La ‘pornovenganza’, el acoso sexual por redes que crece entre los adolescentes

Cadena Ser.- Clara contaba apenas 14 años cuando empezó a conocer a un chico y este le pidió que le enviara una foto íntima. Luego, al comenzar a salir juntos, él quiso mantener relaciones sexuales y le insinuó que, si no se prestaba, había algo que podía hacerle daño. Aquel día Clara perdió la virginidad. El chico grabó un video del encuentro, pero Clara se dio cuenta y, tras protestar, él le aseguró que lo había borrado. Al cabo de unos meses, una vez rota la relación, su exnovio intentó volver a tener algo con ella. Clara se negó y él la amenazó con el vídeo. Pasado un tiempo las imágenes que ella creía destruidas comenzaron a circular. Lo que vino después fue un proceso largo. Clara desarrolló un trastorno alimenticio del que aún no ha salido. Sufrió lo que se conoce como pornovenganza: la publicación o distribución de imágenes íntimas, sin consentimiento, de una pareja o expareja en redes sociales o en páginas web.

Si los menores de edad son víctimas de este tipo de violencia, el contenido sexual que se difunde está considerado pornografía infantil. El acoso sexual digital se ha duplicado en los últimos 10 años. Según datos del Ministerio del Interior, en 2020 se conocieron 1.783 infracciones por delitos sexuales. Y eso que la mayoría del acoso sexual en redes no se denuncia. Esta práctica ha aumentado entre los jóvenes por dos razones: la sexualización cada vez más temprana, que se produce a las puertas de la adolescencia, y el incremento del uso de los móviles o dispositivos con acceso a internet. La psicóloga Marta Cabezas explica que se trata de una fase en la que los adolescentes «quieren parecer mayores» y asocian esos comportamientos a la edad adulta.

El proceso legal que hay que recorrer para denunciar estas agresiones no es sencillo. Encarni Iglesias, presidenta de la asociación Stop Violencia de Género Digital, señala que se trata de una violencia casi siempre anónima. Resulta muy complicado demostrar la autoría de la distribución de las imágenes y el chantaje a través de perfiles falsos. Lo más recomendable es la contratación de un perito que consiga verificar los abusos, una herramienta que no todo el mundo puede costearse.

A las dificultades legales, en el caso de los adolescentes, se suma, según la psicóloga Marta Cabezas, el temor al conflicto familiar. La mayoría de los jóvenes suelen ocultar los hechos a sus padres mientras pueden por vergüenza. Añade la psicóloga que la comunicación en la familia es fundamental para hacerles entender «que tiene que pedir ayuda». En el caso de Clara, el colegio intervino y sus padres se enteraron: «Fue el peor momento de mi vida». Laura, otra víctima, también le envió fotos con 14 años a un chico mayor que ella, que luego él envió a los compañeros de su colegio. No denunció porque no quería pasar por la vergüenza y la humillación de que sus padres supieran que había caído en algo así.

La pornovenganza es una forma más de violencia machista. Encarni Iglesias explica que se trata de un maltrato que aumenta exponencialmente desde hace años y es un modo de intimidación, a veces de extorsión, muy común en mujeres adultas. «Existe un sector al que no se está prestando atención: el de las mujeres entre 40 y 50 años», agrega. Especialmente, el perfil de aquellas que no tienen ocupación laboral y que, con hijos quizás ya mayores, dedican buena parte de su tiempo a las redes sociales.

Pero en la franja de edad adolescente y en las escuelas se manifiesta más allá de la violencia machista. Ocurre también entre compañeros. A los 13 años, una amiga de Elena difundió una foto íntima suya en el colegio. Lo hizo porque hacía tiempo que se sentía un poco excluida del grupo y quería hacerse notar de esta manera y conseguir aceptación.

Pablo tuvo una relación durante meses con un chico y en alguna ocasión se grabaron mientras mantenían relaciones, estando los dos conformes. Al cabo de un tiempo, cuando ya no estaban juntos y él conoció a otro chico, descubrió que su expareja le había enviado ese vídeo a una tercera persona próxima a su nuevo novio.

Para combatir y prevenir el abuso sexual en redes y la pornovenganza, todos los expertos apuntan a la educación digital. Según Encarni Iglesias, «en pleno siglo XXI, la deficiencia es patente». Considera que hasta que no seamos plenamente conscientes del valor que tiene la información y de la pérdida de control sobre tu imagen y tus datos una vez que están en internet, no cesará el problema.

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