La mujer que tumbó las leyes de discriminación por género en EE.UU.
La Vanguardia. Felicity Jones se mete en la piel de la jueza del Tribunal Supremo estadounidense Ruth Bader Ginsberg en ‘Una cuestión de género’
Siempre hay casos reales protagonizados por hombres o mujeres que sirven de inspiración a generaciones venideras y ayudan a cambiar el curso de la historia. Ruth Bader Ginsburg ha sido una de esas mujeres que han dejado huella en los tribunales de Estados Unidos gracias a su ímpetu y sus ganas de hacer justicia defendiendo unas leyes igualitarias para ambos sexos. La película Una cuestión de género, que llega a nuestra pantallas este viernes, trata precisamente de cómo una joven madre del Bronx, inteligente, menuda, judía y decidida, irrumpió con fuerza en la universidad de derecho de Harvard dispuesta a hacer oír su voz en un ambiente dominado por hombres.
Con una excelente Felicity Jones en la piel de Ginsburg, el filme dirigido por Mimi Leder (Deep Impact, Cadena de favores) arranca con la protagonista avanzando a paso firme por la calle junto a un enorme grupo de rostros masculinos hacia su primer día de clase. Estamos en la década de los cincuenta y las miradas y los discursos se dirigen exclusivamente a un público masculino. “¿Qué hace usted aquí ocupando una plaza que podría haber sido para un hombre?” le espeta el decano de Harvard. Y ella, con su tenacidad y esfuerzo, respondió con las mejores notas y fue la primera de su promoción, además de asistir a las clases de derecho de su marido enfermo, para que no perdiera el curso.
Junto a su pareja, interpretada en la ficción por Armie Hammer, Ruth tuvo todo el apoyo necesario para no rendirse jamás ante las adversidades que se le echaban encima. Él siempre la vio como una igual y ambos se repartían las tareas domésticas en una época en la que no estaba bien visto. Y ningún bufete quería contratarla por el mero hecho de ser mujer. Se dedicó a la enseñanza durante los sesenta y los setenta y fue entonces cuando se topó ante una serie de injusticias sociales, especialmente el caso Moritz de discriminación fiscal a un hombre que ejerció como cuidador de su anciana madre porque se daba por hecho que era un papel que había de ser asumido por una mujer. Con la ayuda de su marido y su hija, fruto de una generación feminista que reclamaba el cambio, Ruth se erigió en una ferviente defensora de la igualdad legal entre hombres y mujeres y luchó asimismo por dar luz a los derechos de las minorías y los más desamparados.
Basada en un guión escrito por el sobrino de Ruth, Daniel Stiepleman, el relato de Leder recorre la trayectoria de este icono feminista que fue nombrada magistrada del Tribunal Supremo de Estados Unidos por Bill Clinton en 1993 -la segunda jueza en lograrlo- y a sus 85 años todavía sigue en el cargo, a pesar de sus problemas de salud. Según Leder, no es ninguna superheroína, es una mujer idealista y apasionada que ha batallado en los tribunales por lo que cree que es justo. Desafió al sistema legal estadounidense y ganó.
La película ha sido calificada en nuestro país por el ICAA como apta para todos los públicos y especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género.
Melissa McCarthy aspira al Oscar a la mejor actriz por interpretar a Lee Israel, la biógrafa superventas de famosos (y amante de los gatos) que se ganó la vida en la década de los 70 y 80 realizando las biografías de artistas como Katharine Hepburn, Tallulah Bankhead, Estée Lauder o la periodista Dorothy Kilgallen. El biopic dirigido por Marielle Heller y basado en las memorias de la protagonista narra el momento en el que Lee ve que ya no le publican sus libros porque no está a la altura del mercado, por eso cambia su método y empieza a realizar falsificaciones instigada por su leal amigo Jack.
Destroyer. Una mujer herida
Nicole Kidman aparca su bello rostro para enfundarse en la piel de una detective que viaja al más profundo de los infiernos tras quedar sumamente afectada por un caso en el que cometió demasiados errores. La cineasta Karyn Kusama firma un thriller policíaco con elementos de cine negro y de acción ambientado en la ciudad de Los Ángeles y plagado de flash backs que invitan al espectador a conocer el declive de esta mujer que intenta por todos los medios que su hija adolescente se aparte de un camino parecido al suyo.
Siempre hay casos reales protagonizados por hombres o mujeres que sirven de inspiración a generaciones venideras y ayudan a cambiar el curso de la historia. Ruth Bader Ginsburg ha sido una de esas mujeres que han dejado huella en los tribunales de Estados Unidos gracias a su ímpetu y sus ganas de hacer justicia defendiendo unas leyes igualitarias para ambos sexos. La película Una cuestión de género, que llega a nuestra pantallas este viernes, trata precisamente de cómo una joven madre del Bronx, inteligente, menuda, judía y decidida, irrumpió con fuerza en la universidad de derecho de Harvard dispuesta a hacer oír su voz en un ambiente dominado por hombres.
Con una excelente Felicity Jones en la piel de Ginsburg, el filme dirigido por Mimi Leder (Deep Impact, Cadena de favores) arranca con la protagonista avanzando a paso firme por la calle junto a un enorme grupo de rostros masculinos hacia su primer día de clase. Estamos en la década de los cincuenta y las miradas y los discursos se dirigen exclusivamente a un público masculino. “¿Qué hace usted aquí ocupando una plaza que podría haber sido para un hombre?” le espeta el decano de Harvard. Y ella, con su tenacidad y esfuerzo, respondió con las mejores notas y fue la primera de su promoción, además de asistir a las clases de derecho de su marido enfermo, para que no perdiera el curso.
Junto a su pareja, interpretada en la ficción por Armie Hammer, Ruth tuvo todo el apoyo necesario para no rendirse jamás ante las adversidades que se le echaban encima. Él siempre la vio como una igual y ambos se repartían las tareas domésticas en una época en la que no estaba bien visto. Y ningún bufete quería contratarla por el mero hecho de ser mujer. Se dedicó a la enseñanza durante los sesenta y los setenta y fue entonces cuando se topó ante una serie de injusticias sociales, especialmente el caso Moritz de discriminación fiscal a un hombre que ejerció como cuidador de su anciana madre porque se daba por hecho que era un papel que había de ser asumido por una mujer. Con la ayuda de su marido y su hija, fruto de una generación feminista que reclamaba el cambio, Ruth se erigió en una ferviente defensora de la igualdad legal entre hombres y mujeres y luchó asimismo por dar luz a los derechos de las minorías y los más desamparados.
Basada en un guión escrito por el sobrino de Ruth, Daniel Stiepleman, el relato de Leder recorre la trayectoria de este icono feminista que fue nombrada magistrada del Tribunal Supremo de Estados Unidos por Bill Clinton en 1993 -la segunda jueza en lograrlo- y a sus 85 años todavía sigue en el cargo, a pesar de sus problemas de salud. Según Leder, no es ninguna superheroína, es una mujer idealista y apasionada que ha batallado en los tribunales por lo que cree que es justo. Desafió al sistema legal estadounidense y ganó.
La película ha sido calificada en nuestro país por el ICAA como apta para todos los públicos y especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género.