La segunda cárcel de las esclavas de Boko Haram
El País.- Un documental de HBO muestra el relato controlado por el Gobierno nigeriano de las niñas de Chibok secuestradas en 2014. El grupo cuenta su cautiverio gracias a la filtración de sus diarios
“No contéis nada de lo que pasó en el bosque”. Las chicas escuchan atentas las indicaciones de Aisha Alhassan la exministra de la Mujer de Nigeria (dimitió a finales de septiembre). La cámara muestra a las jóvenes liberadas en mayo de 2017 de Boko Haram, el grupo terrorista que actúa en el norte del país. El 14 de abril de 2014, los islamistas radicales raptaron a 276 estudiantes de una residencia en la ciudad de Chibok. En un país en el que hay miles de secuestros al año, los tuits de la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y de un puñado de estrellas de Hollywood fijaron la atención mundial en un problema habitual en Nigeria. Un documental de HBO muestra su vida controlada ahora por las autoridades. “Si habláis de lo que pasó en el bosque, estaréis revelando secretos y Boko Haram puede ir a por vuestra familia o volver a por vosotras”, recalca la ministra.
La atención mundial que recayó sobre Nigeria gracias al hashtag#BringBackOurGirls las convirtió en virales. Esta explosión mediática se ha convertido en su segunda cárcel. Desde que acabó su cautiverio, gracias a una negociación entre el Gobierno y la secta fundamentalista, las chicas entraron en un programa específico para ellas. El Estado les proporcionó una casa franca donde vivir, recuperarse y seguir estudiando. Paga a sus familias desplazamientos regulares para visitarlas y les presta asistencia psicológica. Tras unos meses, garantizó su ingreso en la Universidad Americana de Nigeria para que pudieran obtener una licenciatura. A cambio, las muchachas han perdido toda capacidad de decisión sobre su propia vida y tienen limitados sus movimientos. “Si pudiera elegir, no habría venido a esta universidad, porque esta ciudad está cerca de Boko Haram”, cuenta una de las chicas. “Me gusta estar aquí con mis hermanas, pero no conocemos a nadie más y ningún otro estudiante puede relacionarse con nosotras”, relata otra.
Los realizadores del documental consiguen reconstruir qué sucedió en el bosque de Sambisa gracias a los diarios escritos por algunas de las chicas durante el cautiverio que les hicieron llegar a escondidas y mediante el testimonio de otras víctimas no tan mediáticas del grupo terrorista. Una de las supervivientes que no pertenece al grupo de las niñas de Chibok es Zahra (18 años), habitante de Maiduguri, la ciudad controlada por Boko Haram. “Si alguien aquí te dice que no tiene nada que ver con ellos, te miente. Los terroristas hacen todas esas barbaridades en el bosque y luego vuelven a dormir a casa. Pero sus madres callan y sus vecinos también por miedo a que vayan a por ellos si hablan”, apunta una ciudadana. Zahra estuvo tres meses presa, hasta que arriesgando su vida consiguió escapar. “Una vez descubrieron que un señor mayor nos estaba ayudando a huir. No lo mataron de inmediato. Un día le cortaron una mano, al día siguiente una pierna, después una oreja y la lengua. Murió de dolor”, relata esta superviviente.
La niña que murió desangrada
Todas las mujeres tienen un papel en los campamentos de Boko Haram: unas cuidan a los enfermos, otras, a las embarazadas, otras limpian y otras ayudan a secuestrar a otras chicas. Zahra se vio obligada a hacer esto bajo amenaza de muerte y nunca olvidará a una chica de 14 años a la que ayudó a capturar. “Mataron a sus padres para poder llevársela, después la encerraron en un cuarto, la violaron 10 hombres mientras nosotras oíamos sus gritos y su llanto. Después me hicieron llevarle comida, estaba sangrando y no podía ni moverse. Murió así, sola y desangrada en una habitación”.
Los diarios recogen un intento de huida de las chicas de Chibok. “Les dieron 33 azotes a cada una y cavaron un hoyo para echarlas dentro”, se lee. Finalmente las súplicas de sus compañeras disuadieron a los terroristas de asesinarlas. “Nos han obligado a casarnos con ellos, dicen que si no lo hacemos nos harán ver qué es Boko Haram”. La organización perpetró en 2017 más de un centenar de atentados en los que utilizó a 101 mujeres y niñas como bombas humanas. Esto hace que la población tenga recelos de las muchachas que consiguen huir por miedo a que también estén radicalizadas, algo a lo que se enfrentó Habiba (18 años).
Obligada a casarse con un terrorista e infectada con el VIH, se marchó embarazada de dos meses. Ahora vive en las calles de Maiduguri y, a pesar de su pobreza, adoptó a dos niños a cuyas familias asesinó Boko Haram. El contraste entre el protagonismo involuntario de las niñas de Chibok y el abandono de estas otras víctimas se hace evidente con la historia de esta familia, que solo recibe atención psicológica esporádica por parte de organizaciones no gubernamentales.
El documental muestra el enorme impacto psicológico tras una experiencia así. El sentimiento de culpa de Hannuk al ver a sus padres llorar porque perdió una pierna durante el secuestro, el estallido en llanto de Margret cuando el Gobierno le permite volver a su aldea y comprueba que su madre ha muerto en este tiempo y la canción de amor que dedican a sus familiares mientras esperan su llegada son algunos de los fragmentos de intimidad que recoge la cinta. Los periodistas también pudieron filmar a las 57 chicas que sí pudieron escapar aquella noche fatídica de abril de la residencia de Chibok y al vicepresidente de la universidad americana rapeando para dar la bienvenida a las nuevas alumnas.
Nigeria asegura que continúa negociando la liberación de las otras 116 niñas que fueron raptadas aquella noche. Una investigación de BBC concluyó que solo en 2017 este grupo terrorista asesinó a más de 900 personas.