La unión de David y Guido, un hito para los derechos humanos en Bolivia
La Paz, 15 dic (EFE).– El reconocimiento en el Registro Cívico de Bolivia de la unión libre entre David Aruquipa y Guido Montaño abre un nuevo capítulo en la historia de amor de esta pareja que inició su andar juntos hace once años y ahora espera que su caso sea un precedente en favor de la población LGBTI.
«Es una historia de lucha para que no haya otras parejas que tengan que pasar todo este tiempo tortuoso en el que han querido cansarnos entre idas y vueltas», afirmó David en una entrevista que ambos concedieron a Efe en La Paz.
Hubo momentos en los que incluso pensaron en «tirar la toalla», pero fueron claves la paciencia y el apoyo de sus familias y también de los abogados Mónica Bayá y Guido Ibargüen, quienes les acompañaron en el proceso.
NADA ES CASUAL
La historia de David y Guido se comenzó a escribir en 2009, cuando coincidieron en el ámbito laboral en un viaje a Asunción.
El haberse conocido pudo ser «una casualidad de la vida, aunque como dicen no hay casualidades», comentó Guido.
A los meses de conocerse empezaron a vivir juntos y construir su proyecto de vida, unidos además por su interés en asuntos como la cultura o su activismo por los derechos de la comunidad LGBTI.
La pareja destacó el pleno apoyo de su gran familia extendida, con sus padres, hermanos y sobrinos que cambiaron su forma de pensar al ver lo felices que son.
El problema era que, al no poder registrar legalmente su unión, tampoco podían «ejercer el derecho como cualquier otra pareja en cosas cotidianas y simples», lamentó David.
Cosas como poder autorizar una intervención quirúrgica urgente requerida por alguno de los dos, acceder a un préstamo para tener un hogar propio, o que la cuenta bancaria compartida que tienen les valga para solicitar un visado.
«Estábamos negados en igualdad de condiciones», sostuvo David y aseguró que por ello la autorización del registro de su unión «no son derechos privilegiados o exclusivos» para ellos, como aseguran algunos sectores críticos, sino que son derechos que otras parejas tienen.
Para Guido, esta falta de reconocimiento «va más allá de las situaciones cotidianas», pues cuando el Estado no reconoce a una pareja del mismo sexo, tampoco la reconoce la sociedad.
Y eso se ve en situaciones como querer visitar a la pareja en el hospital y no poder hacerlo sin que antes los médicos «acepten que hay una relación», o pedir una habitación matrimonial en un hotel sin que los encargados te miren raro, comentó.
EL CAMINO HACIA EL RECONOCIMIENTO
Al ver que la legislación en lugares como Argentina y México permite el matrimonio igualitario, la pareja se cuestionó si tenía que salir de su país para poder acceder a ese derecho, explicó David.
La respuesta fue «pues no lo vamos a hacer, no vamos a salir de nuestro país para acceder a un derecho que es legítimo para nosotros, vamos a pelearla desde nuestro país», remarcó.
Una opinión consultiva emitida en 2017 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la unión civil de parejas del mismo sexo fue el antecedente que permitió a la pareja iniciar el proceso para registrar la suya.
El 5 de octubre de 2018 fue la fecha elegida para presentarse en el Servicio de Registro Cívico (Sereci) cumpliendo con los requisitos exigidos a cualquier pareja para un trámite que no debería tomar más de unos minutos, pero en su caso se prolongó por dos años.
Cuando intentaron registrarse entonces, la respuesta del Sereci fue que no se podía porque la Constitución vigente desde 2009 «dice que solamente las uniones son entre un hombre y una mujer», recordó David.
Aunque la misma Constitución, en su artículo 14, establece que el Estado «prohíbe y sanciona» toda forma de discriminación en razón de diversos aspectos, incluidos la orientación sexual e identidad de género.
Así comenzó este andar en pos de que su unión sea reconocida, lo que finalmente ocurrió hace unos días, cuando el Sereci aceptó hacer el registro.
La noticia fue recibida con alegría por los activistas, pero además por sus familiares, amistades e incluso por gente que no conocen personalmente, con felicitaciones desde Suecia, Canadá, Estados Unidos, España o África.
No faltaron las muestras de rechazo, aunque «proporcionalmente han sido ínfimas» frente al cariño recibido, según Guido.
La pareja ahora debe concretar el registro de su unión, para lo cual aguardan a que el Sereci haga las modificaciones anunciadas a su sistema informático.
También está pendiente un pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre una consulta hecha por el Sereci sobre el caso, que los activistas confían en que no irá a contracorriente.
¿Qué más viene hacia adelante para ellos? Además de contar su historia y seguir en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI, lo que queda es «seguir siendo felices como somos hasta ahora», concluyó David.