La victoria de la niña trans que quería nadar como las demás
El País.- La Federación Catalana de Natación habilitará la licencia femenina de Ona, la menor de ocho años que no podía competir por barreras burocráticas
Ona (nombre ficticio) ya puede sonreír. La Federación Catalana de Natación habilitará una ficha federativa para que esta niña trans de ocho años compita con las chicas de su edad. La familia de la pequeña reclamaba una licencia desde el pasado septiembre, pero la entidad federativa entendía que debía basarse en los datos del registro civil, donde aún no consta su tránsito. Tras meses de reivindicaciones y denuncias, Ona podrá saltar al agua y competir como todas las demás niñas.
“Estamos de celebración. ¡Estamos muy felices! La niña está muy contenta, también un poco sorprendida”, explica su madre a EL PAÍS. En el trayecto de la escuela a casa ya le avanzaron que tenían una buena noticia para ella. En casa le confirmaron que podría competir. “Le entraron las dudas por si nadaría rápido o no”, añade la madre. “Ahora lo sabremos”.
La junta directiva de la federación aprobó el miércoles por la noche la expedición de una licencia femenina para la menor. Para ello tomará los datos de la tarjeta sanitaria de la niña, que contempla el cambio de nombre, y no se basará en su DNI para su inscripción, a propuesta de la Secretaría de Igualdad de la Generalitat. La Administración, la federación y las entidades de apoyo al colectivo LGTBI han mantenido las dos últimas semanas conversaciones para resolver la situación. “Todos queríamos lo mismo”, coinciden todas las fuentes.
El Departamento de Asuntos Sociales llamó ayer por la mañana a la madre de la menor y le comunicó la solución. “Me he pasado un buen rato paseando con el teléfono pegado a la oreja”, explica la madre entre risas. “La entrenadora del club también está encantada. Esperamos que en un mes, más o menos, podamos hacer efectiva la licencia y mi hija empiece a competir”. Ona había reclamado hace semanas a su familia dejar la natación si no podía participar en competiciones con las otras compañeras del club. “No entiendo por qué yo no puedo ir con ellas”, le decía a su madre.
La tardanza en encontrar una solución para la menor es el gran conflicto de la historia. Las federaciones se rigen por normativas propias, y la administración no cuenta con protección suficiente para facilitar el tránsito a los menores trans. La federación consideraba que no podía asignar a la menor una licencia femenina porque su documentación no reflejaba su sexo sentido; y la familia prefirió evitar el cambio en el registro civil para proteger a la menor de un proceso que incluye exámenes psiquiátricos y la aprobación de un juez. “Lamentamos que se haya tardado tanto. Hoy se han respetado los derechos de la niña”, asegura Ana Valenzuela, vicepresidenta de la asociación Chrysallis, que lideró junto a la entidad Deporte y Diversidad las reivindicaciones para solucionar el caso de Ona. “Esperamos que se inicie inmediatamente un reglamento que vele por la integración de los menores trans en las competiciones deportivas”, reclama.
La Generalitat se presenta ahora como un acompañante de las federaciones y el Consejo Catalán del Deporte para encontrar un marco jurídico que proteja a los órganos deportivos y facilite la participación de menores trans. “Este caso es un punto de inflexión para todas aquellas personas que están en esta situación, y para las que vendrán”, analiza Mireia Mata, directora general de la Secretaría de Igualdad de Cataluña. “La pena es que el proceso ha sido doloroso para la niña y la familia, pero ha sido pionero porque marca un precedente. Ahora debemos encontrar una solución general, y no solo para casos puntuales”, añade.