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La primera mujer árabe en entrenar un equipo de fútbol masculino

Fuente: El País
Fecha: 04/04/2018

«El fútbol es mi primer y último amor», dice la sudanesa Salma al-Majidi, de 25 años

La sudanesa Salma al-Majidi, de 25 años, se ha convertido en la primera mujer en entrenar un equipo de fútbol masculino en el mundo árabe, según ha reconocido la FIFA. Se trata del club Al Ahly Al Gadaref, de la región sudanesa de Gadaref, al este de Jartum, cuyos integrantes la llaman con cariño «hermana entrenadora».

Hija de un policía jubilado, esta pionera explica a Radio Francia Internacional que a los 16 años quedó «totalmente enamorada» de este deporte al ver cómo el entrenador del equipo escolar de su hermano pequeño dirigía a los niños.

Majidi siguió atentamente sus consignas, sus gestos, la manera en la que colocaba los conos en el césped durante las sesiones de práctica… «Al final de cada sesión de entrenamiento, hablaba con él de las técnicas utilizabas para enseñar a los muchachos», cuenta a la agencia AFP.

Pero, como en su país no hay equipos femeninos, Salma sabía que la única manera de practicar su deporte favorito era entrenar a un equipo masculino. «Aún no hay espacio para el fútbol femenino en Sudán», donde no hay ningún equipo femenino.

El entrenador de su hermano «vio que tenía un don para el entrenamiento» y le dio «la oportunidad de trabajar con él», se enorgullece. Esta mujer que ha acabado por hacer historia en el fútbol empezó por entrenar a dos equipos juveniles (Sub-13 y Sub-16) del Al Hilil, un club de Omdurman. «Es muy difícil entrenar a los adolescentes, tuve que ser fuerte para hacerme con ellos», confiesa la joven, que entrenó a varios equipos antes de aterrizar en Al Nasr Omdurman, de la tercera división.

«Al principio, algunos jugadores no colaboraron conmigo solo porque yo soy mujer», admite. El sueño de esta técnico es que su país tenga un equipo de mujeres y escalar con él a la primera fila. También le gustaría poder entrenar a un club de fuera de su país. «El fútbol es mi primer y último amor», confiesa la mujer, ataviada con chándal y velo negro. La entrenadora figuró en la lista de las «100 mujeres inspiradoras» que realizó la BBC en 2015 y ha sido entrenadora de varios clubes masculinos (Al Nasr, Al Nahda, Nile Halfa, Al Mourada) antes de llegar a su actual club.

En Sudán, país gobernado por la ley islámica desde 1983, no existe ninguna ley que prohíba el fútbol femenino, pero no hace falta, ya que una sociedad conservadora y el Gobierno islamista hacen inviable su fomento. «Hay restricciones para el fútbol femenino, pero estoy decidida a triunfar», asegura Salma.

Mounira Ramadan, que arbitraba partidos de fútbol masculinos en los años setenta, es la otra mujer que ha conseguido cierto reconocimiento en la historia del fútbol sudanés. Desde 1951, Sudán forma parte de la FIFA y el país creó, junto a Egipto y Eritrea, la Confederación Africana de Fútbol, llevándose en 1970 el título continental.

Que una mujer entrene a un equipo de fútbol masculino levanta una polvareda en su país. «Sudán es una agrupación de tribus y algunas de ellas creen que una mujer debe estar confinada en casa», explica esta diplomada en contabilidad y gestión. «Había un muchacho que rechazaba escucharme. Me había dicho que pertenecía a una tribu que creía que los hombres nunca deben aceptar órdenes de las mujeres», cuenta. Le costó unos meses antes de que ese joven la aceptara como su entrenadora.

«Al principio, la gente en la calle nos llamaba los Hijos de Salma», recuerda Majid Ahmed, un delantero del equipo y fan acérrimo de Lionel Messi. «En la escuela tenemos mujeres profesoras, ¿cuál es el problema en tener una mujer entrenadora?», se pregunta.

Criada en una familia tradicional, fue difícil para Salma que sus deseos fueran aceptados por su familia, admite su padre, Mohamed al Majidi. Un tío que la criticaba mucho por su labor de entrenadora cambió de opinión cuando vi que la grada coreaba su nombre («¡Salma, Salma!»). «Esos miembros de la familia ahora rezan a Alá para que la ayuden», dice.

Desde muy pronto, la madre de la entrenadora de fútbol sabía que su hija era diferente. «Siempre prefirió llevar pantalones. Incluso cruzando la calle miraba a los chicos jugando al fútbol», relata Aisha al-Sharif.

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