otros lectores. Suelen abundar en las noticias de medios de comunicación, en foros de interés o en redes sociales. Lo mejor, destacan los expertos, es ignorarlos, no incitarles con nuestras respuestas. El problema llega con los troles hirientes que persiguen a la misma persona para hostigarla, publicar fotos suyas sin su consentimiento en páginas de contactos, humillarla públicamente… «Hay gente que trolea porque disfruta con ello, sabe cuándo empezar y cuándo parar, pero otros tienen un problema de salud mental y para estos últimos regular su propia conducta es problemático», señala Barrada. «Algunas personas, además, tienen un problema para diferenciar realidad de ficción y cuando publican en internet asumen que lo virtual es ficción, menos real que el día a día. A estas personas les puede parecer que decir en una red social «te voy a violar» no es lo mismo que decirlo en el cara a cara. Luego, al ser interrogados, destacan que no entienden por qué se lo ha tomado la víctima tan mal, «si internet es un mundo de mentiras», destaca el profesor de la Universidad de Zaragoza.
Por odio y despecho
Desde la Policía advierten de que el odio y el despecho tras una relación amorosa fallida suele estar detrás de delitos como crear falsos perfiles en redes de contactos, así como la publicación de imágenes íntimas de la expareja. «La última modificación del Código Penal ya recoge como delito la difusión de estas imágenes, por eso siempre recomendamos jamás compartir fotografías íntimas o comprometidas -señalan desde el grupo de Delitos Tecnológicos-, porque una foto que mandas puede acabar en el móvil o el ordenador de alguien que luego decida utilizarla en tu contra. Existen aplicaciones como Snapchat donde las fotografías parecen ser efímeras, y se borran al cabo de unas horas, pero solo es necesario capturar pantalla para guardarlas».
En el caso de comentarios injuriosos y delitos contra el honor, el trol no siempre forma parte de nuestros círculos. «Si trolear es un poco como cazar por las redes, se pueden diferenciar dos tipos de caza: la ‘mayor’, que sería ir a por un famoso, o la ‘menor’, a por un ciudadano cualquiera. Un ejemplo de ‘caza mayor’ fue lo que le sucedió al empresario Josef Ajram, que tiene en su Twitter más de 23.000 seguidores. Un trol le engañó haciéndole creer que le buscaban para una campaña publicitaria, lo que llevó a Ajram a hacerse fotos comiendo un producto», recuerda Juan Ramón Barrada. «Y luego está la ‘caza menor’, gente sin relevancia en las redes, con comentarios homófobos, machistas, dirigidos a un aspecto físico…».
Esto le puede ocurrir a cualquiera de nosotros que tenga un perfil en una red social, advierten desde la Policía. «Y no hay que creer que la privacidad es eficaz al 100%. Da igual que en Instagram pongas el perfil privado, o tengas todos los ajustes en la cuenta de Facebook. Si tienes un perfil, estás expuesto y cualquier imagen puede ser después difundida sin consentimiento». Por ello, lo mejor es tener sentido común y, en el caso de comentarios de mal gusto, aprender a ignorar.
No es fácil dejar pasar dardos que hacen daño, pero los expertos recomiendan «no dar de comer a los trols». Según Barrada, «ser objeto de troleo puede ser una experiencia muy desagradable. Algunas personas piensan que «internet no es la vida real» y que, por ello, lo que ahí pasa no debería afectarnos. Pero no es así. Las redes, nuestra vida en internet, indudablemente es vida. Que te estén buscando para ponerte de los nervios es desagradable. No todas las personas reaccionan igual, pero sufrir troleo es factor de riesgo para problemas emocionales, como ansiedad, depresión y estrés».
Barrada destaca que «estamos acostumbrados a un mundo relativamente controlable. Si me cruzo con alguien por la calle puedo suponer que no me dará un puñetazo sin más. Si pregunto por una dirección, en general intentarán ayudarme. El troleo rompe esa idea, y nuestras vivencias resquebrajan esa confianza de que el suelo no se hundirá con nuestro siguiente paso».
Pero, ¿por qué hay personas que sienten esa necesidad de trolear y hacer daño? Según el profesor, es un comportamiento que vemos ya en niños pequeños. «Un bebé lanza el sonajero al suelo desde su trona porque le gusta escuchar ese sonido, y porque le gusta ver a sus padres recogerlo y hacerle caso. Un trol disfruta de ver a los demás saltar, saber que él es el causante de tales reacciones». Un grave complejo de inferioridad le lleva a rebajar los niveles de autoestima de los demás para elevar los suyos. Y obtiene así la compensación de quedar por encima de ellos con la humillación, la hipercrítica sistemática…
Caza al troll
El trol que humilló a Josef Ajram no paró tras ver esas fotos del empresario comiendo un producto. Difundió mensajes de burla, creó encuestas donde los internautas le animaban a continuar el troleo…, incluso publicó comentarios obscenos de contenido sexual sobre la hija de Ajram, de solo seis años. Esto último fue lo que enfureció al empresario, que decidió dar caza al trol. Contrató a expertos en análisis de identidad digital para desenmascarar a la persona que se escondía tras el perfil de Twitter @Calitat. Y lo consiguió. El trol tenía nombre y apellidos y deberá responder a los delitos de acoso a través de medios tecnológicos, contra la integridad moral, de incitación al odio y humillación pública, estafa y amenazas. Aún así, los trols parecen multiplicarse, e incluso tras saber que el acosador había sido cazado, otros publicaron mensajes de odio en la cuenta de Twitter del empresario, llamándole «cortito» y «cantamañanas».
Esa sensación de que trolear sale gratis es una de las causas por las que este comportamiento crece, «porque no cuesta dinero, la persona está en su casa, refugiada tras una cierta intimidad…, pero existen herramientas para saber quién está detrás de cada comentario. Por ello, cuando una persona se sienta acosada por internet, si ignorar no sirve de nada y la situación se agrava, debe denunciar, antes de que la situación se ponga más seria -concluye la Policía-. La mayoría de las veces una simple denuncia corta en seco el comportamiento. Si no es así, el trol deberá responder ante delitos, porque nuestros derechos son iguales en la vida virtual y en la real».